Los candidatos demócratas chocan con dos estrategias para 2020: revolución o reformas
Los aspirantes de las primarias evitan que el proceso de 'impeachment' a Trump, el cual vivió este miércoles un día clave, monopolice su debate y sus elecciones
Giro a la izquierda, frente a moderación; revolución contra reformas. La división de fondo entre los precandidatos demócratas a las elecciones presidenciales de 2020 se hizo palpable este miércoles en el debate de Atlanta, celebrado tras una jornada maratoniana y crucial de audiencias públicas en Washington por el proceso de impeachment abierto contra Donald Trump por el escándalo de Ucrania. Los aspirantes a la candidatura demócrata condenaron sin paliativos la conducta del presidente, que fue la primera pregunta propuesta por los moderadores, pero rápidamente saltaron a sus programas, con el futuro del sistema sanitario y la forma de combatir la desigualdad, como principales elementos de debate.
El senador Bernie Sanders calificó a Trump de “mentiroso patológico” y lo consideró el presidente más “corrupto” de la historia de la nación, pero advirtió: “No podemos simplemente dejarnos consumir por Donald Trump, porque si lo hacemos, perderemos la elección”. También fue significativa la reacción de la senadora Elizabeth Warren, que recalcó que “nadie está por encima de la ley”, pero enseguida señaló al futuro y llamó a los políticos a comprometerse a no asignar altos cargos diplomáticos como premio para “importantes donantes” de campaña. Se refería a Gordon Sondland, el embajador de EE UU ante la Unión Europea que este miércoles ofreció una declaración explosiva en el Capitolio y que llegó al puesto sin experiencia diplomática tras haber donado un millón de dólares a la inauguración de Trump.
La pregunta fue más dura para Joe Biden, salpicado por el asunto del impeachment porque su hijo Hunter estuvo a sueldo de una empresa gasista, Burisma, mientras él era vicepresidente. Trump maniobró para que Ucrania los investigase, asunto que ha desembocado en este juicio en el Congreso al presidente. Una de las moderadoras le planteó cómo esperaba colaborar con los legisladores republicanos —capacidad de la que presume como ventaja frente a otros precandidatos más polarizantes— y estos le están pidiendo que comparezca y cuestionan su honorabilidad. “Está bastante claro que Trump no quiere que yo sea el nominado”, dijo el veterano demócrata precisamente como prueba de su valía para derrotarle, y acto seguido pasó al ataque para reivindicarse como el candidato “que puede ir a Georgia o a Carolina del Norte y conseguir mayorías”. “¿Quién tiene más probabilidades de hacer lo que hace falta, lograr la mayoría del Senado, mantener la de la Cámara de Representantes y derrotar a Trump?”.
La batalla demócrata continúa superpoblada sobre el papel, con casi una veintena de candidatos, pero la criba darwinista de los últimos meses está destacando cada vez más a cuatro líderes, distanciados del resto: el exvicepresidente Biden aún en cabeza en los sondeos nacionales, seguido de la senadora Elizabeth Warren, Bernie Sanders y Pete Buttigieg. Mientras este último y Biden defendieron posiciones demócratas más tradicionales y moderadas, Warren y Sanders encarnan el tan comentado giro a la izquierda del partido.
Estas diferencias se exhibieron esta noche en Atlanta, donde debatieron una decena de los aspirantes. Las propuestas de Warren y Sanders, de implantar un sistema sanitario público universal, eliminando los seguros privados, es contestada por el resto. “Hay que darle a la gente a elegir”, insistió Biden, y presentar una reforma que tenga opciones de salir adelante en el Congreso, donde hace falta apoyo republicano. Cory Booker, por otra parte, criticó la subida de impuestos que defiende Warren para las grandes fortunas alegando que, aunque el sistema tributario necesita cambios para ser más justo, “los demócratas deben hablar también de cómo fabricar riqueza”.
Candidatos rezagados en las encuestas como Booker o la senadora de Minnesota Amy Klobuchar, con su discurso moderado, tuvieron una buena noche; y la senadora Kamala Harris, desdibujada en este punto de la carrera, recuperó fuerza, pero todos ellos tienen tasas de apoyo inferiores a los dos dígitos y el tiempo se les acaba si quieren amarrar apoyos y donaciones para seguir adelante.
El escenario ha cambiado ostensiblemente desde el último debate, celebrado el pasado 16 de octubre. El texano Beto O’Rourke, estrella demócrata hace un año, y de quien se esperaba una competición dura en estas primarias, ha tirado la toalla. Julián Castro, secretario de Vivienda de la Administración de Barack Obama y exalcalde de San Antonio, no se ha clasificado para el debate, una señal muy negativa de cara a sus posibilidades y que deja la velada sin una voz relevante para los latinos. Y mientras, preocupados por el excesivo giro a la izquierda, un nuevo aspirante se ha presentado, el exgobernador de Massachusetts Deval Patrick, y otro, el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, se plantea hacerlo.
Con un Biden perdiendo fuelle y un Buttigieg tan joven, muchos demócratas de posición más centrista temen que un candidato de posiciones muy izquierdistas como Warren gane las primarias y ello se traduzca en una nueva victoria de Trump. En esta lógica se explican estos pasos al frente de última hora como los de Patrick y Bloomberg. Incluso el expresidente Barack Obama alertó sobre este asunto la semana pasada. “Este es aún un país menos revolucionario y más interesado en mejoras”, dijo en un encuentro con donantes en Washington, según declaraciones recogidas por The Washington Post. “Les gusta ver mejoras, pero la mayor parte de estadounidenses no cree que haya que tirar abajo el sistema entero y rehacerlo”.
Preguntaron al izquierdista Sanders por estas declaraciones. El senador respondió que, en efecto, “no debemos tirar abajo el sistema, pero sí debemos hacer lo que la gente quiere, y la gente entiende que este sistema sanitario no solo es cruel, sino disfuncional”. La presión también se redobló contra Buttigieg, que es el más joven —37 años— y ha experimentado un gran empujón en los sondeos, colocándose primero en los de Iowa, el primer caucus que se celebra. Una moderadora cuestionó si un alcalde de una ciudad de 100.000 habitantes (South Bend, Indiana) ha demostrado suficiente capacidad de victoria para unas presidenciales. Admitió que, desde la perspectiva de Washington, la política de su ciudad se antoja pequeña, pero recalcó que procede del tipo de comunidades en las que Trump ha seducido y que la solución contra el republicano debe venir precisamente de ellas. "Donde nosotros vivimos la lucha del Capitolio también parece muy pequeña", remató.
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