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El anexionismo de Netanyahu provoca una inusual condena unánime del mundo árabe

Arabia Saudí se suma al rechazo de la Liga Árabe a la extensión de la soberanía israelí al valle del Jordán

Agricultores palestinos en Tel al Beida, en el valle de Jordán de Cisjordania. En vídeo, la respuesta de la Liga Árabe al anuncio de Netanyahu.Vídeo: AMIR LEVY (GETTY IMAGES) / REUTERS-QUALITY
Juan Carlos Sanz

La promesa electoral del primer ministro Benjamín Netanyahu de extender la soberanía de Israel al valle del Jordán palestino ha desatado una rara condena unánime en el mundo árabe. Países como Arabia Saudí o Baréin, que se habían acercado al Estado judío en los últimos tiempos, se sumaron al rechazo frontal a la “violación de la legalidad internacional”, expresado en la noche del martes por los 22 miembros de la Liga Árabe. La anexión del 30% de Cisjordania planteada por Netanyahu hace inviable la creación de un Estado palestino.

Cuando quedan seis días para los disputados comicios legislativos en los que se juega su supervivencia política, Netanyahu se ha lanzado a una arriesgada escalada en la campaña en la que no parece importarle echar por tierra la alianza no declarada con los países árabes suníes moderados frente a la amenaza común de Irán.

Jordania, uno de los dos Estados de la región con los que mantienen relaciones, le advirtió por boca de su ministro de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, de que su propuesta “socava los cimientos del proceso de paz”. “Dar muerte a todas las oportunidades para la paz por intereses electorales es irresponsable y peligroso”, alertó a través de Twitter. Egipto, el otro país con el que Israel ha intercambiado embajadores, acogió en su capital la reunión de la Liga Árabe en la que se aprobó la resolución unánime de condena al plan de anexión, considerado como “un paso peligroso”.

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El silencio mantenido en los últimos años por la monarquía saudí respecto a la cuestión palestina se tornó en una sonora condena de “una violación del derecho internacional”. Riad dio además el paso de convocar una reunión de emergencia de la Organización Islámica de Cooperación para debatir la propuesta “sin base legal” del primer ministro israelí.

El reino de Baréin, que acogió en junio la conferencia económica sobre el plan de paz de EE UU, dijo que el anuncio de Netanyahu muestra “una clara voluntad de no querer buscar un acuerdo de paz justo”, según rezaba un comunicado del Ministerio de Exteriores en Manama.

Netanyahu ha centrado sus esfuerzos diplomáticos durante una década en el poder en el acercamiento a Arabia Saudí, las monarquías del Golfo y los denominados países árabes moderados. El llamado “acuerdo del siglo”, el plan de paz auspiciado por el presidente Donald Trump y aún no desvelado, persigue la normalización de relaciones entre Israel y ese grupo de naciones. El también conocido como “pacto definitivo” de la Casa Blanca prevé un programa de inversiones internacionales de 50.000 millones de dólares (unos 45.000 millones de euros) durante una década, repartidos entre los territorios palestinos Egipto y Jordania.

Entre los países islámicos también ha resaltado la reacción de Turquía, cuyo ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, tachó de “racista” el mensaje electoral de Netanyahu al prometer un “Estado basado en el apartheid”.

El territorio que Netanyahu pretende anexionar del valle del Jordán comprende básicamente la parte oriental del Área C (de gestión exclusiva israelí, según los Acuerdos de Oslo de 1993) de Cisjordania, excluida la ciudad de Jericó y su oasis, que forma parte de la zona A (bajo control autónomo de la Autoridad Palestina). En su conjunto, cuenta con unos 2.400 kilómetros cuadrados de territorio semidesértico con algunas zonas fértiles, habitadas por 65.000 palestinos y unos 11.000 colonos judíos en varios asentamientos.

La diputada palestina Hanan Ashraui, denunció que el plan israelí equivalía a “una declaración de guerra” que “arruina todas las esperanzas de paz” y conduce a la “limpieza étnica” del pueblo palestino.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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