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Partidos del Gobierno holandés critican la política de halcón de Rutte en la UE

El ministro de Finanzas admite que no mostró “suficiente empatía” con el sur de Europa, aunque mantiene su rechazo a la emisión de ‘coronabonos’

Wopke Hoekstra, a la izquierda, conversa con su homólogo belga, Johan Van Overtveldt, este viernes.Vídeo: JULIEN WARNAND / REUTERS-QUALITY
Isabel Ferrer

Las críticas contra los Países Bajos por su falta de solidaridad con el sur de la Unión Europea, al negarse a la creación de eurobonos reclamados por España, Portugal e Italia para combatir la crisis provocada por la Covid-19, han hecho mella en el Gobierno de centro derecha. Dos de los socios de la coalición en el poder, los liberales de izquierda (D66) y la Unión Cristiana (CU), invocaron el apoyo mutuo y un plan Marshall para la UE. Justo lo contrario que la mano dura defendida por el primer ministro Mark Rutte.

Wopke Hoekstra, ministro de Finanzas, ha admitido este martes: “Debimos claro que queremos ayudar; no tuvimos suficiente empatía y lo expresamos de una forma que provocó rechazo”. Los Países Bajos se opusieron a la petición de España e Italia de una emisión de coronabonos y acceso a fondos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en la cumbre europea del pasado jueves para hacer frente a la crisis provocada por la pandemia.

No es la primera vez que el Ejecutivo neerlandés muestra distintas sensibilidades sin perder la cohesión, pero llama la atención que las dos voces discordantes sean de portavoces políticos en el Congreso.

A pesar del aparente apoyo parlamentario a la postura oficial de firmeza fiscal defendida por Rutte, la acusación de falta de respaldo ha dolido en el seno del Ejecutivo. “Si provocas semejante tormenta de críticas, es que no lo hemos hecho bien. Lo que no queremos se ha entendido perfectamente, pero no así lo que queremos. Tenía que haberlo hecho mejor”, admitía este martes el ministro Hoekstra, en unas declaraciones al canal financiero televisivo RTLZ. Su admisión no quita que siga considerando razonable preguntar a los países que piden los eurobonos por el tipo de seguro financiero con que cuentan para afrontar la crisis económica que se avecina. Sobre todo, porque, de aceptarse los bonos, le resultará más barato pedir dinero a España e Italia, pero se genera una deuda que debe ser absorbida por todos los miembros de la eurozona. Por eso, Hoekstra puntualizaba sus declaraciones: “No vamos a apoyar esos bonos; no solucionan el problema”. Y sobre el acceso a los fondos del MEDE, recalcó que “solo lo aprobaremos como reserva para países que lo necesiten, y ahora no es el momento”.

La coalición de Gobierno tiene buena sintonía, pero ello no ha impedido esta vez que Gert-Jan Segers, portavoz parlamentario de Unión Cristiana, haya abogado ante el Parlamento “por un plan Marshall para el sur de Europa, que ha sido arrasado [por la Covid-19]”. Para apoyar el argumento, Segers recalcó que “Italia es un drama, el país está en ruinas, y creo que el primer mensaje debe ser ‘te ayudaremos”. Rob Jetten, el portavoz liberal de izquierda, ha sido incluso más crítico con la línea dura del Ejecutivo que representa, recordando que “los Países Bajos se han hecho ricos gracias a la UE”. “Con el empleo y los sueldos en el aire en toda Europa por culpa de la pandemia, no debemos dejar que nuestros amigos se ahoguen. Solo saldremos de esto juntos”, escribía en su cuenta de Twitter.

Apoyo a través del BCE

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Adriaan Schout, catedrático de Administración Pública, califica de errónea la imagen de insolidaria atribuida en estos momentos a Países Bajos, “porque el Banco Central Europeo (BCE) se ha asegurado de que no falte la liquidez para que todos los países puedan tomar las medidas que precisen en esta crisis, y ahí participa por completo la parte neerlandesa”, explicaba este martes, en conversación telefónica. “Pueden faltan medios y equipamiento en general en la parte sanitaria de la Covid-19, pero la solidaridad europea es la liquidez en la UE, y eso también es solidaridad neerlandesa”, aseguraba.

Schout lamenta el tono y vocabulario de las críticas dirigidas a su país a cuenta de los eurobonos, porque “cuando la Covid-19 haya sido controlada, habrá que ver cómo está la economía y la deuda, y entonces, la pregunta clave será si los países pueden pagarla. La economía tiene que estar al día, cada día, y lo importante es la fortaleza de cada país a largo plazo. Que las economías de los socios comunitarios estén orientadas hacia un futuro estable, con buenas inversiones y gastos controlados. Por el contrario, si la situación nacional no es buena, el problema de la deuda y pago de bonos al BCE lo tendrá cada país y la propia eurozona”, concluye.

A vueltas con la deuda y los hombres de negro

La firmeza que ha querido demostrar el Gobierno de La Haya en términos financieros choca, por un lado, con el elevado número de muertes en todos los países afectados y los niveles de deuda ya existentes. Hasta el presidente del banco central neerlandés, Klaas Knot, admitía estos días que “cuando ves lo que ocurre con el coronavirus en Italia y España, la llamada a la solidaridad es lógica”.

 

El ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, es cristianodemócrata, y el primer ministro Mark Rutte, liberal de derecha, el partido mayoritario de la coalición, y tradicionalmente cercano al mundo de la empresa. A ninguno de los dos le gusta la idea de los eurobonos porque temen que ello suponga al final el pago comunitario de la deuda nacional española e italiana. Los créditos del MEDE y los propios eurobonos cuentan con el respaldo financiero de todos los países del euro. Pero ni los Países Bajos ni Alemania han tenido que recurrir a ellos porque no tienen problemas de financiación en los mercados.

 

Los créditos del MEDE van asociados a una condicionalidad que supone en la práctica la intervención de las economías a las que se busca ayudar (basta recordar los famosos hombres de negro que supervisaban los planes de ajuste y de reforma como consecuencia de los rescates aprobados durante la crisis financiera).

 

Por otro lado, los eurobones permiten que los países con un elevado nivel de deuda puedan financiarse a precios más baratos de lo que los mercados exigirían a los países individualmente y, como efecto rebote, ello podría acabar encareciendo las emisiones de deuda de países como Alemania o los propios Países Bajos, de ahí su rechazo.

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