Trump presiona a Pakistán para lograr un alto al fuego de los talibanes en Afganistán
“Yo podría ganar esa guerra en una semana, pero no quiero matar a 10 millones de personas", dice el presidente de EE UU durante la visita del primer ministro pakistaní
El final de la guerra de Afganistán y el retorno de las tropas supone uno de los anuncios más ansiados de los tres últimos presidentes de Estados Unidos. Donald Trump se ha decidido a convertirse en el mandatario que lo logre, casi 18 años después de la invasión, y con ese objetivo en la cabeza recibió este lunes en la Casa Blanca al primer ministro de pakistaní, Imran Khan. La presión de Islamabad resulta clave para que los talibanes acepten un alto al fuego y negocien un acuerdo de paz con el Gobierno afgano. A cambio, Washington ofrecerá cooperación económica a Pakistán, país al que el año pasado suspendió 300 millones de dólares en ayudas y casi toda la ayuda militar.
Trump y Khan tienen motivos para tratar de reconstruir una buena relación bilateral tras dos años turbulentos, con ataques directos públicos y notorios a través de las redes sociales. Este lunes se mostraron afables el uno con el otro y abordaron asuntos como el antiterrorismo, la defensa, energía o comercio, pero un asunto destaca sobre el resto. “El propósito de la visita es presionar para lograr una cooperación de Pakistán en el avance del proceso de paz en Afganistán y animarles a profundizar y mantener su reciente esfuerzo de ponerse duro con los milicianos y terroristas en su territorio”, avanzaron el pasado viernes fuentes de la Administración estadounidense. “Estamos en un momento crítico del proceso de paz y pedimos a Pakistán que presione a los talibanes para que declaren un alto al fuego permanente y participen en unas negociaciones que incluyan al Gobierno afgano”, añadieron.
En el despacho Oval, durante el saludo con Khan, Trump respondió a preguntas durante más de 40 minutos e hizo algún comentario incendiario, marca de la casa. “Yo podría ganar esa guerra en una semana, pero no quiero matar a 10 millones de personas, ¿lo entiende?”, respondió a un periodista. Khan, por su parte, se mostró optimista. “Esto es lo más cerca que hemos estado de un acuerdo de paz”, dijo, y señaló que es más que probable que los talibanes “se sienten a negociar” con Kabul.
Pakistán ha apoyado a los talibanes durante años como una forma de contener la influencia de India en Afganistán al mismo tiempo que ha ejercido como aliado de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo desde 2001, cuando intervino en Afganistán para erradicar a Al Qaeda y derrocar a los talibanes. Pero el conflicto se ha acabado por convertir en una tela de araña para Washington y la Administración de Trump ha señalado a Islamabad. “Estados Unidos ha dado tontamente más de 33.000 millones de dólares a Pakistán en los últimos 15 años, y ellos no nos han dado nada excepto mentiras y engaños, creyendo que nuestros líderes son tontos. Dan santuario a los terroristas que perseguimos en Afganistán con poca ayuda. ¡No más!”, escribió Trump en Twitter el pasado 1 de enero de 2018.
Más de un año y medio después, el panorama ha cambiado. Estados Unidos y los talibanes concluyeron a primeros de julio la que ya es la séptima ronda de negociaciones, una cumbre que cojeó por la ausencia de representantes del Gobierno de Kabul, con los que la milicia se niega de momento a hablar. Ese bloqueo es el que Washington quiere superar con la presión pakistaní mediante. Trump confió en los buenos resultados: “Creo que Pakistán va a marcar una diferencia, va a salvar miles de vidas”. Al mismo tiempo, Islamabad confía en la ayuda estadounidense en su conflicto con India sobre la región de Cachemira.
En lo que parece un gesto previo de buena voluntad, Pakistán arrestó el miércoles a Hafiz Saeed, considerado por EE UU como el terrorista responsable de los atentados de Mumbai. Sin embargo, continúa detenido Shakil Afridi, el médico pakistaní que supuestamente ayudó a EE UU a identificar a Osama bin Laden y para el que el Gobierno estadounidense pide la libertad.
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