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La mutación de Cinco Estrellas

El partido, fundado por Beppe Grillo hace una década, bascula hacia la izquierda tras su alianza con el PD y abraza el europeísmo en su nueva transformación

Daniel Verdú
Luigi Di Maio estrecha la mano del primer ministro, Giuseppe Conte, en el Palacio del Quirinal.
Luigi Di Maio estrecha la mano del primer ministro, Giuseppe Conte, en el Palacio del Quirinal. Andrew Medichini (AP)

“Tengo estas estrellas, pero si no le gustan tengo otras cinco”, podría decirle Groucho Marx a Beppe Grillo, colega de profesión y fundador del partido antisistema que estos días vuelve a mutar para aliarse con el PD, quintaesencia hoy del establishment italiano. La formación, surgida hace una década de la mano del cómico genovés y de Gianroberto Casaleggio, un empresario de la comunicación digital con algunas ideas utópicas sobre la democracia y la Red, se edificó sobre los pilares de la participación directa en la política y un esquema supuestamente posideológico. “Ni de derechas ni de izquierdas”, repiten sus dirigentes a cada quiebro gatopardiano de la formación. Una premisa que les ha permitido pescar en un amplio caladero electoral y bascular a un lado y otro del arco parlamentario sin inmutarse. La nueva transformación, ahora de la mano del Partido Democrático (PD), puede tener consecuencias irreversibles y transformar definitivamente al partido.

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El M5S, en parte debido también a su juventud, ha dado varios bandazos. En el partido ha cambiado casi todo, menos la persona que sigue tomando las decisiones importantes —Grillo volvió a bajar a la arena este verano para cerrar el pacto con el PD— y la propiedad de todo el aparato tecnológica que lo sostiene. El empresario Gianroberto Casaleggio falleció en 2016, hoy su hijo ocupa su lugar y participa en las decisiones políticas, pese a no haber sido elegido por nadie.

La alianza con el PD, inevitablemente, volverá a desplazar el centro de gravedad en diversos asuntos. Los ortodoxos del partido, los que pertenecen al ala más a la izquierda, han vuelto a imponerse tras la fallida experiencia con la derecha (Di Maio y el propio Casaleggio no veían con buenos ojos la alianza con el PD). Pero si esta enésima basculación aportase la calma que necesita un partido algo desquiciado por la hiperactividad de Salvini y mermado en los sondeos, podría definitivamente inclinar la balanza y convertir al M5S en el nuevo partido de izquierdas de carácter más populista que faltaba en Italia. Los grillinos, por infinidad de motivos, nunca se han parecido lo más mínimo a Podemos o a Syriza. Pero impulsados por sus nuevos aliados, también en Europa, podrían empezar a hacerlo. Empezando el cambio internacionalmente.

En el Parlamento Europeo, sin embargo, son hoy una isla. Tras la alianza con el antieuro Nigel Farage y el fallido intento de Di Maio por formar un grupo propio para las pasadas elecciones —llegó a sondear a los chalecos amarillos causando un incidente diplomático con Francia—, se disponen a buscar nuevos aliados. Los Verdes les rechazaron ya una vez, principalmente por ser socios de Gobierno del un partido ultraderechista y xenófobo como la Liga. Pero tras el divorcio, señalan en el partido, todo podría cambiar.

El banquillo del M5S es amplio. Y más allá del verdadero poder que ostentan Davide Casaleggio y Beppe Grillo, la gestión política empieza a cambiar de manos. Luigi Di Maio, hasta hace una semana, viceprimer ministro y ministro de Trabajo, se ha convertido en un personaje incómodo. El ascenso de Giuseppe Conte como figura clave para desbloquear el acuerdo entre PD y M5S le ha debilitado significativamente. Sigue siendo oficialmente el líder político del partido, pero su nombramiento como Ministro de Exteriores le impedirá durante muchos días al año estar en Italia para controlar las dinámicas internas de una formación volátil. De ahí, según fuentes de la negociación, que durante un tiempo no viese bien esa opción.

Di Maio, en su nuevo papel como jefe de la diplomacia italiana, deberá también modificar algunos acercamientos a la política internacional de su partido. Se terminaron los vaivenes entre Rusia y EE UU, y se le exigirá que refuerce el compromiso europeo de Italia, país fundador de la UE. Pero eso ya ha empezado a hacerlo sus europarlamentarios y el propio Conte, rostro principal de la nueva mutación de 5 Estrellas.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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