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Suiza se asoma a un ‘Swixit’ en un referéndum que podría limitar la entrada de ciudadanos de la UE

La propuesta de divorcio de la Unión, que emanó de la derecha populista, amenaza los acuerdos de acceso al Mercado Único

Carteles con la leyenda "demasiado es demasiado" de la campaña para restringir la libre circulación de personas en Suiza, este viernes, en Bern.
Carteles con la leyenda "demasiado es demasiado" de la campaña para restringir la libre circulación de personas en Suiza, este viernes, en Bern.Peter Schneider (AP)

El mapa de Suiza agrietado porque alguien con un cinturón de la bandera de la Unión Europea está sentado sobre él. Junto al dibujo, una frase: “¡Demasiado es demasiado! Sí a la iniciativa de la limitación”. Este es uno de carteles de la campaña del Partido Popular Suizo (SVP, en sus siglas en alemán) y su iniciativa “para una inmigración moderada” que se votará este domingo.

Es el asomo a un Swixit al votar si suspende el acuerdo de libre circulación de personas con la Unión Europea –de la que no forma parte–, lo que implicaría anular también otra media docena de pactos bilaterales que regulan el amplio acceso sin barreras del país al Mercado Único. De salir adelante, la iniciativa “pone en peligro el éxito de las ciudades suizas y de toda Suiza”, advierte Corine Mauch, alcaldesa de Zúrich, la ciudad que es motor financiero del país; y “de la innovación y la investigación a largo plazo”, asegura Joël Mesot, presidente de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich (sexta en el ranking mundial y primera de la Europa continental).

Aunque el Gobierno suizo pide votar no a la propuesta de la derecha populista y las encuestas señalan que la iniciativa no saldrá adelante, muchos no se confían teniendo en cuenta los antecedentes de las votaciones en otros países con resultados sorpresa al final, como sucedió en el Reino Unido con el Brexit en 2016.

Una muestra de las inconformidades latentes en la Confederación Helvética, con 8,6 millones de habitantes, y donde uno de cada tres es de origen migrante. Un 61% de los suizos está en contra de esta iniciativa y el 35% a favor, según la encuesta del Instituto GFS Bern. La región lingüística que más se opone es la francófona, con el 71%; le sigue la alemana, con el 59% y luego la italiana, con el 49%.

“El Gobierno de Zúrich rechaza la iniciativa”, afirma la alcaldesa de la ciudad con más habitantes del país (434.000). Mauch asegura que “la libre circulación de personas ha fortalecido el poder económico de las ciudades suizas, aumentado la diversidad social y promovido la investigación y la innovación”. Precisamente, las grietas que se abrirían en el ámbito científico, lamenta Mesot, agregarían incertidumbre innecesaria a una situación ya frágil. Solo el SVP, que considera que la inmigración desde los países comunitarios es excesiva y quiere imponer barreras, pide el voto a favor: “Queremos dejar a nuestros hijos una Suiza hermosa y limpia”, proclama en un vídeo Matthias Ritter, consejero regional del partido en el cantón de Baselland.

La consulta popular sobre la libre circulación estaba prevista para mayo, pero la covid-19 obligó a su aplazamiento. La campaña ha sido discreta. Hay más movimiento en las páginas webs y redes sociales del partido de ultraderecha. En uno de sus sites hay vídeos de sus políticos y votantes que piden el sí, básicamente, por los siguientes supuestos factores: Suiza es pequeña y el espacio es limitado y el tráfico ha aumentado considerablemente, tanto en las carreteras como en el transporte público; la presión sobre el mercado laboral y los sistemas de seguridad social aumenta; muchas de las familias extranjeras van directamente al sistema de seguridad social, y el país debe seguir siendo tan soberano como sea posible y, a pesar de los tratados bilaterales con la UE, no debe permitirse aguantar todo. “Suiza es un país independiente y fuerte”, rematan.

La frustración de muchas personas con el Estado, sobre todo desempleados (el país tiene tradicionalmente una tasa de paro baja), tiene que salir por algún lado, advirtió Daniel Maerki al periódico Tages-Anzeiger: “Al votar sí, quieren enviar una señal que los políticos no puedan ignorar. Finalmente tendrían que actuar”. Para el actor y comediante Mike Müller, es “una propuesta estúpida dejar de trabajar con la UE. Es una maniobra típica de la derecha: lo que dicen en las discusiones públicas y muestran en las redes sociales y los anuncios es el viejo racismo suizo. Esto no conduce a nada”.

Contra la iniciativa están casi todos los partidos, incluidos los de derecha moderada, explica Marco Ferrara, secretario general del PSOE en Lausana: “Es una medida xenófoba del cuento de nunca acabar con la extrema derecha. No creo que prospere la iniciativa, y de hacerlo sería de un impacto económico brutal para Suiza. Muchas regiones, sobre todo las fronterizas tienen una dependencia clara de los extranjeros”.

Pérdidas

La relación UE-Suiza interesa más a este último, asegura Ferrara. Recuerda que, por ejemplo, la mitad de las exportaciones de Suiza van a Europa y dos tercios de lo que importa Suiza viene de Europa. Algunos expertos, agrega, calculan que las pérdidas para el país harían caer hasta un 7% su PIB.

Gonzalo Casas, un informático argentino que trabaja en la Universidad ETH, confía en que el SVP siga perdiendo fuerza “con gran parte del electorado moviéndose hacia los partidos verdes y verde-liberal”. La mayoría de este tipo de votaciones de tono xenófobo, añade, “están impulsadas por la necesidad como sociedad de tener un enemigo común. Hoy el enemigo común de la sociedad es el coronavirus, por ende, la relevancia de apuntar a un enemigo distinto es mínima”.

Para Juan Alejandro Arbeláez Martínez, un chef colombiano de 38 años que vive en Zúrich y con permiso B (trabajo y residencia), la iniciativa no saldría adelante por un factor clave: “Hay que tener en cuenta que la movilidad de personas va ligada a la movilidad de capital, con lo cual, restringir la circulación de personas es una restricción al capital que los suizos no estarán dispuestos a permitir”.

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