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Presidentes africanos que se aferran al poder

Los ancianos jefes de Estado de Costa de Marfil y de Guinea modifican la Constitución en busca de un tercer mandato consecutivo

José Naranjo
El presidente guineano, Alpha Condé, durante el congreso de su partido en Conakri este 6 de agosto.
El presidente guineano, Alpha Condé, durante el congreso de su partido en Conakri este 6 de agosto.CELLOU BINANI (AFP)

Lo llaman la maldición del tercer mandato porque suele traer aparejadas protestas, represión y muertes. Los presidentes de Guinea y Costa de Marfil, Alpha Condé y Alassane Ouattara, han dado un paso adelante este jueves para ser candidatos a las elecciones presidenciales que se celebrarán en sus respectivos países el próximo mes de octubre. Ambos llevan dos mandatos, que es el límite que establecen sus constituciones. Así que recurrieron a la misma polémica estrategia: reformar la Carta Magna y poner el contador a cero. No es la primera vez que ocurre en África occidental, en la última década lo intentaron Mamadou Tandja en Níger, Abdoulaye Wade en Senegal y Blaise Compaoré en Burkina Faso. Pero a los tres les salió el tiro por la culata.

Alpha Condé, de 82 años, llevaba años flirteando con la idea de volver a presentarse. Histórico y perseguido opositor durante las dictaduras de Sekou Touré, Lansana Conté y Moussa Dadis Camara, fue finalmente elegido presidente de su país en 2010 con la llegada de la democracia y reelegido en 2015. Este jueves, su partido, Asamblea del Pueblo de Guinea-Arco Iris (RPG), le designó candidato a las elecciones presidenciales previstas para el próximo 18 de octubre y él agradeció la propuesta, “tomo nota”, dijo, pero decidió mantener el suspense de su respuesta definitiva unos días más. “Si quieren que acepte, la RPG debe volver a ser lo que era, es decir, un partido que no olvida a sus militantes, que lucha por la emancipación de la mujer y para que los jóvenes sean dueños de su destino (…) hace falta que los ministros y miembros del partido cambien su actitud, que no olviden por qué están en esos cargos”. Si se presenta y obtiene la victoria, alcanzaría la cifra de tres mandatos, prohibida expresamente por la Carta Magna guineana.

Para sortear esta pega, Condé promovió una reforma constitucional que fue aprobada en referéndum el pasado 23 de marzo, pero que se vio empañada por numerosos incidentes violentos y al menos una decena de muertos. La oposición, encabezada por el tenaz Cellou Dalein Diallo y el Frente Nacional para la Defensa de la Constitución (FNDC), había decidido boicotear esta cita con las urnas al considerar que, en realidad, los cambios legales no eran sino una “cortina de humo” destinada a ocultar el verdadero proyecto de Condé: como la Constitución es nueva, el contador de mandatos se ponía a cero y podía volver a presentarse. Su temor va camino de hacerse realidad.

La oposición guineana, que lleva meses movilizada en las calles contra un eventual tercer mandato de Alpha Condé en unas protestas que han costado la vida a unas 30 personas desde octubre, ya ha anunciado que habrá nuevas manifestaciones. “Es un golpe de Estado civil. Hoy han caído las máscaras y los guineanos han entendido quién es Alpha Condé y por qué lucha en realidad”, aseguró a la prensa Ibrahima Diallo, portavoz del FNDC, “nos vamos a reunir la semana que viene para fijar el calendario de movilizaciones”, añadió. Para Cellou Dalein Diallo, Guinea se ha convertido en “una república bananera, una dictadura encubierta”.

Causa de fuerza mayor

Apenas un par de horas después de que Condé fuera investido candidato a las elecciones en Guinea, el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, de 78 años, se dirigía a la nación en su tradicional discurso de la víspera del Día de la Independencia. “He decidido responder favorablemente a la llamada de mis conciudadanos. Por lo tanto, soy candidato a las elecciones presidenciales del 31 de octubre”, aseguraba añadiendo que la Constitución así se lo permite e invocando “una causa de fuerza mayor” para llevar a cabo lo que calificó de “sacrificio”.

Alassane Ouattara subió al poder en 2011 en Costa de Marfil tras unas polémicas elecciones en las que resultó perdedor frente a su gran rival, Laurent Gbagbo, según estableció el Tribunal Constitucional marfileño. Sin embargo, fue proclamado presidente gracias a una rebelión armada que provocó 3.000 muertos y que contó con el apoyo diplomático y militar de la comunidad internacional, sobre todo de Francia y Naciones Unidas. Tras ser reelegido en 2015, el presidente marfileño promovió una reforma constitucional mediante un referéndum también boicoteado por la oposición. Al igual que en Guinea, la aprobación de la nueva Carta Magna, que mantiene el límite de dos mandatos y elimina la edad máxima de 75 años para ser presidente, permite a Ouattara presentarse otra vez a las elecciones.

El jefe de Estado de Costa de Marfil había prometido en marzo pasado que no concurriría a los comicios para, según dijo, “dejar paso a las nuevas generaciones”. Esta declaración abrió una lucha por la sucesión en el seno de su partido, la Agrupación de Houphouëtistas por la Democracia y la Paz (RHDP), en la que se impuso el primer ministro Amadou Gon Coulibaly. Sin embargo, su muerte a causa de un infarto el pasado 8 de julio hizo a Ouattara reconsiderar su decisión. Su gran aval son los nueve años de crecimiento económico y desarrollo vividos por su país, pero juega en su contra no haber logrado la tan ansiada reconciliación entre marfileños.

Con Gbagbo declarado inocente de sus supuestos crímenes por la Corte Penal Internacional, pero excluido del censo electoral y sin posibilidad de regresar a su país debido al rechazo de las autoridades marfileñas, y Guillaume Soro perseguido por la justicia en un ajuste de cuentas político, el rival de más peso que tendrá enfrente Ouattara es su antiguo aliado Henri Konan Bedié, de 86 años, quien ya ha calificado la candidatura del presidente como “ilegal”. Pascal Affi N’Guessan, del Frente Popular Marfileño, también aspira al cargo.

La tentación de concurrir a un tercer mandato o de eternizarse en el poder pese a la prohibición expresa de sus constituciones ha seducido a buen número de dirigentes africanos en los últimos años. Lo consiguieron Paul Kagame en Ruanda, Denis Sassou Nguesso en Congo, Robert Mugabe en Zimbabue, Ismel Omar Guelleh en Yibuti, Paul Biya en Camerún, Yoweri Museveni en Uganda, e Idris Déby en Chad. Sin embargo, Mamadou Tandja en Níger, Abdoulaye Wade en Senegal y Blaise Compaoré en Burkina Faso también lo intentaron y acabaron derrocados por un golpe de Estado, por las urnas y por un alzamiento popular, respectivamente.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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