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Macedonia del Norte acude a las urnas en pleno repunte de la epidemia de coronavirus

Los sondeos prevén una competición ajustada entre los socialdemócratas de Zoran Zaev y la oposición conservadora, con un papel clave de los partidos albaneses

a mujer pasa frente a carteles electorales del partido Unión Socialdemócrata de Macedonia, este martes en Skopje.
a mujer pasa frente a carteles electorales del partido Unión Socialdemócrata de Macedonia, este martes en Skopje.ROBERT ATANASOVSKI (AFP)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Una diferencia de unos pocos miles de votos podría dar la victoria en las elecciones legislativas anticipadas que este miércoles se celebran en Macedonia del Norte a los socialdemócratas del ex primer ministro Zoran Zaev, según las últimas encuestas, que prevén un escrutinio muy reñido entre los principales contendientes, el partido gubernamental (Unión Socialdemócrata de Macedonia) y la oposición conservadora del VMRO. Pospuestos en abril por la pandemia, los comicios se celebran en pleno repunte del virus (8.200 casos, y un centenar diario de nuevos contagios, en un país de dos millones de habitantes), lo que puede potenciar la abstención pese al traslado, este lunes y martes, de urnas a domicilios y hospitales para facilitar el sufragio de los mayores y los enfermos y casos positivos de coronavirus.

Además de logros como la reducción del desempleo (del 21% al 16%), la mejora de la economía y una agenda social atenta a los derechos y libertades, Zaev fue el principal artífice de impulsar su integración euroatlántica gracias al acuerdo firmado con Grecia en 2018 sobre el nombre de la antigua república yugoslava, en virtud del cual el pequeño país balcánico adoptó la denominación de Macedonia del Norte. El llamado acuerdo de Prespa puso fin a un contencioso de 27 años entre los dos países y remató el último jirón de la desintegrada Yugoslavia, pero también situó a Macedonia del Norte en el mapa internacional como ejemplo de diplomacia tranquila, tras años de turbulenta crisis política. En marzo, Skopje obtuvo la luz verde de Bruselas para la integración; en 2019, se convirtió en el 30º miembro de la OTAN.

La senda prooccidental de Macedonia del Norte también está en juego en las elecciones, a las que los socialdemócratas concurren en una alianza denominada Podemos junto con BESA, uno de los partidos de la minoría albanesa (el 25% de la población, la mayor minoría étnica de los Balcanes). La diferencia es que esta vez el pacto para formar gobierno se ha cerrado antes de las elecciones, y no a posteriori; en cualquier caso, el papel de los partidos albaneses será otra vez determinante. Pero en las urnas también se somete a evaluación el amplio proceso de reformas acometido desde 2017 –con la judicial a la cabeza, con sus luces y sombras– por el Gobierno que dirigió Zaev.

“La convocatoria electoral anticipada es un indicador del riesgo que corre el proceso de reformas”, sostenía en octubre Goran Lazarov en un informe de Eurothink. “También el anuncio del bloqueo del censo de población, precisamente cuando la postura sobre Europa revela una división creciente entre líneas étnicas y políticas. Los albaneses son cada vez más europeístas; los macedonios eslavos, más euroescépticos”. Los conservadores del VMRO tienen su base electoral entre estos últimos, si bien las encuestas parecen confirmar un apoyo unánime de la población tanto a la UE (79%) como a la OTAN (74%).

“El mensaje más importante de estas elecciones es la necesidad de seguir avanzando. En tres años Macedonia del Norte ha ido sumando éxitos. Ha cambiado totalmente su imagen internacional, de pequeño país que suponía un gran problema a un factor regional de paz”, afirma Andreja Stojkovski, director del Prespa Institute. “Es cierto que el Gobierno saliente no ha cumplido completamente sus promesas electorales de 2016, pero hoy vivimos en una sociedad más abierta, más acogedora y donde hay más igualdad y libertad”, añade Stojkovski, que subraya la celebración, el año pasado, de su primera marcha del Orgullo LGTBI como prueba de que es “una sociedad moderna”.

