El asesinato de ocho personas en la frontera entre Colombia y Venezuela siembra el terror entre campesinos
La matanza, denunciada por la Defensoría del Pueblo, provoca el desplazamiento de cientos de pobladores
Una vez más la frontera entre Colombia y Venezuela es escenario de una masacre y del desplazamiento de cientos de campesinos. Este sábado, ocho personas fueron asesinadas en la zona rural de Cúcuta y el municipio de Tibú (Norte de Santander), una región que se disputa el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en Colombia, y el grupo narcoparamilitar Los Rastrojos, por las rutas de droga y el contrabando.
Este homicidio múltiple recuerda las peores épocas del conflicto armado en Colombia, cuando entre 1999 y 2006 se cometieron en El Catatumbo decenas de masacres que dejaron 600 muertos. Se trata de un hecho que ya estaba advertido por la Defensoría del Pueblo desde marzo pasado. A pesar de la fuerte presencia de las Fuerzas Militares en esa zona y de que la masacre ocurrió en una población ubicada apenas a 40 minutos de la ciudad de Cúcuta, fue la Defensoría quien llegó hasta el lugar y confirmó “el aterrador hecho”. “Requerimos atención urgente de los entes de investigación, así como de atención inmediata para las víctimas y las numerosas familias que se han desplazado en la zona”, dijo la Defensoría a través de Twitter y difundió unas imágenes pixeladas de los muertos.
Solo hasta el sábado en la noche llegaron las autoridades judiciales que encontraron cinco cadáveres. Al parecer uno de ellos ya había sido recogido por sus familiares. Las otras dos personas fueron asesinadas en un poblado distinto pero cerca de ahí. Aunque el comandante de la Policía de Norte de Santander, coronel Jhon Alzate, ha dicho que no saben ni los nombres de las víctimas ni quiénes son los autores de la masacre; múltiples fuentes en la región confirman a este diario que habría sido cometida por la banda narcoparamilitar Los Rastrojos que atacaron una zona bajo el control del ELN. Los guerrilleros suelen marcar los árboles de las fincas de los campesinos con un distintivo de su organización y así estaba marcada la granja donde fueron asesinados los civiles.
Los Rastrojos ya venían cometiendo crímenes en el triángulo fronterizo, pero se hicieron conocidos en 2019 cuando, según unas fotografías divulgadas, ayudaron al líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, a cruzar por trochas para asistir al megaconcierto del 23-F, la víspera del fallido ingreso de contenedores con medicamentos y alimentos a Venezuela.
No es la primera vez que ocurre un hecho de esta magnitud, agudizado en medio de la pandemia. En marzo pasado, fueron dejados ocho cuerpos cerca de una escuela en la zona rural de Cúcuta que, de acuerdo con la información que las autoridades le entregaron a la Defensoría en ese momento, murieron por enfrentamientos en el lado venezolano, pero “varias horas después fueron trasladados hacia territorio colombiano”, según el llamado sistema de Alerta Temprana de la Defensoría. Por el temor a que vuelva a ocurrir, este fin de semana ya se han desplazado cientos de campesinos que se encuentran a la intemperie en medio de la crisis sanitaria por el coronavirus.
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