Macron: “La República no desmontará ninguna de sus estatuas”
“Hay que trabajar y producir más”, dice el presidente francés al perfilar las grandes líneas de la recuperación tras el confinamiento y la desescalada
Emmanuel Macron salió este domingo de su silencio sobre las protestas antirracistas en Francia para anunciar medidas para garantizar la igualdad de oportunidades y afirmar que no aceptará una revisión de símbolos y personajes históricos asociados con el racismo, como ha ocurrido en Estados Unidos, el Reino Unido o Bélgica. El presidente francés formuló estas reflexiones durante un discurso de 20 minutos destinado a dar por concluidos los meses el confinamiento y la desescalada en Francia y perfilar las grandes líneas de “una nueva etapa que permitirá acelerar la recuperación”.
“Hay que luchar contra el hecho de que la dirección postal, el apellido o el color de la piel reducen en nuestro país las oportunidades que cada uno debe tener”, dijo el presidente francés en un discurso en horario de máxima audiencia. “Seremos inflexibles ante el racismo, el antisemitismo y las discriminaciones”, aseguró.
Al mismo tiempo, el presidente pidió apoyo y respeto a policías y gendarmes, señalados estos días como responsables de actos y palabras racistas. Y, en respuesta a otra de las peticiones —incluso defendidas por personalidades como el exprimer ministro Jean-Marc Ayrault— para eliminar estatuas o rebautizar lugares públicos, replicó: “La República no borrará ningún rastro ni nombre de su historia. No olvidará ninguna de sus obras. No desmontará ninguna de sus estatuas. Más bien debemos mirar juntos y con lucidez toda nuestra historia, todas nuestras memorias”.
En Francia, se cuestionan las estatuas de figuras como Jean-Baptiste Colbert, ministro de Finanzas de Luis XIV y considerado el inspirador del dirigismo económico que todavía hoy rige las políticas del país. Colbert también fue el artífice del Código negro, que en 1685 reguló la esclavitud en las colonias francesas
La esperada intervención sobre las protestas antirracistas, que empezaron en Francia tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en EE UU, era una parte de un discurso más amplio, el cuarto desde que el 16 de marzo decretó el confinamiento para frenar la expansión del coronavirus. Macron declaró una “primera victoria” ante el virus, aceleró algunas etapas de la desescalada y prometió extraer lecciones de los errores. También esbozó cómo debe ser la recuperación económica y abrió la vía para los futuros cambios en la organización del Estado, sin precisar el contenido de las reformas.
Desde el lunes, los cafés y restaurantes de París estarán del todo abiertos, y no solo las terrazas, como hasta ahora. Y a partir el 22 de junio la escuela será obligatoria para todos: hasta ahora era voluntaria. Esto significa lo más parecido al regreso a la normalidad de Francia, después de que el sábado el Consejo de Estado levantase la prohibición de manifestarse, prohibición desobedecida en las concentraciones antirracistas. El estado de urgencia sanitaria está en vigor hasta el 10 de julio, aunque el Gobierno prepara una ley que le permitiría adoptar medidas restrictivas más allá de esa fecha.
La prioridad ahora es construir una economía “fuerte, ecológica y soberana”, dijo Macron, quien anunció un plan de inversiones para la instrucción, la formación y el empleo de los jóvenes, que pueden ser uno de los sectores de la población más golpeados por la recesión. “Les debemos tanto: les hemos pedido tanto durante este periodo”, resumió.
La deuda, que con las medidas anticrisis se ha disparado hasta cerca le 120% del PIB, no se reducirá con subidas de impuestos. “Nuestro país ya es uno de los que tiene una fiscalidad más pesada, incluso si, desde hace tres años, hemos empezado a bajarla. La respuesta es construir un modelo económico duradero, más fuerte, trabajar y producir más para no depender de los demás”, dijo el presidente.
No habrá un viraje a la izquierda ni una renuncia total al programa centrista con el que el presidente salió elegido en 2017. El intervencionismo estatal —casi 500.000 millones de euros gastados— se combina con la exhortación a trabajar y producir más y la promesa de no aumentar impuestos. La defensa de la “independencia tecnológica, digital, industrial y agrícola” de Francia, con las proclamas europeístas. El programa esbozado el domingo es también un programa electoral para las presidenciales de 2022.
La Francia postcovid-19 deberá descentralizarse, según Macron, con más decisiones adoptadas en el ámbito local, siempre dentro los márgenes estrechos que permite a República francesa. Algunos errores en la gestión de la pandemia se han atribuido en Francia al exceso de centralismo: el ejemplo de la Alemania federal, que ha gestionado mejor la crisis, ha abierto una reflexión sobre la estructura del Estado. “Todo no puede decidirse en París”, dijo.
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