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Las amenazas de Londres sobre el Brexit hacen saltar las alarmas en Bruselas: “Lo firmado debe ser respetado”

El negociador comunitario, Michel Barnier, reconoce estar “preocupado” por el deterioro de la negociación

Michel Barnier, negociador comunitario, junto a David Frost, su homólogo británico, durante la ronda negociadora celebrada en Bruselas el pasado marzo. En vídeo, declaraciones de Barnier en la radio France Inter sobre el estado de la negociaciónFoto: REUTERS

La desconfianza entre Londres y Bruselas ha alcanzado este lunes nuevos máximos. Parecía que el estancamiento, reunión tras reunión, de las conversaciones sobre el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Reino Unido sería el principal escollo a superar las próximas semanas. Pero la amenaza del primer ministro británico, Boris Johnson, de aprobar este miércoles en el Parlamento la ley del mercado interno, que anula partes del acuerdo de salida del Brexit, rubricado en octubre, abre un nuevo frente en el momento más inoportuno, a menos de cuatro meses de la ruptura definitiva. La posibilidad de que Londres dé marcha atrás e incumpla textos ya cerrados, desvelada por el Financial Times, ha hecho saltar las alarmas en Bruselas. “Todo lo firmado debe ser respetado”, ha remarcado el negociador europeo, Michel Barnier. “Confío en que el Gobierno británico implemente el acuerdo de retirada, tal y como está obligado por las leyes internacionales y es condición para cualquier asociación futura”, ha señalado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

Los negociadores europeos daban por descontado que el regreso de vacaciones traería otro momento crítico en las conversaciones al constatar que el acuerdo sigue muy lejos pese a que el 31 de diciembre termina el periodo transitorio. Por ello, el ultimátum de Johnson de que el pacto solo puede llegar antes del 15 de octubre no ha impresionado en Bruselas. Sí ha generado estupor e incluso inquietud, en cambio, la posibilidad de que Downing Street prepare una nueva ley que restaría fuerza jurídica a partes clave del pacto, especialmente en lo que se refiere a las ayudas estatales y sobre todo a Irlanda del Norte, al eliminar el control de mercancías de Gran Bretaña a Irlanda del Norte, y viceversa. “Sería muy insensato”, criticó el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney. “El protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte es esencial para proteger la paz y la estabilidad de la isla y la integridad del mercado único”, afirmó Von der Leyen.

Fuentes diplomáticas sostienen que ese paso torpedearía la imagen de Londres justo cuando debe ponerse manos a la obra en solitario para reconstruir su política comercial. “Si el Reino Unido decidiera no respetar sus obligaciones socavaría su posición internacional. ¿Quién querría llegar a acuerdos comerciales con un país que no implementa los tratados internacionales? Sería una estrategia desesperada y, en última instancia, contraproducente”.

En una entrevista para France Inter, Barnier ha sido por ahora cauto. El dirigente francés se ha enterado por la prensa de ese movimiento, y quiere escuchar de primera mano cuáles son los planes de Londres. “Lo importante para mí es lo que dice y hace el primer ministro, y lo que dice y hace el Gobierno británico”, afirmó con pragmatismo. Podrá enterarse sin intermediarios a partir de este martes, cuando empieza en la capital británica la octava ronda de negociaciones. Las líneas rojas europeas sobre Irlanda están claras. “La condición es que no haya frontera terrestre”, ha insistido Barnier volviendo a un debate que parecía superado.

Para la UE, el actual protocolo sobre Irlanda es imprescindible para mantener la paz y los intercambios económicos en la zona. El negociador asegura que en ningún caso se pueden relajar los controles entre Irlanda e Irlanda del Norte. “Un animal vivo que llega de Reino Unido a Irlanda del Norte puede acabar en Alemania, Francia o Bélgica”, puso como ejemplo. Un portavoz de la Comisión Europea ha insistido en que el cumplimiento del acuerdo es una “precondición” para negociar la relación futura entre ambas partes, para la que es imprescindible la “buena fe”.

Fuentes comunitarias explican que la semana pasada Barnier advirtió a los Veintisiete de que tampoco vislumbra avances en la actual ronda. Según estas fuentes, la ventana para un acuerdo podría abrirse en octubre. Pero no durará mucho: ambas partes coinciden en que un fracaso el mes que viene abocaría a ambas partes a una salida económica y comercial a las bravas, dado que no habría tiempo para que el pacto alcanzado pueda ser refrendado por el Consejo y el Parlamento Europeo.

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Barnier acusó al Reino Unido de querer obtener una relación futura ventajosa en la que disfrutar de “lo mejor de ambos mundos”, esto es, cero aranceles sin adaptar sus estándares medioambientales o limitar las ayudas a las empresas. “Son libres de ayudar a sus compañías, siempre que eso no destruya empresas del lado europeo”, alegó.

La recuperación de la soberanía, objetivo público del Brexit según sus impulsores, casa mal con aceptar límites a las ayudas de Estado a las empresas impuestos por Bruselas. Y eso lo ha convertido en el mayor obstáculo de las discusiones junto a la pesca. “Pescamos mucho en las aguas territoriales británicas, que ellos quieren recuperar totalmente excluyendo a los pescadores europeos, algo inaceptable para nosotros”, dijo Barnier. “La razón de ser del Brexit es querer caminar en solitario en lugar de ser solidarios”, añadió. Y recordó con un dato que el Reino Unido tiene más que perder si no se llega a un acuerdo comercial y los intercambios se rigen por las normas de la Organización Mundial del Comercio: las exportaciones británicas a la UE suponen el 47% del total, mientras que en sentido inverso son solo el 8%.

Conforme pasan los días y el tiempo se agota, la discusión amenaza con volverse más áspera, también en el flanco del relato. El papel de Barnier como responsable de las negociaciones en nombre de los Veintisiete ha sido puesto en duda este fin de semana por parte de la prensa británica, que informó de supuestos movimientos de las capitales para apartarle del mandato y darle un impulso al acuerdo sin él al frente. El negociador se tomó con humor la noticia, y lo atribuyó a maniobras de desgaste a las que está acostumbrado. “Hace cuatro años que convivo con esos artículos con ataques personales, rumores, y ultimátums de una cierta prensa británica tabloide. No me afectan, todo el mundo sabe cómo trabaja Europa”.

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