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Las esperanzas desvanecidas de encontrar supervivientes en Beirut

El Ejército libanés da por finalizadas las infructuosas labores de rescate en las que han participado 13 equipos internacionales

Natalia Sancha
Uno de los miembros del equipo de rescate español, entre los escombros en el puerto de Beirut, este jueves.
Uno de los miembros del equipo de rescate español, entre los escombros en el puerto de Beirut, este jueves.NATALIA SANCHA

Las heridas por la tragedia de Líbano siguen abiertas y las esperanzas de encontrar supervivientes de la explosión del pasado martes en el puerto de Beirut han quedado enterradas. “Tras cinco días consecutivos de operaciones de rescate podemos decir que hemos finalizado la primera fase de búsqueda de supervivientes”, dijo el domingo el jefe del batallón de Ingeniería del Ejército libanés, el coronel Roger Khoury, durante una rueda de prensa en el Ministerio de Defensa. Unas palabras que han caído como un mazazo sobre las familias de los desaparecidos que el Ministerio de Salud cifra en 21, aunque en las páginas creadas en redes sociales por aquellos que desesperadamente buscan a los suyos se calcula que son más de 100, entre ellos decenas de trabajadores migrantes.

Atentos a cualquier mínima señal por parte de los 13 equipos internacionales que han participado en las labores de rescate, muchos libaneses se agarran aún a la esperanza, otros se resisten a creer que los escasos cadáveres encontrados sean los de sus allegados y otros temen lo peor. Es el caso de Mona, que cada día acude al último control militar habilitado en el puerto de Beirut, epicentro de la explosión de un almacén de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que dejó 171 muertos, más de 6.000 heridos y a 300.000 personas sin hogar, la sexta parte de los 2,2 millones de habitantes de la capital libanesa. Busca noticias de su marido e hijo, trabajadores del puerto, de los que no ha vuelto a saber nada desde entonces. Rompe a llorar desconsoladamente y ruega a los soldados que encuentren “al menos unos cuerpos que enterrar”.

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“Es muy difícil, casi imposible, que existan ya supervivientes sepultados debido a las diversas causas clínicas como hemorragias, asfixia o deshidratación”, cuenta en la zona cero de la explosión el sevillano Jaime Parejo, jefe de Operaciones de la Organización GERCC Método Arcón (un sistema oficial de intervención de equipos caninos de búsqueda, detección y salvamento) que, junto a los bomberos Jair Pereira Rodríguez, David Cabrera Jiménez, Pedro Luque Cruz y Javier Luque Sánchez, todos andaluces, se ha desplazado a la capital libanesa para participar en las labores de rescate. Tienen una amplia experiencia tras haber trabajado en varias de las peores catástrofes naturales, entre ellas los terremotos de Guatemala y Haití en 2010. Este lunes, otros cinco cuerpos sin vida fueron desenterrados por los equipos de salvamento internacionales.

“Gracias al Método Arcón, los perros (que localizan a personas con vida por los gases que desprende la respiración humana) son autónomos en la búsqueda”, cuenta Pereira mientras Maya, una perrita blanca, busca señales de vida entre los escombros de un hangar quemado, pisando lujosos bolsos de Gucci ennegrecidos. “La concentración extrema les permite en cuestión de minutos peinar amplias áreas y marcar inmediatamente el lugar donde hay alguien con vida”, precisa. La zona cero de la deflagración se asemeja al dantesco escenario que dejan los bombardeos en la guerra con cientos de edificios reducidos a la nada. Algunos puntos siguen humeando, al tiempo que los gases tóxicos se van disipando aunque aún se notan en el aire. De forma paralela, expertos químicos y bomberos están trabajando para asegurar al menos 20 contenedores de sustancias inflamables potencialmente peligrosas en el puerto de Beirut.

