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El profundo bloqueo de Venezuela resucita el diálogo en medio de expectativas y recelos

Representantes del Gobierno y de la Asamblea Nacional se sientan en Barbados bajo los auspicios de Noruega para explorar una salida a la crisis

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en una manifestación a su favor el 20 de mayo de 2019 en Caracas. En vídeo, declaraciones de Maduro.Vídeo: Ivan Alvarado (reuters) | reuters
Francesco Manetto

La palabra diálogo se ha convertido en una suerte de tabú en Venezuela. Por un lado, en los últimos años el Gobierno chavista de Nicolás Maduro ha apelado repetidamente a esa salida de la gravísima crisis que sufren millones de personas sin concretar verdaderas cesiones ni mostrar una voluntad real de alcanzar un acuerdo. Por otro, la Asamblea Nacional y los principales líderes opositores, encabezados por Juan Guaidó, temen que la aproximación que se ensaya esta semana en la isla de Barbados bajo el auspicio de Noruega se quede en el enésimo intento frustrado por las exigencias del régimen. Sin embargo, el profundo bloqueo y el deterioro democrático en el que está sumido el país han acabado por resucitar una negociación que comienza entre expectativas y recelos.

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Lo aseguró el domingo el propio Guaidó, presidente del Parlamento reconocido como mandatario interino por más de 50 Gobiernos extranjeros: "Avanzamos en todos los terrenos de lucha". Y también: "Estamos liderando el trabajo en todos los espacios que nos acerquen a la libertad". Uno de esos tableros es la exploración de las intenciones de un régimen debilitado internacionalmente y marcado hace días por un informe demoledor de Naciones Unidas sobre constantes violaciones a los derechos humanos. "Tanto en Oslo como en el Grupo Internacional de Contacto y todos los espacios de presión, nuestro objetivo es el mismo: lograr una solución definitiva a la crisis en nuestro país", aseguró el político. Se trata de un mensaje dirigido sobre todo a sus seguidores, para que no se dejen abatir por la frustración después de seis meses de intenso pulso con Maduro. Para pedirles, en definitiva, que confíen en su criterio. 

El riesgo estaba al acecho desde el principio, desde que el pasado 23 de enero se proclamara como jefe de Estado ante una multitudinaria movilización en Caracas y recibiera el respaldo inmediato de Estados Unidos. Esa operación, que intentó reactivar después con el ingreso de ayudas y alimentos a través de la frontera, una gira internacional, la presión a las Fuerzas Armadas y una acción militar que el pasado 30 de abril acabó con la liberación de Leopoldo López de su arresto domiciliario, tenía mucho de guerra relámpago. No resultó así y los últimos seis meses se han convertido en una confrontación de desgaste en la que el chavismo tiene la ventaja de mantener el control de los resortes del Estado. A través de ese poder, ha perseguido a diputados opositores, les ha quitado su inmunidad parlamentaria y se ha servido de los mecanismos de una justicia dominada por el oficialismo.

El jefe de la Asamblea Nacional no ha descartado otras opciones y abrió la puerta a una intervención a través de la anexión al TIAR, un tratado interamericano de asistencia militar. Pero con esas premisas la idea de diálogo ha vuelto a cobrar protagonismo. Se trata, en última instancia, de alcanzar un acuerdo sobre la celebración de elecciones libres, con garantías, observación independiente y lograr lo que la oposición llama "cese de la usurpación". El Gobierno no ha dado señales, al menos hasta ahora, de querer acceder a una renuncia de Maduro, que se ha limitado a hablar públicamente de un adelanto de comicios legislativos. A esos movimientos se suma la visita a Caracas del enviado del Grupo de Contacto de la Unión Europea, el veterano diplomático uruguayo Enrique Iglesias, que este lunes se reunió con Guaidó y con la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Con la salvedad del ala más radical de la oposición, todos sus principales dirigentes políticos saben además que un proyecto de transición democrática tiene que pasar por un proceso de diálogo entre las partes.

No obstante, aún sobrevuela el fantasma del intento de negociación de 2018 en República Dominicana, en el que el Gobierno se reservó el control absoluto de la convocatoria de elecciones presidenciales y rechazó concesiones significativas, lo que hizo que la oposición se levantara de la mesa. Según la versión de Maduro, esa decisión se debió en cambio a una llamada de Washington. "Yo creo en el diálogo, en el entendimiento de los diversos, en el debate permanente de los problemas del país. En ese sentido hice contacto con el Gobierno de Noruega y este hizo un conjunto de acercamiento y establecimos una agenda de seis puntos", afirmó el sucesor de Hugo Chávez tras un encuentro con el líder espiritual indio Ravi Shankar.

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"Hay seis puntos de trabajo", insistió. "Allí está la visión de todo el país, las necesidades y los temas de necesidad nacional, todos: económicos, sociales, culturales, políticos, de todo tipo. Maduro se dijo "muy optimista". El lunes, aseguró, las delegaciones tuvieron una sesión de cinco horas. En esta ocasión la cita se celebra en Barbados tras dos reuniones mantenidas en Oslo y en las que participaron, por parte de la Asamblea Nacional, el exrector del Consejo Nacional Electoral Vicente Díaz; el exministro del Gobierno de Carlos Andrés Pérez Fernando Martínez Mottola; el actual vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, y el exalcalde del municipio Baruta (Caracas) Gerardo Blyde. El Gobierno envió al ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, y el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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