Un ministro acusado de violación compromete al nuevo Gabinete francés
Las críticas por el respaldo oficial a la presunción de inocencia del responsable de Interior, Gérald Darmanin, crecen dentro y fuera del Gobierno
La tormenta en torno al nuevo ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, investigado por presunta violación, no cesa. Y amenaza con convertirse en un lastre para el renovado Gobierno francés cuando el presidente, Emmanuel Macron, prepara su reelección en menos de dos años. La crítica no solo procede de activistas del feminismo, sino que tanto dentro como fuera del Gobierno, crecen los cuestionamientos por el firme respaldo oficial a alguien acusado de algo tan grave cuando, hace no tanto, se forzaba a los ministros a dimitir ante la mínima sospecha de falta de “probidad”.
El portavoz del Gobierno, Gabriel Attal, no pudo evitar la exasperación cuando, en su tercera comparecencia ante la prensa en las dos semanas del nuevo Gabinete, le volvieron a preguntar este miércoles por el caso. Attal apeló al derecho a la presunción de inocencia que también han esgrimido tanto Macron como el primer ministro, Jean Castex, en cada entrevista que han ofrecido desde la formación del nuevo Ejecutivo. Igual ha respondido otro visiblemente irritado ministro de Justicia, Eric Dupond-Moretti, —también muy cuestionado por sus críticas al movimiento Me Too— ante a la misma pregunta en el Senado.
Pero el argumento no acaba de convencer.
Darmanin afronta desde 2017 una demanda de una mujer que asegura que se sintió obligada a mantener relaciones sexuales con él en 2009, cuando acudió a pedirle ayuda para limpiar su expediente judicial tras ser condenada por chantaje y amenazas unos años antes. En ese momento, el hoy ministro, era un joven asesor judicial del partido conservador UMP (hoy Los Republicanos, en la oposición). Darmanin sostiene que fue una relación consentida y la justicia ha archivado dos veces el caso. Pero en junio, el tribunal de apelaciones de París abrió nuevas investigaciones, lo que no impidió que poco más tarde Castex lo nombrara al frente de Interior, una de las carteras más poderosas del país y hacedora de jefes de Gobierno y hasta presidentes: por el puesto han pasado Manuel Valls o Nicolas Sarkozy.
Además, esta semana, el colectivo feminista Pourvoir Féministe presentó ante la fiscalía de Lille una nueva denuncia contra Darmanin. Se trata de una mujer de Tourcoing, la ciudad de la que era alcalde hasta su nombramiento como ministro, que en 2015 aseguró también haberse sentido “obligada” a mantener relaciones sexuales con el entonces regidor para lograr una vivienda. La demanda por “abuso de debilidad” fue archivada en 2018, pero ahora la plataforma feminista quiere que sea investigado por “tráfico de influencias” y “conflicto de intereses”.
En una entrevista en La Voix du Nord el sábado, antes de la última denuncia, Darmanin se declaró “tranquilo” ante una polémica que atribuyó a intereses políticos: “Cuando no se puede atacar sobre el fondo, se intenta ensuciar”, dijo. “Estoy totalmente a disposición de los magistrados de Francia”, aseveró.
Pero ahí radica uno de los problemas del caso, sea inocente o no. El “primer policía de Francia” va a ser llamado a declarar, recordó la exministra de Justicia Rachida Dati. “¿Y quién le va a convocar? ¿Quién le va a llevar la convocatoria? La policía. Va a ser convocado por aquellos sobre los que tiene la responsabilidad jerárquica. Va a ser interrogado por alguien cuya carrera depende del señor Darmanin”, resumió la conservadora poco después de publicar en Le Monde una tribuna en la que denunciaba que, con el nombramiento de Darmanin, “Macron envía los peores símbolos a las mujeres víctimas de violencia” al considerar que “una sospecha de violación, de acoso y de abuso de confianza no son un obstáculo para dirigir el país”, como también ha denunciado la izquierda.
No son los únicos. Aunque 167 diputados macronistas firmaron otra tribuna en el mismo diario en apoyo a la presunción de inocencia de Darmanin, empiezan a surgir fisuras en vista de que la polémica está ensombreciendo los primeros pasos del nuevo Gobierno. “Lo fastidioso es que esta historia puede convertirse en una telenovela”, citó la Agencia France Presse a un miembro del Ejecutivo. “Esta historia es caliente porque no pasa”, coincidía un “macronista histórico” en Le Monde. La cuestión, señaló, no es tanto el fondo sobre su presunta inocencia. “El problema está en el plano moral: una acusación de favores sexuales es una mancha indeleble”.
“Subestimaron el caso (…) es muy peligroso”, coincidía otro parlamentario oficialista.
Una actitud que choca ante los precedentes. A las pocas semanas de nombrar su primer gabinete de “irreprochables”, en 2017, cuatro ministros de Macron dimitieron tras surgir las primeras sospechas sobre su “probidad”, entre ellos su mano derecha y ministro de Cohesión Territorial, Richard Ferrand, acusado de nepotismo; y el de Justicia, François Bayrou, por haber presuntamente pagado a colaboradores de su formación MoDem en Francia con fondos del Parlamento Europeo. Hace justo un año, otro poderoso ministro, el de Ecología, François de Rugy, dimitía sin que el mandatario hiciera un solo gesto para evitarlo cuando la prensa reveló unos presuntos “gastos fastuosos” a costa de las arcas del Estado de los que acabó exonerado. Ninguno ha vuelto a entrar en las quinielas de Gobierno.
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