Tras varias horas recorriendo la parcela que les ha asignado el Ejército libanés en el punto Delta 7 del puerto, la búsqueda del equipo español resulta infructuosa. El resto de los equipos internacionales sobre el terreno, hasta 12, tampoco han tenido suerte. “No hemos logrado encontrar a nadie con vida tras 48 horas de búsqueda ininterrumpida. Las posibilidades ya son mínimas”, sostiene el coronel Vincent Tissier, jefe del equipo de 55 rescatadores franceses. Tissier asegura que confiaban en que hubieran sobrevivido los ocho o nueve trabajadores que se encontraban en una sala de operaciones subterránea de un silo en el momento de la explosión. “Recuperamos cinco cuerpos sin vida en dos localizaciones diferentes”, agrega el coronel francés. Uno de ellos es el de Joe Andoun, a quien su amiga Myra Saadeh buscaba sin descanso los días anteriores. “Le enterramos ayer. Al menos tenemos un cuerpo que enterrar”, dice al teléfono la joven.

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El bombero malagueño Jair Pereira Rodríguez junto con efectivos de la Defensa Civil libanesa durante las labores de rescate en Beirut.
El bombero malagueño Jair Pereira Rodríguez junto con efectivos de la Defensa Civil libanesa durante las labores de rescate en Beirut.NATALIA SANCHA

La cuenta de Instagram LocateVictimsBeirut acumuló 110.000 seguidores en las primeras horas tras la explosión y en su página siguen colgadas las fotografías de 29 personas aún en paradero desconocido. Entre los desaparecidos hay cuatro bomberos libaneses. Otros seis fallecieron cuando la unidad acudió a apagar un primer fuego en el puerto y se vieron sorprendidos por una segunda explosión que levantó un impresionante hongo de humo rojo y desató la violenta onda expansiva que recorrió media ciudad y causó daños materiales estimados entre 8.000 y 10.000 millones de euros. Francia lideró una conferencia internacional de donantes el pasado domingo donde se prometieron más de 250 millones de euros en programas de reconstrucción, apoyo sanitario y distribución de alimentos que serán canalizados a través de la ONU.

Completada la misión en el puerto de Beirut, el equipo español se desplaza al barrio de Gemeyze, uno de los más afectados por la detonación. Allí les espera Ziad Eieteni, enlace de la defensa civil libanesa, cuyos voluntarios llevan días trabajando sin descanso. Una de las paradas es Oum Nazih, uno de los locales de comida tradicional libanesa más concurridos de este barrio cristiano tradicional de Beirut que alberga numerosos bares y restaurantes. Maya, Gollum, Rasty y Heavy, los cuatro canes que acompañan a los bomberos son los verdaderos héroes, aseguran sus formadores. Los vecinos se agolpan en los balcones de las casas, expectantes por si oyen un ladrido que señale que todavía hay vida bajo la pila de piedras y ventanas desvencijadas. Nada. Silencio. Suspiros.

Los bomberos abandonan el punto hacia otro destino y lo hacen entre los aplausos que resuenan desde unas ventanas sin cristales. El bombero Parejo no oculta su frustración: “Las primeras 24 horas son críticas y cada minuto cuenta para los rescates”. Y ellos han perdido muchos minutos a causa de las restricciones de una pandemia que no solo se ha cobrado las vidas de 83 personas e infectado a más de 6.800 en Líbano, sino que ha demorado las labores de este equipo durante 48 horas. Primero tuvieron que reajustar vuelos por no poder hacer tránsito en Francia con los perros. Una vez lograron aterrizar en Beirut, en la madrugada del viernes pasado, los cuatro bomberos fueron puestos en cuarentena durante unas interminables 24 horas hasta obtener los resultados negativos del test al que se sometieron. Los perros españoles están entrenados para rescatar personas vivas, mientras que los franceses y rusos han logrado recuperar 26 cadáveres y restos humanos.

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En la tarde del domingo, el Ejército libanés dio por finalizadas las búsquedas de rescate y con ello la misión de los españoles y el resto de los equipos. Tan solo los de Francia, Rusia y Turquía continuarán los trabajos de retirada de escombros y búsqueda de cadáveres en el puerto. “Me preocupan las estructuras dañadas que hemos visto durante la intervención en los barrios”, comenta Parejo, ya haciendo las maletas para regresar a España. Cientos de jóvenes voluntarios siguen con palas y escobas para retirar escombros de las calles y los equipos internacionales han advertido de la necesidad de acordonar ciertas áreas para evitar más tragedias por posibles derrumbes.

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