“El crecimiento económico no garantiza la estabilidad”
El titular chileno de Exteriores asegura que el país latinoamericano vive una "crisis posmoderna" protagonizada por las clases medias
Abogado y académico, Teodoro Ribera Neumann (Temuco, 61 años) es un veterano de los Gobiernos del presidente chileno Sebastián Piñera. Exministro de Justicia (2011-12), ahora es el titular de la cartera de Exteriores. De paso por Madrid, donde participó en la Cumbre del Clima y se reunió con empresarios españoles, asegura que la crisis que vive su país es una "crisis posmoderna", protagonizada por las clases medias.
Pregunta. Dos meses de protestas y la crisis, aunque ha bajado de intensidad, sigue. ¿Qué está pasando?
Respuesta. Esto comienza con una convocatoria por parte de estudiantes de secundaria para no pagar el metro de Santiago, a la cual se suman luego grupos anárquicos y el 18 de octubre empiezan a producirse manifestaciones por parte de grupos limitados que rompen los validadores o lectura de códigos de las tarjetas. De las cuatro o cinco de la tarde en adelante, se produce el incendio de varias estaciones, seis de ellas destruidas completamente, lo que genera un caos porque el ferrocarril metropolitano suspende su funcionamiento y obliga a millones de personas a trasladarse desde el centro de Santiago a sus domicilios sin que la ciudad esté preparada para ello. Posteriormente, se suman los saqueos a pequeños establecimientos en los que participan delincuentes y la escalada se hace mayor con ataques a los centros de distribución de los grandes supermercados. Para entender el fenómeno, hay que tener claro que lo que sucede es solo violencia de grupos anárquicos y que el malestar social se deriva de la imposibilidad de usar el metro. Es con posterioridad cuando surgen las demandas sociales. Son dos temas distintos.
P. ¿Pero quién está detrás? Acaba de acusar del estallido a un país de Europa Oriental al que no ha querido nombrar… ¿Rusia?
R. He dicho que, según informaciones provenientes de Estados Unidos, alrededor del 10% de las comunicaciones por Internet y los tuits enviados desde el día 18 de octubre provienen de un país de Europa Oriental y, de ese porcentaje, una gran mayoría estaban orientados a generar desinformación en Chile y otra parte estaba destinada a crear un clima hostil hacia Chile en el extranjero. Esto es para señalar que el problema en Chile es multifactorial. Primero, el Estado no fue capaz de prevenir el comportamiento de grupos anárquicos y violentos y luego los grupos políticos no fueron capaces de prever un malestar social que no se puede atribuir a este Gobierno, que lleva 18 meses, sino que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo. Esto es lo que debe llevar a la reflexión política en Chile: que el crecimiento económico por sí solo no garantiza la estabilidad, sino que se requieren otros elementos como una relación de mayor dignidad entre los ciudadanos, de mayor respeto por parte de las empresas hacia los consumidores y mayor colaboración de los ciudadanos entre sí. Desde 1990 al 2017, Chile multiplicó por ocho el PIB y ocho millones de chilenos superaron la pobreza. Esta clase media ascendente es aún débil y tienen temor ante la vejez, la enfermedad o el paro. No es que quieran hacer la transformación del sistema, lo que necesitan es que haya una malla que les proteja en circunstancias difíciles.
P. ¿Ha dejado Chile de ser una excepción en el continente?
R. No, porque Chile presenta los mejores indicadores del Programa de Desarrollo de América Latina. No es que los sectores populares o emergentes vivan peor que ayer, viven mejor, pero cuando uno empieza a vivir mejor no quiere volver atrás y uno exige del Estado, de la empresa, más respeto como ciudadano. Eso sí exige una transformación.
P. Van a reformar la Constitución...
R. Pero lo que va a solucionar los problemas de los que hablamos son las reformas del aparataje social, no la reforma de la Constitución. Lo que está haciendo el Gobierno es abordar primero la crisis de seguridad, aislar a los grupos violentos y anarquistas, lograr tener una mayor inteligencia policial para detenerlos a tiempo y entregarlos a la justicia e incrementar el número de policías que en Chile los carabineros son apenas 60.000 para un país de 750.000 kilómetros cuadrados. No estaban preparados para enfrentar actos de violencia simultáneos. El segundo tema que el Gobierno está abordando es el de las reformas sociales, el mercado de los medicamentos para que haya una mayor competencia y baje el precio, se han aumentado las pensiones mínimas no contributivas sustancialmente, beneficios para la gente de la tercera edad para ayudarles en los desplazamientos. Otro tema distinto es la reforma constitucional que lo que busca es generar un gran consenso ciudadano sobre la norma fundamental donde se tiene en mira como posible ejemplo la Constitución española de 1978.
