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El hombre que diseña la Italia pospandemia

Vittorio Colao, ex consejero delegado de Vodafone, entrega su hoja de ruta para la reconstrucción del país y gana enteros como candidato de emergencia

Vittorio Colao, ex consejero delegado de Vodafone, durante un congreso en Milán a principios de 2016.
Vittorio Colao, ex consejero delegado de Vodafone, durante un congreso en Milán a principios de 2016.Pier Marco Tacca (Getty Images)
Daniel Verdú

La crisis sanitaria atravesaba su peor momento y el Gobierno italiano, en la fragilidad consustancial a su naturaleza de coalición múltiple, necesitaba apoyarse en otras figuras. Hay dos versiones de cómo surgió el nombre: la primera apunta que fue el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien lo propuso. La otra, asumida oficialmente por los protagonistas, señala que en realidad fue el propio primer ministro, Giuseppe Conte, tras leer un artículo de Vittorio Colao, ex consejero delegado del grupo Vodafone, quien le propuso diseñar el plan de reconstrucción para la salida de la crisis. La realidad es que el empresario recibió una llamada en su casa de Londres hace dos meses y aceptó el encargo. El pasado lunes entregó el documento final, que servirá de base para el debate que ha convocado Conte para este fin de semana con los actores sociales y económicos en Roma. Su nombre pasa al frigorífico de la reserva en caso de crisis de Gobierno en otoño.

Vittorio Colao nació en 1961 en Brescia (Lombardía), una de las zonas más afectadas por el coronavirus. Fue consejero delegado del grupo Vodafone entre 2008 y 2018. Había pasado por sus divisiones nacionales y continentales antes de pilotar toda la compañía y encargarse de operaciones titánicas como la venta de la estadounidense Verizon. Hoy, después de pasar también por RCS Media Group (propietaria del Corriere della Sera) y Morgan Stanley, es probablemente el empresario italiano más citado y respetado. En abril recibió el encargo y pilotó desde Londres —donde vive todavía— un grupo de trabajo de 17 personas, formado por antiguos ministros, ejecutivos, economistas, psicólogos, sociólogos o físicos que debía sentar las bases del día después de la pandemia: 126 páginas de análisis de la nueva organización con 102 ideas divididas en seis grandes áreas para relanzar una Italia devastada económicamente por la covid-19.

El diseño va desde la digitalización de la Administración y la vida pública, a la mejora de aspectos financieros, pasando, por primera vez, por una “valoración del impacto de género”. Es decir, un método para integrar en total paridad a hombres y mujeres en el sistema. “Se trata de convertir la emergencia en oportunidad”, ha explicado Colao a La Stampa. “De las 102 ideas, me contentaré con que el Gobierno haga suyas al menos unas 40. Para mí el capítulo fundamental es el de las empresas y el trabajo: son los nodos más difíciles de superar. Y si no se hace, el país no podrá volver a ponerse en marcha”.

Un programa de gobierno

El esquema de Colao, un hombre calmado y apasionado del ciclismo, tiene algunas ideas novedosas y muchos puntos que todos los Gobiernos han reivindicado en sus mandatos y jamás han conseguido llevar a puerto. La lucha contra la evasión fiscal y la economía sumergida, que le cuesta a Italia unos 170.000 millones de euros anuales; o la simplificación del código de contratación del Estado para reactivar la obra pública. Otras, como la evaluación por objetivos de los cuadros dirigentes o la exención de responsabilidad penal a los empresarios cuyos trabajadores contraigan la covid-19, son nuevas. “El problema de muchas de esas ideas no es tenerlas, sino que exista la voluntad política de ejecutarlas”, señala un subsecretario socialdemócrata de la coalición de gobierno. La lista es larga, quizá más parecida a un programa de gobierno que a una receta anticrisis económica. Este fin de semana, en lo que Conte ha llamado Estados Generales de la economía, deberían debatirse algunos de sus apuntes. Pero comienza mal.

El primer ministro, que nota ya la presión de los empresarios y de la oposición, tenía prisa en presentar su candidatura para la reconstrucción del país. Lo hizo en su última rueda de prensa, sin consultar a sus socios de Gobierno. Y el PD (Partido Demócratico), en cuyas filas milita el ministro de Economía, Roberto Gualtieri, se ha rebelado. La dirección del partido considera una frivolidad pretender liquidar en tres días el diseño del futuro de toda una nación y recuerda a Conte que no podrá seguir en el Palacio Chigi sin sus votos. Vuelve el ruido de sables.

Colao se retira de la partida, asegura. Pero las nubes de una crisis de gobierno sobrevuelan la tormentosa política italiana y su nombre sería muy valioso en caso de formarse un Ejecutivo de unidad. El politólogo Giovanni Orsina cree que su historia guarda similitudes con el origen del Gobierno de Mario Monti en 2011. “Cuando Colao fue nombrado hubo toda una teoría de cómo Sergio Mattarella estaba comisariando a Conte en un momento de debilidad. Era el tiempo en el que también se hablaba de Mario Draghi, parecía un modo de sostener una política débil. Pero también un plan b, por si saltaba el Gobierno. Lo mismo que cuando Giorgio Napolitano [expresidente de la República] nombró a Monti senador vitalicio”, apunta.

En el palacio del Quirinal se tiene a Colao por un hombre valioso para el futuro. Forma parte de un grupo de activos —como el propio exgobernador del Banco Central Europeo Mario Draghi, o el economista Carlo Cottarelli— que Mattarella tiene en altísima estima. El antiguo CEO de Vodafone, además, goza del respeto unánime de los empresarios italianos, de los salones de poder del norte del país y de piezas clave de la coalición de Gobierno como Matteo Renzi, que ha confesado su admiración por él. “Si la situación fuese crítica y hubiese que recurrir a un Gobierno de unidad que incluyese a la oposición en otoño, él sería un nombre interesante”, señalan fuentes de la patronal Confindustria. Colao, sin embargo, dice que “se va a regar sus plantas”. La declaración canónica para ser considerado un buen candidato.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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