La crisis económica en Gaza eleva la tensión entre Israel y Hamás
Egipto envía mediadores a la Franja para frenar la escalada de la última semana
Con una tasa de paro del 45%, la Franja de Gaza hace tiempo que dejó de ser un lugar donde vivir. La miseria se ha acrecentado durante la pandemia y el confinamiento sanitario se ha superpuesto al bloqueo militar impuesto por Israel desde 2007. En este clima de desesperación, el lanzamiento de cohetes y globos incendiarios desde el enclave palestino, replicado de inmediato por bombardeos de la aviación israelí, eleva la tensión desde hace una semana en un lugar que ha sido escenario de tres guerras en la última década.
Una delegación de los servicios de inteligencia militar de Egipto llegó el lunes a Gaza para frenar la escalada entre Hamás, el movimiento islamista que rige de facto sobre el territorio, y el Gobierno israelí. Los mediadores egipcios entraron en la Franja por el paso israelí de Erez después de haberse reunido la víspera en Ramala (Cisjordania) con responsables políticos y de seguridad de la Autoridad Palestina.
La espiral de violencia, que comenzó con la suelta de globos incendiarios y explosivos en dirección a poblaciones y kibutz fronterizos, se ha disparado durante el fin de semana con el lanzamiento de varios cohetes hacia Israel y disturbios con cócteles molotov protagonizados por civiles en la frontera, después de más de cuatro meses sin apenas incidentes.
Hamás ha dado alas a la escalada en un intento de presionar a Israel para que cumpla los acuerdos de alto el fuego suscritos el año pasado, que pusieron fin a las masivas marchas de protesta en la frontera a cambio de permitir la recuperación de la maltrecha economía gazatí. Dos terceras partes de los dos millones de habitantes de la Franja precisan de ayuda internacional para sobrevivir. Entre otros compromisos, figuraban el establecimiento de zonas industriales en la periferia del enclave y la concesión de permisos de trabajo en Israel, así como la entrada de los denominados materiales de doble uso militar y civil para el sector de la construcción.
La crisis política que ha vivido Israel, con tres elecciones generales consecutivas desde abril de 2019, dejó aparcadas las promesas de tregua. La pandemia de coronavirus las relegó en el olvido. Las imágenes de incendios causados por los globos lanzados desde Gaza —que solo en la madrugada del lunes se cebaron en 150 focos que han calcinado decenas de hectáreas de cultivo—, parecen haber despertado la atención del Ejército israelí.
En un primer momento, la aviación de combate lanzó acciones quirúrgicas de represalia sobre objetivos militares de Hamás, pero la tensión ha multiplicado en los últimos días las incursiones áreas, con apoyo de helicópteros y carros de combate. Las sucesivas operaciones de reacción, sin embargo, amenazan con desencadenar una escalada descontrolada. En la noche del domingo, cinco manifestantes palestinos resultaron heridos por disparos de francotiradores del Ejército.
El ministro de Defensa de Israel y socio clave del Gobierno, Benny Gantz, ha adoptado una política de mano dura frente a los ataques de Hamás. Gantz, el general que dirigió la guerra de Gaza de 2014, ha dado luz verde al cierre de la aduana de Kerem Shalom, única por el que entran mercancías al territorio palestino. Los responsables de Defensa también han prohibido la pesca en las aguas de Gaza.
La clausura de la terminal fronteriza ha privado del envío de gasóleo a la única central eléctrica de la Franja. Las autoridades han anunciado que la central dejará de funcionar este martes, lo que dejará al enclave sin la mitad del suministro de habitual de energía. El resto procede de redes tendidas desde Israel y Egipto. Los gazatíes parecen condenados a volver a sufrir apagones de hasta 12 horas.
Con su reciente escalada Hamás espera también que Qatar prorrogue las ayudas en metálico a la población civil y que Egipto facilite el paso de gazatíes por el paso fronterizo de Rafah, su única vía de salida hacia la inmigración. El colapso de la economía amenaza con tornarse en su contra, como ya ocurrió en 2017, cuando tuvo que pactar concesiones con la Autoridad Palestina, controlada por el partido nacionalista Fatah del presidente Mahmud Abbas.
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