Netanyahu y Gantz aplazan la toma de posesión del nuevo Gobierno por disputas en el reparto de carteras
El Ejecutivo de coalición que iba a poner fin a 500 días de bloqueo político retrasa su formación hasta el domingo
El Gobierno de unidad nacional que ponga fin a 500 días de bloqueo político en Israel tendrá que esperar. Cuando estaba a punto de comenzar en la tarde del jueves la sesión de la Kneset (Parlamento) en la que iba a tomar posesión el nuevo Gabinete, el primer ministro en funciones, el conservador Benjamín Netanyahu, y su socio de coalición, el centrista Benny Gantz, anunciaron un aplazamiento del acto oficial hasta el domingo, tras el fin de semana judío. La pugna de última hora por el reparto de carteras en el seno del Likud, el partido de Netanyahu que ha acaparado ministerios durante la última década, forzó el retraso de la sesión a pesar de la oposición inicial de Gantz.
El feroz regateo de zoco oriental que caracteriza la política israelí amenaza con ensombrecer el estreno del Gobierno israelí con mayoría sólida en la Kneset, después de 17 meses de inestabilidad jalonados por tres elecciones legislativas que arrojaron resultados no concluyentes. Gantz retiró de inmediato su dimisión como presidente provisional de la Cámara para evitar que Netanyahu pueda forzar una nueva convocatoria de elecciones.
Ambos accedieron a formar un Ejecutivo de emergencia con el objetivo de hacer frente la pandemia de coronavirus, que en Israel ha tenido limitadas consecuencias sanitarias —unos 16.500 infectados y 264 muertes— pero que ha golpeado con fuerza la economía y ha disparado la tasa de desempleo por encima del 25%. Para ello acordaron turnarse en el puesto de primer ministro, en una rotación que iniciará Netanyahu durante los próximos 18 meses. Gantz ejercerá mientras tanto como jefe de Gobierno adjunto.
Para acomodar a todos los socios de coalición —al menos seis partidos, más algunos diputados escindidos de sus listas— el pacto entre Netanyahu y Gantz amplió hasta 36 el número de ministros, a los que se suman 16 viceministros, en el Gabinete con mayor número de carteras y altos cargos desde la creación del Estado de Israel, hace ahora 72 años.
A pesar de la clara diferencia a favor de la derecha en números de escaños, los ministerios se han repartido por igual entre el bloque conservador —Likud, partidos ultrarreligiosos e independientes de derechas— y el bloque progresista —integrado por Azul y Blanco, la alianza centrista liderada por Gantz, y los últimos restos del histórico Partido laborista—, lo que ha dificultado el reparto de puestos que correspondían a la cuota de Netanyahu. Varios exministros salientes anunciaron que boicotearían la sesión de la Kneset si no se mantenían en el cargo.
La nueva legislatura está llamada a poner fin a un quinquenio de hegemonía conservadora, bajo el Gobierno considerado más conservador en la historia del Estado judío. El retorno a las fórmulas tradicionales de coalición de centroderecha, más acordes con una representación real de la sociedad, reintroduce el pragmatismo y un horizonte de moderación en la política israelí.
Netanyahu, que comparecerá por primera vez el día 24 ante la justicia en el inicio de su proceso por corrupción, va a controlar también la economía. Mientras tanto, Gantz y su brazo derecho, el también exjefe del Ejército Gabi Ashkenazi, dirigirán respectivamente Defensa y Relaciones Exteriores.
La contención del coronavirus será el eje central de la coalición durante sus seis primeros meses de existencia. Israel se dispone a retornar a la normalidad previa a las restricciones sanitarias a partir de finales de este mes. Posteriormente se transformará en Gobierno de unidad nacional con el objetivo de tender puentes en una sociedad polarizada entre religiosos y laicos y marcada por las desigualdades económicas.
Los ultraortodoxos, por su parte, se reservan carteras clave, como la de Vivienda, para proteger sus intereses. También está prevista la incorporación de dos laboristas a ministerios económicos y sociales. Netanyahu ha excluido de la negociación final a casi todas las fuerzas del nacionalismo más radical, que impulsan con determinación la anexión parcial de Cisjordania. Los principios programáticos del nuevo Ejecutivo que han sido remitidos a la Kneset no mencionan la extensión de la soberanía israelí a los asentamientos y el valle del Jordán, un punto que fue incluido por Netanyahu en el acuerdo político de la coalición con Gantz.
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