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Un Trump errático afronta una crisis sin precedentes en año electoral

Con el brote del coronavirus, el presidente de EE UU echa mano de su manual de siempre

Donald Trump mira a Mike Pence este sábado, durante su comparecencia en la Casa Blanca. En vídeo, sus declaraciones sobre la situación económica en la crisis sanitaria.Foto: REUTERS | Vídeo: EUROPA PRESS
Amanda Mars

Exageraciones, gracietas, imprecisiones y, a veces, sencillamente datos falsos. La actitud de Donald Trump al frente de una pandemia agresiva y global como la del coronavirus no se ha desviado del manual político del presidente de Estados Unidos, el manual de un showman. Desde que comenzó esta crisis, su discurso ha pasado del escepticismo a la gravedad, pero tanto en uno como en otro tono, Trump ha proporcionado información errónea y creado situaciones cómicas, como cuando, en plena comparecencia pública el viernes para comunicar la emergencia nacional, se puso a estrechar manos, saltándose una de las normas más básicas de prevención. En pleno año de reelección, el magnate neoyorquino se enfrenta a una crisis sin precedentes en la memoria reciente, navegando en un escenario inexplorado.

Max Boot, un articulista de The Washington Post, escribiría la semana pasada que Trump se estaba demostrando incapaz de gestionar una crisis que no había fabricado él mismo, como una guerra comercial con China o un pulso migratorio con México. Habría que añadir que el coronavirus, tal vez la crisis más grave a la que se puede estar enfrentando su presidencia, tampoco es un enemigo con cara y ojos al que desafiar a golpe de tuits. Es un problema que ha puesto en jaque a varios Gobiernos europeos, que ha provocado errores de bulto en varios de ellos y que está poniendo en cuestión el liderazgo personal del republicano.

El mensaje incrédulo del presidente cambió esta semana, conforme las cifras de muertos y contagiados se desbocaba en Europa y resultó evidente que, a tenor del ritmo en Estados Unidos y las escasas pruebas realizadas, el desastre había saltado a este lado del Atlántico y estaba a punto de estallar. El miércoles por la noche se dirigió a la nación en horario de máxima audiencia desde el escritorio del Despacho Oval. Debía anunciar el veto a la llegada de extranjeros que hubiese pasado por países del espacio Schengen en los últimos 14 días, entre otras medidas.

Pero en el discurso televisivo no fue eso lo que dijo. Con toda solemnidad, afirmó que la suspensión de viajes era de carácter absoluto y también afectaba al transporte de mercancías, lo que supondría un choque fenomenal para la economía del mundo y que automáticamente se tradujo en caídas de los futuros del índice bursátil Dow Jones, cerrado a cotización a esas horas. En cuanto acabó la comparecencia, un tuit del presidente corregía el error: “La restricción para personas, no productos”. También dijo ante las cámaras que las compañías aseguradoras eximirán del copago en los tratamientos por el Covid-19, cuando solo sería para realizar las pruebas. La declaración escrita enviada a la prensa también recogía la información correcta. No fue un cambio de decisión, el presidente, sencillamente, se había saltado el guion.

La Administración activó medidas con rapidez al principio de la crisis, como las restricciones a los viajes de China, Corea del Sur y partes de Italia, y ha actuado, en general, con más anticipación que al otro lado del Atlántico, pero el discurso del presidente ha resultado errático, con espacio también para la bufonada. Puro Trump. A primeros de marzo, cuando aún le quitaba hierro a la crisis, comentó entre bromas: “Llevo semanas sin tocarme la cara, lo echo de menos”.

Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, sin ninguna experiencia en este ámbito, se ha convertido en una de las voces más influyentes para el presidente en la gestión de esta crisis, según la versión de fuentes de la Casa Blanca citadas en el Post, crisis que puede convertirse en un misil inesperado para su campaña de reelección en las presidenciales de noviembre.

Las medidas de prevención tomadas en Estados Unidos para frenar los contagios ―miles de colegios y negocios cerrados por todo el país, centenares de torneos deportivos suspendidos y actividades culturales cerradas, entre otros― suponen una arponada en la bonanza del país. En Europa, la recesión ya se ha convertido en el escenario base con el que trabajan los analistas y el daño económico para la primera potencial mundial está por calibrar. De momento, el Congreso ha dado luz ver a un paquete de medidas para ayudar a familias y negocios. Para Trump, supondría perder una de sus grandes bazas electorales, la buena marcha de la economía.

Ese temor se percibió en su comparecencia de este sábado ante la prensa, cuando atacó la política monetaria de la Reserva Federal por timorata ―Trump reclama más estímulos económicos― y reivindicó su derecho a despedir a su presidente, Jerome Powell, una declaración que puede sacudir aún más los trémulos mercados financieros. Podría, dijo, “poner a otra persona al mando”, si bien “no he tomado una decisión al respecto”. Esa rueda de prensa aportó una imagen muy descriptiva de la gestión de esta crisis. Primero comparece Trump, ataviado con gorra, responde vaguedades. Luego toma la palabra el vicepresidente, Mike Pence, nombrado por Trump como coordinador de la respuesta gubernamental, en tono serio y dando los datos más concretos junto a los expertos.

Las declaraciones previas, desdeñando la gravedad de la epidemia y ufanas sobre su gestión, pesarán como una losa en la hemeroteca del presidente. “El año pasado 37.000 estadounidenses murieron por la gripe común. Es una media de entre 27.000 y 70.000 muertes por año. Nada se ha cerrado, la vida y la economía siguen adelante. En este momento hay 546 casos de coronavirus confirmados, con 22 muertes. ¡Piensen en ello!”, escribió en su cuenta de Twitter el pasado lunes. “La prensa mentirosa y su socio, el Partido Demócrata, está haciendo todo en su semi-considerable poder (solía ser mayor)” para inflamar esta situación, tuiteó también.

Al día siguiente, tras una reunión con los republicanos en el Capitolio, se mostró entusiasta: “Las últimas novedades sobre la [lucha contra] el virus son muy buenas. Está yendo muy bien. Tenemos gente tremenda. Un gran grupo de trabajo que está haciendo un gran trabajo”. En los días anteriores se había pronunciado con más ligereza: “Parece que para abril, ya sabe, cuando hace un poco más de calor, milagrosamente se va”, dijo en un mitin del 10 de febrero. “Estamos muy cerca de lograr la vacuna”, se despachó dos semanas después. La Casa Blanca tuvo que matizar luego que el presidente se refería al Ébola, no al Covid-19.

Este viernes un reportero preguntó a Trump sobre la disolución de la unidad de enfermedades pandémicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. El presidente replicó que la pregunta era “asquerosa”, teniendo en cuenta los esfuerzos de la Administración por salvar vidas. Este domingo, en otras comparecencia, se mostró optimismo: “Relax, nos está yendo bien, esto pasará”. Acto seguido, el experto peidemiólogo de la Casa Blanca, se expresó en otros sentido: “Lo peor está por llegar”.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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