¿Dónde está el hombre fuerte de Putin en Chechenia?
Medios rusos informan de que Ramzán Kadírov, que minimizó el impacto del coronavirus, está hospitalizado en Moscú
La especulación sobre el estado de salud de Ramzán Kadírov se ha disparado. El líder de Chechenia y estrecho aliado del presidente ruso, Vladímir Putin, no se ha mostrado en público desde hace días y varios medios rusos informan de que padece la covid-19. Tres agencias rusas, incluida la estatal Tass, afirman, citando fuentes médicas sin identificar, que está hospitalizado en Moscú, que llegó a la capital rusa el jueves por la noche y que está “estable”. El Kremlin no ha comentado nada sobre el estado o el paradero del ambicioso líder checheno, de 43 años, que ha gobernado con puño de hierro la montañosa región del Cáucaso norte con un régimen muy personalista y que no tiene un claro sucesor. La incertidumbre sobre su salud podría tener implicaciones serias para Chechenia, asolada por dos guerras tras la desintegración de la URSS.
Sus aliados más cercanos han dado respuestas muy ambiguas sobre el estado de Kadírov. El diputado de la Duma estatal y también muy cercano al líder checheno Adam Delimjanov escribió anoche en un tono críptico en su perfil de Instagram que los miembros del equipo de Kadírov están rezando por él y piden que “sane de cualquier dolencia”. Siguiendo también la línea de comunicarse a través de la famosa app de fotografía (propiedad de Facebook) que al líder checheno siempre le ha encantado –aunque tiene vetado su uso por las sanciones financieras de EE UU y es bloqueado intermitentemente-, su ministro de Política Interna e Información, Djambulat Umarov, plasmó una cita supuestamente de Kadírov en la que asegura que cuando está en silencio es porque está pensando.
Solo este sábado, mientras las especulaciones sobre su salud se agudizan, el presidente del Parlamento de Chechenia, Magomed Daudov, ha sido más contundente y ha asegurado que todo lo que se está contando son “chismes”. “Está sano, lo que se ha escrito no es verdad”, ha declarado en un directo en su cuenta de Instagram.
El portal de información especializado Nudo caucásico ha trazado su última aparición pública el 15 de mayo. Antes de eso, Kadírov mantuvo una apretada agenda con reuniones de su Gabinete y visitas a centros de salud y hospitales. En uno de ellos, después de recorrer las instalaciones con un traje de protección amarillo, similar al que en su día utilizó Putin para visitar el principal centro para el tratamiento del coronavirus de Moscú, se hizo decenas de fotografías con los sanitarios, sin mascarilla y ninguna distancia de seguridad.
Una vez rebelde y hoy aupado y consolidado en el poder por Putin tras el asesinato de su padre, Ajmát Kadírov, en 2004, Ramzán Kadírov asegura al presidente ruso la estabilidad de la región, sofocando inmediatamente cualquier amago de crítica u oposición. Mientras, el Kremlin lleva años mirando hacia otro lado ante las continuas denuncias de violaciones de derechos humanos. A la vez, Chechenia es una región muy dependiente de los fondos estatales: más de un 80% de su presupuesto, el equivalente en rublos a mil millones de euros en 2018, proviene de programas federales.
Ekaterina Sokirianskaia, analista especializada en Derechos Humanos en la región, da credibilidad a las informaciones de la enfermedad de Kadírov. “Podrían estar tratando de ocultarlo porque piensen que puede dañar su imagen de hombre fuerte, siempre controlando la situación, tratando de mostrarse continuamente como un líder joven y sano”, señala por teléfono. “Pueden incluso tener cierto miedo a perder control en la región”, comenta Sokirianskaia, que añade que Kadírov se ha mostrado, además, infringiendo las normas de cuarentena que él mismo ha fijado.
“No esperaría muchas turbulencias por la situación actual, pero por supuesto sus círculos de poder pueden temerlas. Un régimen tan personalista y autocrático, impulsado por la represión brutal, normalmente tiene miedo a que cuando desaparece –aunque sea de forma temporal— la persona que lo mantiene o encabeza pueda colapsar. A que si esa pieza del sistema no está, todo se desestabilice”, señala la experta, que incide en que si algo sucediera, en cualquier caso sería el Kremlin quien decidiese sobre Chechenia.
Ya en marzo, Kadírov minimizó el coronavirus y aconsejó a sus funcionarios que comieran más ajo para “prevenirlo”. Y bromeó con su ministro de Sanidad, Eljan Suleimanov, con que ambos habían tenido la covid-19. “No pudo derribarnos”, dijo. “Teníamos todos los síntomas, probablemente estuvimos enfermos con el coronavirus, pero nos reímos. No tenemos miedo”, dijo en una reunión de su Gabinete transmitida en las noticias de la noche en Grozni TV.
Sin embargo, a la vez, Ramzán Kadírov impuso temprano una cuarentena muy rígida, cerró las fronteras de Chechenia el 4 de abril y clausuró todos los restaurantes, salones de belleza o lugares de ocio; e incluso declaró toque de queda entre las ocho de la tarde y las ocho de la mañana. Y aseguró que aquellos que violaran el confinamiento eran “peores que terroristas” y deberían ser “enterrados en un agujero en el suelo”. Todo, no obstante, a la vez que silenciaba las llamadas de alerta y comentarios de los profesionales sanitarios que criticaban la falta de medios de tratamiento y protección. Aquellos que hablaron públicamente fueron tachados de “provocadores” y tuvieron que retractarse en la televisión estatal, donde pidieron disculpas; algunos fueron despedidos, según los medios especializados.
A finales de abril, Kadírov amenazó a una periodista del diario independiente Novaya Gazeta, Elena Milashina, especializada en la región del Cáucaso ruso, por destapar que en Chechenia el miedo de los enfermos de la covid-19 a ser tratados como terroristas ha empujado a muchos a ocultar la situación. Una realidad, contaba Milashina en su artículo Morir de coronavirus es un mal menor, en el que hablaba también de las violaciones del confinamiento del líder checheno, que no solo ha derivado en fallecimientos sino que ha agravado la situación de la región. No es la primera vez que la periodista –que en su día destapo también las torturas y las purgas de personas homosexuales en Chechenia—, por la que ahora ha emitido una alerta Amnistía Internacional, es atacada.
Las controvertidas cifras oficiales muestran que el coronavirus ha tenido bajo impacto en Chechenia. En la región, de 1,5 millones de habitantes, se han registrado 1.046 infectados y 11 fallecidos, según las autoridades. Mientras que en la vecina Daguestán la preocupante situación ante el número y la gravedad de los infectados que está aflorando ha llevado al Kremlin a movilizar recursos estatales e incluso al Ejército.
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