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Declarado un alto al fuego en Libia

Turquía y Egipto dan su apoyo al acuerdo entre el Gobierno de Unidad Nacional y el Parlamento con base en Tobruk

El primer ministro del GNA, Faiez Serraj Fayez Sarraj, durante una conferencia en Ankara, Turquía, este junio pasado.
El primer ministro del GNA, Faiez Serraj Fayez Sarraj, durante una conferencia en Ankara, Turquía, este junio pasado.AP

El Gobierno de Unidad Nacional libio (GNA, por sus siglas en inglés), reconocido por la ONU, y el presidente del Parlamento con base en Tobruk, ambos adversarios en el conflicto armado que ha sacudido el país durante los últimos cinco años, firmaron este viernes un acuerdo que establece un alto al fuego inmediato, y la apertura de negociaciones para alcanzar una solución política. Desde el pasado mes de junio, habían cesado las hostilidades en el país magrebí, pero ambos bandos se habían lanzado amenazas que hacían presagiar un nuevo estallido de violencia por el control de la franja central del país, con un gran valor geoestratégico.

Tanto Faiez Serraj, el primer ministro del GNA, como Aquila Saleh, presidente del Parlamento, hicieron públicos sendos comunicados en los que ordenaban a los combatientes al cese inmediato de toda operación de combate. Desde hace más de dos meses, las tropas leales a Serraj, con el apoyo de Turquía, habían reiterado su intención de tomar la ciudad de Sirte, clave para el control de las terminales de exportación petrolíferas, y la base militar de Jufra. Sin embargo, gracias al respaldo de mercenarios rusos, Sirte y Jufran se han convertido en auténticos fortines. El acuerdo entre ambas partes recoge que tanto Sirte como Jufra se conviertan en zonas desmilitarizadas, tal como había propuesto la ONU.

Hasta ahora, el general Jalifa Hafter, hombre fuerte del este del país, todavía no ha expresado su posición respecto al acuerdo. No está claro si Aguila Saleh se coordinó con él antes de dar el paso. Ambos han sido aliados en el conflicto con el GNA, que controla el oeste del país, pero tras el fracaso de Hafter en su ofensiva para conquistar Tripoli la pasada primavera, ambos se han distanciado. De hecho, algunos analistas han especulado que Moscú, uno de los valedores de Hafter junto a Egipto y Emiratos Árabes, podría estar planeando sustituir el general por Saleh.

“El acuerdo es positivo, pero representa solo el inicio de un proceso que podría descarrilar”, sostiene Jalel Harchaoui, analista del think tank Cligendael, que apuesta por esperar al paso de los próximos días para valorar el éxito de la iniciativa. En todo caso, considera un hecho importante que algunas de las potencias enfrentadas por subrogación en el conflicto libio hayan respaldado el pacto. “Tanto Turquía como Egipto apoyan la iniciativa, y eso algo que no había sucedido hasta el momento. Egipto se ha desmarcado por primera vez de Emiratos, ha cambiado su enfoque y está presionando a Hafter”, añade Harchaoui.

Además del alto al fuego, uno de los principales puntos recogidos en el pacto es el desbloqueo de las terminales petrolíferas, ocupadas por tropas leales a Hafter en el mes de enero. Desde entonces, el país ha dejado de exportar petróleo, la principal fuente de ingresos del país. Según la Compañía Nacional de Petróleo (CNP), las pérdidas para las arcas públicas alcanzan casi 7.000 millones de euros. La CNP, una de las pocas instituciones nacionales todavía vigentes en un país muy fragmentado, ha bendecido el acuerdo en un comunicado público.

Junto con la presiones de Moscú y de Egipto, un factor que podría empujar a Hafter a respetar el pacto es que incluye el restablecimiento de la producción de electricidad en el este del país, suspendida por la falta de gas natural. Esta es una de las principales carencias que padece la población libia, junto con la inflación, la falta de liquidez y la multiplicación de las infecciones de la Covid-19 en un país con buena parte de sus infraestructuras destruidas por la guerra. Según el texto pactado, se abrirá una negociación sobre la distribución de los ingresos del petróleo. Hasta que no alcancen un consenso, ni el Gobierno del GNA, ni las autoridades del este del país podrán disponer de estos fondos. Las discrepancias sobre el reparto de estos fondos fue la razón que llevó a Hafter a bloquear la exportación.

Libia se sumió en el caos y el desgobierno después de la guerra civil que propició la caída del régimen del dictador Muamar al Gaddafi. Durante los últimos cinco años, dos grandes coaliciones formadas por diversas instituciones y milicias se disputan el control del país. Ambas cuentan con el apoyo de diversas potencias extranjeras, cuya influencia en el devenir de los contecimientos ha ido aumentando progresivamente.

Mientras que el GNA, basado en Trípoli, recibe el apoyo de Turquía y Catar, el bando liderado por Hafter, basado en el este, cuenta con el respaldo de Rusia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Francia. Hasta ahora, Washington ha mantenido una posición ambigua, pero ha realizado un esfuerzo de mediación en los últimos dos meses, después de que retahíla de derrotas militares de Hafter frustraran su ambición de hacerse con el control de Trípoli.

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