P. ¿Qué opina de las denuncias de HRW y otras organizaciones por los abusos y la violencia policiales? Ha habido miles de detenidos, al menos 26 muertos e incluso denuncias por violaciones…
R. Como Chile es una democracia, la Fiscalía ejercerá las acciones y los tribunales establecerán las sanciones en el caso que proceda. Obviamente, el presidente de la República se preocupó y contactó con las fuerzas militares y policiales para se ejerciera un uso de la fuerza lo más limitado posible y el Instituto Nacional de Derechos Humanos, que es un organismo independiente, puede ejercer sus atribuciones y puede verificar el buen estado de las personas. No eran violaciones, yo también lo entendí así al principio, pero en los cuarteles hay cámaras de vigilancia en todos los sectores donde están los detenidos, salvo en los baños, y ahora se van a colocar en esos lugares también para no dejar ninguna sala sin vigilancia. Pero no hablemos de la casuística, hablemos de política: el caso chileno es propio de la posmodernidad, las convocatorias se producen por las redes sociales, no hay líderes prestablecidos, no hay demandas concretas y son los sectores de la clase media los que protestan. No hay con quien negociar.
P. ¿Han perjudicado las protestas la marca Chile?
R. Sí. Y tenemos que trabajar para llegar prontamente a nuevos consensos que le den larga estabilidad al país. Pero el sistema político o el judicial chilenos funcionan. No hubo una crisis institucional, sino primero una crisis violenta y luego una crisis social. Pero las instituciones soportaron la crisis, el sistema ha demostrado ser fuerte y estable.
P. ¿Supone todo esto el entierro definitivo de los restos de la dictadura de Pinochet?
R. Pinochet no es un personaje que esté presente en estas revueltas. Ese análisis no lo he visto ni en los muros ni en el debate político, lo que estaba presente en el debate era la capacidad para generar acuerdos, los quórums para aprobar la Constitución, si el Estado tiene que ser democrático y social de Derecho para seguir el ejemplo español. Hay un rechazo a la autoridad que abusa.
P. ¿Todas estas reformas se van a poder poner en marcha cuando la economía también se resiente?
R. Esperamos este año un crecimiento del PIB del -1%, en 2020 del 0,5% al 1,5% y que en 2021 recupere el crecimiento del 2,5% al 3,5%. Los mayores recursos para la agenda social ponen el déficit fiscal en un 3% del PIB en 2020 para reducirse al 2% en 2022. Este déficit fiscal se va a pagar en parte con reasignación de recursos y con los ahorros acumulados del Estado en el fondo soberano de Chile, lo que permitirá atenuar el impacto social de las protestas. Chile es un avión con los motores intactos, está volando a velocidad de crucero, hay una discusión entre los pasajeros que vuelan en clase turista y los que viajan en business, la discusión es cómo nos repartimos los bienes entre las dos clases, lo que está haciendo el Gobierno es dictar medidas para que el que no tenga dinero no tenga que bajarse del avión y atenuar las diferencias en los servicios que el avión da a sus pasajeros, todo esto va a contribuir a que se estabilice el avión. Si lo hacemos bien, tendremos un largo y feliz vuelo.
P. Muchos manifestantes han pedido la dimisión de Piñera. ¿Existe esa posibilidad?
R. Eso es inconcebible en la historia de Chile. Ejercerá su liderazgo hasta el final de su mandato y será un factor de modernización de la sociedad.
P. ¿De qué manera les ha afectado no poder organizar la Cumbre del Clima en Santiago, como ya ocurrió con la APEC?
R. Ambas eran posibles de realizar, pero habrían demandado una asignación muy importante de policías, además el incendio y destrucción de muchas estaciones del metro era un problema más. Fue una decisión difícil que el presidente finalmente asumió. Lo principal era resolver el problema social.
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