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“No hay ninguna condición para pensar que el éxodo venezolano vaya a disminuir”

Felipe Muñoz, gerente del Gobierno colombiano para la frontera con Venezuela, afirma que las restricciones y las visas no frenan una “migración de supervivencia”

Felipe Muñoz, durante la conversación con EL PAÍS.
Felipe Muñoz, durante la conversación con EL PAÍS.

Felipe Muñoz (Bogotá, 1970) es responsable de la gestión de uno de los territorios más problemáticos del mundo. Como gerente para la frontera con Venezuela del Gobierno colombiano de Iván Duque, es el encargado de atender una emergencia migratoria sin precedentes en la región. Con más de 1,4 millones, Colombia es el principal receptor de migrantes que huyen de una devastadora crisis económica e institucional. Muñoz visitó esta semana Madrid dentro de su gira por Europa, con paradas en Ginebra, Ámsterdam y Londres.

Pregunta. ¿Cuál es la dimensión actual del éxodo?

Respuesta. El último reporte de ACNUR y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) marca 4.298.000 venezolanos, casi el 14% de su población, que han emigrado en los últimos tres años. Eso, hoy por hoy, después de la crisis siria, convierte la migración de Venezuela en la segunda no solo más numerosa sino más compleja. Porque además del volumen, ha sido muy rápida. La situación en que está saliendo la gente de Venezuela hace que los países estén recibiendo una población con inmensas necesidades de salud, de educación, con todas las carencias, por lo cual es un reto humanitario de nivel global.

P. ¿Cómo está afectando a Colombia y cómo va a repercutir en el mediano plazo?

R. Colombia recibe, de ese volumen, el 33% de todos los migrantes. Uno de cada tres venezolanos que hoy está saliendo se queda en Colombia. A eso se suma que tenemos una migración de tránsito de los que cruzan para intentar seguir hacia los otros países de la región, a los retornados colombianos que vivían en Venezuela y a los migrantes pendulares que se mueven en la frontera, vienen a demandar servicios de salud y vuelven porque viven en Venezuela y no se han podido mover. Es decir, Colombia hoy no solo es el mayor receptor de la migración sino que está bajo una gran presión en todos sus servicios sociales para poder atender con la política de puertas abiertas que ha dictado el presidente Duque.

P. ¿Qué le parece el comportamiento de la sociedad? ¿Teme que, de alguna manera, una reacción de los colombianos?

R. La sociedad colombiana ha sido enormemente generosa. Nos tenemos que sentir orgullosos como sociedad de lo que estamos haciendo en el manejo de la migración. Aquí no solo es el Gobierno Nacional, son los gobiernos locales, la Iglesia, las ONG, la sociedad civil. No obstante, las encuestas empiezan a mostrar por primera vez indicadores por debajo del 50% en la aprobación que tienen los colombianos por la llegada de los venezolanos, derivado de que en algunos casos estamos llegando a lo que hemos denominado niveles de aglomeración. Por ello es que estamos yendo ante la comunidad internacional a solicitar más ayuda.

P. Colombia parece cada vez mas sola en su postura de acogida. ¿Qué esperan de los demás países de la región?

R. La colaboración regional es absolutamente vital, y el canciller [Carlos Holmes Trujillo] ha jugado un papel fundamental. No solo en el liderazgo político del Grupo de Lima –que ha logrado el reconocimiento a Juan Guidó por muchos países– sino en el proceso de Quito, en el cual la idea es armonizar las medidas migratorias. Por lo tanto en la próxima sesión, que será en Bogotá, la idea es volver a discutir el tema con estos países porque si no tomamos medidas comunes va a ser malo para todos. Imponer visas y restricciones lo único que genera cuando es una migración de supervivencia, como la venezolana, es que de todas maneras la gente pase pero por la trocha [como se conocen los pasos clandestinos], no se pueda identificar y sea una migración desordenada.

P. La apuesta de Iván Duque ha sido internacionalizar este conflicto. ¿Qué esperan de la comunidad internacional?

R. A petición de Colombia el secretario general de Naciones Unidas delegó a Eduardo Stein como comisionado especial. Parte de la visita que estoy haciendo a Europa busca seguir con ese proceso de llamar la atención. La comunidad internacional ha jugado un rol importante. En lo humanitario, ha habido una cooperación, pero creemos que aún es insuficiente comparando la dimensión de la crisis con otras en el mundo. Un reciente estudio de la OEA mostraba que para otras de las crisis migratorias el volumen de los recursos ha sido mucho mayor. Necesitamos más ayuda.

P. Un cambio en Venezuela, como pide su Gobierno, alteraría las tendencias migratorias. Pero en cualquier caso es un fenómeno de grandes magnitudes. ¿Cuáles son los escenarios que maneja Colombia?