Entre grandes obras de infraestructuras viarias, visibles en Skopje y en los accesos al lago Ohrid –una de las paradas obligadas del cada vez más pujante, hasta la pandemia, turismo extranjero-, las principales preocupaciones de los votantes son la economía, la sanidad y la lucha contra la corrupción. “No hay más justicia que antes, todavía se mantiene la percepción de la corrupción”, coincide Stojkovski, “pero hemos visto procesos judiciales contra representantes de la élite política, del Gobierno y la oposición. Hay una comisión para la prevención y la lucha contra la corrupción que mantiene cierta independencia” y que, cabe añadir, no es inmune a la justicia. En junio, la jefa de la fiscalía especial anticorrupción fue condenada a siete años de cárcel por soborno.

Consolidación de reformas

Para Fani Karanfilova, directora ejecutiva de la Fundación Open Society, lo que está en juego es la consolidación o la marcha atrás del proceso de reformas. “En tres años hemos avanzado claramente, no sólo con la integración en la OTAN y el inicio del proceso de adhesión a la UE respaldado por Bruselas en marzo; también con los acuerdos bilaterales con Grecia y con Bulgaria. Lo que hoy se decide es si corroborar esta democratización en la que aún quedan pasos por dar, como en el ámbito de la justicia. Es muy importante que las elecciones confirmen esta senda y la consoliden, por eso son una oportunidad, no sólo en el plano internacional, sino también para ahondar las reformas en el interior del país. Una hipotética victoria del VMRO supondría un gran riesgo de socavar los acuerdos bilaterales, y de posponer o retrasar el proceso de integración euroatlántica”.

“Una victoria del VMRO, que en 20 días de campaña no ha ofrecido ninguna idea o propuesta de futuro, exacerbaría además el nacionalpopulismo y pondría en peligro lo logrado con Grecia y Bulgaria”, añade Karanfilova por teléfono, no sin señalar el riesgo cierto de alta abstención por el miedo a la pandemia. En la memoria de todos, y especialmente la de Karanfilova, que vio cómo la organización que dirige y otra veintena de ellas eran objeto de ataques e investigaciones instigadas por el Gobierno del VMRO, está el fantasma de la crisis institucional que eclosionó en 2015 por un escándalo de escuchas a miembros de la oposición y la sociedad civil, crisis a la que puso fin la llamada revolución de los colores y la posterior llegada al poder de Zaev. El VMRO ha declinado la solicitud de entrevista para este reportaje.

Bujar Osmani, viceprimer ministro para Asuntos Europeos, jefe de la negociación con Bruselas y representante del DUI, otro de los pequeños partidos albaneses, enumeraba en una entrevista realizada a finales de enero en Skopje la contribución del país a la comunidad internacional. “Todos los partidos están de acuerdo, al margen de su filiación, en que no hay alternativa a la Unión Europea. Hemos hecho mucho por Europa: en 2016 protegimos las capitales europeas al cerrar la ruta de los Balcanes [a los refugiados]. En el ámbito euroatlántico, nuestro Ejército ha participado en misiones de la OTAN en Irak y Afganistán… y en casa, hemos hecho todo lo que se nos pedía: pactar con Grecia, el acuerdo de buena vecindad con Bulgaria y la ley de cooficialidad lingüística del albanés. El Gobierno que salga de las urnas debe aceptar estos logros”, afirmaba Osmani. El VMRO, principal detractor del acuerdo de Prespa con Grecia por menoscabar a su juicio la soberanía nacional, ha creado una comisión de seguimiento del pacto.

Que el destino de Macedonia del Norte se incline aún más claramente hacia Occidente, o bien bascule hacia el Este por los intereses de Rusia, con vínculos con el VMRO; China y su tramo balcánico, vital, de la Ruta de la Seda, y Turquía, con predicamento entre la minoría albanesa, dependerá del reñido resultado de las urnas. Pero sobre todo se decidirán el bienestar y el futuro inmediato de los más de dos millones de macedonios (1,7 millones de electores) sojuzgados hoy por la pandemia.

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