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Un grupo de indígenas derrumba la estatua de Sebastián de Belalcázar en Colombia

El monumento al conquistador español estaba ubicado en un monte, considerado lugar de memoria del pueblo misak, en la ciudad de Popayán

La estatua caída de Sebastián de Belalcázar en Popayán, Colombia. FOTO: Julian Moreno / AFP VIDEO: EFE
Catalina Oquendo

Una estatua del conquistador español Sebastián de Belálcazar fue derribada el miércoles por indígenas en la ciudad de Popayán, en el suroccidente de Colombia. Una manifestación contra las masacres ocurridas recientemente en el país andino se convirtió en el pretexto para el derrumbe de este monumento, ubicado en lo alto de un monte que es considerado lugar de memoria para los indígenas. Belalcázar fue el conquistador de las ciudades de Cali y Popayán.

La caída con sogas de la estatua y la consiguiente celebración de los indígenas ha causado polémica en Colombia entre quienes lo ven como un acto de dignidad y aquellos que los critican como un acto “violento”, un debate similar al que se ha instalado en otros países del mundo, incluido Estados Unidos, con relación a los monumentos de esclavistas o figuras de la historia acusadas de racismo y la reinterpretación del pasado.

“Esos símbolos pisotean la memoria histórica de los pueblos indígenas, pero también de los afros ¿A ustedes les gustaría que encima de sus muertos les pongan una estatua al asesino?”, dijo a Caracol Radio Luis Eduardo Calambas, representante del pueblo misak. Los indígenas colombianos venían madurando la idea desde junio pasado, cuando el Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente difundió un comunicado en el que los llamados Hijos del Agua o descendientes del Cacique Puben escenificaron un “juicio" a Belalcázar. “Delitos que se le imputan: genocidio despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenence, tortura por medio de técnicas de empalamiento y ataque con perros […]”, recoge el documento difundido por la colectividad.

El morro de Tulcán, donde estaba ubicada la estatua, fue una pirámide construida sobre un cementerio precolombino en la que los indígenas realizaban rituales ancestrales. En 1930 se planteó hacer dos estatuas: una en homenaje a Belalcázar, que iba a ser ubicada en una plaza de la ciudad; y otra del Cacique Puben, que iba a coronar el morro. Sin embargo, de acuerdo con Agenda Propia, un medio dedicado a temas indígenas, esa promesa fue incumplida y la de Belácazar fue instalada en lo alto de la pirámide. “Cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”, dijo el senador indígena, Feliciano Valencia.

Pero la historia de este monumento está lejos de terminar. El alcalde de Popayán, Juan Carlos López, anunció que la volverá a instalar. “La discusión cultural e histórica tendrá otros espacios, se puede dar pero no con violencia porque si no mañana se incendiarán los templos de los cristianos o católicos. Vamos a restaurarla y ponerla en su pedestal, porque hace parte de nuestra historia, que no podemos borrar”, dijo el mandatario local.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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