R. Para Colombia no es un tema simplemente de vanidad diplomática, sino de seguridad. Porque no solo estamos ante esta crisis migratoria sino ante un régimen que está albergando y protegiendo a terroristas reconocidos por el mundo para que atenten contra los colombianos. Con lo cual el tema del cambio en Venezuela no solo es un debate diplomático, sino un tema absolutamente trascendental para Colombia. No obstante, reconocemos que si mañana hubiera un cambio de régimen muchos de los migrantes se van a quedar. Por eso hemos empezado una política también de inclusión económica. En este momento las expectativas no son muy halagadoras, porque no hay ninguna condición social y económica en Venezuela que nos haga pensar que el éxodo vaya a disminuir. Muy por el contrario, creemos que todos los días aumenta. Tenemos algunas proyecciones. Si se comportara de la misma manera, vamos a terminar con cerca de 1,9 millones este año y si las cosas se agravaran podríamos subir hasta 2,5 millones.

P. ¿Y todo esto cómo repercute en la seguridad de la frontera?

R. Es un tema adicional que nos toca atender. Al lado de la frontera venezolana, operan el ELN, las disidencias de las FARC, los grupos irregulares con todo tipo de negocios ilícitos. Incluso de extorsión a los migrantes. Los impactos son en salud, educación, vivienda, agua, pero también en seguridad.

P. Cuéntenos cómo es esa frontera.

R. Es importante que la gente sepa y entienda que es una frontera de 2.219 kilómetros. Es más de lo que hay entre Madrid y Berlin. Hay desierto, serranía, ríos, donde además no había un control real porque han sido países hermanos, con unas ciudades casi conurbadas. Tenemos siete puntos migratorios formales, pero alrededor de la frontera hay muchos otros puntos donde es difícil hacer un control en la totalidad del territorio de una frontera porosa. Es decir, al fin y al cabo tendríamos que buscar una actividad conjunta de seguridad con un Gobierno con el cual se pudiera tratar para tener una frontera en las mejores condiciones.

P. ¿Cómo ha transformado la sociedad colombiana la migración venezolana?

R. Colombia cambió para siempre después de este fenómeno migratorio. Hace cinco años, decía Migración Colombia que había 140.000 extranjeros en su totalidad. Hoy hay 10 veces más solamente en venezolanos. Eso ha cambiado toda la estructura de Colombia. Pero son pueblos muy similares, hay unas identidades lingüísticas, culturales, lazos familiares que creemos que en medio de la tragedia nos deben ayudar a hacer un proceso más fácil de integración. Por eso pedimos ayuda de la comunidad internacional.

P. ¿Pueden cuantificar a los ciudadanos colombianos retornados?

R. Estamos en un proceso de responsabilidad histórica, porque hubo más de tres millones de colombianos que se fueron a Venezuela hace 20, 25, 30 años. Por causa de la situación de violencia o posibilidades económicas en Venezuela. Y además de los venezolanos, están volviendo grupos de colombianos, calculamos que 400.000. Y ahí tenemos un inmenso reto: poderles dar rápidamente identificación para integrarlos en las redes de seguridad social.

P. ¿Qué está pasando con los militares venezolanos que se fueron y ahora se encuentran en Cúcuta?

R. No fue el Gobierno colombiano quien los invitó a Colombia. Tomaron la decisión de venir y desde ese momento hicimos tres tareas. Ellos hicieron solicitud de refugio y el Gobierno de Colombia los tuvo en unos hoteles, pagados con recursos nuestros, con tres comidas diarias. Entendiendo que eso no era suficiente, decidimos darles un Permiso Especial de Permanencia (PEP), tres meses de ayuda, un apoyo para un arriendo, unos insumos básicos y unos víveres. Estamos en esta etapa, ya se les pagó la primera cuota a los que estaban en Cúcuta. Ellos están en contacto con su embajada acá, con el embajador Calderón Berti [representante de Juan Guaidó]. Es desafortunado lo que les pasó, entendemos su situación, pero como Gobierno nos sentimos tranquilos.

P. Ya hay un campamento de Acnur en La Guajira. ¿Está previsto que se abran más?

R. Maicao tal vez s el stio más complejo de toda la crisis migrartoria. Su población ha crecido en más del 20% en dos años y porque traía unas características particulares de atrasos y problemas que lo volvían en un sitio muy vulnerable. Y había muchas personas en la calle, sobre todo niños. Por eso solicitamos a ACNUR que montara un campamento temporal. A los que entran se les estabiliza, sobre todo mujeres y familias con niños, y se trata de establecer una ruta de salida del campamento que permita que cuando salgan tengan alguna opción de tener una mejor vida. Algunos se van a otra ciudad, otros se vuelven a Venezuela y otros toman otros rumbos. No es una solución definitiva, pero demuestra la gravedad de la crisis en la que estamos.

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