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Así resisten las brigadas en Trípoli el avance del gran mariscal

EL PAÍS accede a la línea de frente controlada por las fuerzas libias leales al Gobierno apoyado por la ONU

Brigadas leales al Gobierno de unidad lanzan una ofensiva sobre el aeropuerto de Tripoli.
Brigadas leales al Gobierno de unidad lanzan una ofensiva sobre el aeropuerto de Tripoli.Carlos Rosillo (EL PAÍS)
Francisco Peregil, Enviado Especial
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Las brigadas aliadas con el Gobierno de Unidad en Trípoli que apoya la ONU lanzaron este sábado una contraofensiva contra las tropas de Jalifa Hafter. Este mariscal de 76 años, jefe del autodenominado Ejército Nacional Libio, intentó tomar la capital del país el 4 de abril con una columna de 300 vehículos respaldados por la fuerza aérea. Ese día comenzó una guerra civil, la tercera desde 2011, en la que han muerto ya más de 600 personas. Desde entonces, decenas de brigadas en Libia, algunas con demasiadas cuentas pendientes entre ellas mismas, unieron sus fuerzas para enfrentarse a Hafter.

Son las ocho y media de la mañana del sábado, día festivo en Libia equivalente al domingo europeo. El frente donde se prepara el ataque contra Hafter se encuentra en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Trípoli, inutilizado desde 2014 y situado a 25 kilómetros del centro de la capital. Hay brigadas de Trípoli, de Misrata, de Zintán, de Sebja y hasta de Bengasi, en el este. Cada una de ellas, con su escudo en su coche. Los brigadistas se refugian en casas abandonadas desde el 4 de abril. Se ven ovejas y gallinas indiferentes al sonido de los morteros.

Los brigadistas llevan lazos rojos. Unos en el brazo, otros en la cabeza, algunos en el pantalón. Los coches están siendo marcados también con pintura roja sobre la parte delantera para que desde el cielo no sean objeto de fuego amigo. Esos distintivos rojos son el único signo para reconocerse claramente en el campo de batalla. No hay ninguna vestimenta común. Y casi nadie lleva chaleco antibalas ni casco, ni botas militares. Tampoco hay un jefe que se imponga sobre el resto. Les une, sobre todo, la voluntad de vencer al mariscal Hafter.

A las 11.38 empiezan los primeros disparos de mortero hacia algunos edificios del aeropuerto. Una parte de las instalaciones está tomada por las brigadas aliadas y la otra por Hafter. Les separan menos de un kilómetro. Varios vehículos avanzan contra los hombres del mariscal y son repelidos a tiros. La ambulancia se lleva a un hombre hacia Trípoli. En una casa abandonada se sitúan varios francotiradores con prismáticos y rifles para marcar posiciones. Abajo, en el patio, hay una furgoneta con la puerta trasera abierta. Alrededor de ella se agrupan una decena de brigadistas como si vieran una película. En realidad, están mirando una pantalla como un televisor de tamaño medio. Un combatiente pilota un dron de observación y en la pantalla se muestran las instalaciones del aeropuerto que están atacando. De pronto cae un proyectil vacío cerca. Alguien está disparando desde el tejado de la casa contra un dron de Hafter, que también observa los movimientos del enemigo.

A la una de la tarde, las brigadas aliadas con el Gobierno de Unidad -no quieren que se les llame milicias- consiguen que los hombres de Hafter se replieguen. Mohamed, un francotirador perteneciente a la brigada 166, de Trípoli, señala frente a su puesto de observación, situado a un kilómetro de las tropas de Hafter: “Nosotros necesitamos esta guerra. Así le demostraremos al mundo que Hafter es un mentiroso. Ese criminal se presenta como el hombre fuerte de Libia. Pero ha necesitado cuatro años para preparar esta guerra. Ha contado con el apoyo de Egipto, de Emiratos Árabes Unidos, de Francia... Y nosotros, que no tenemos tanto apoyo, nos hemos preparado en dos días y le hemos hecho retroceder decenas de kilómetros”.

“Desde hace un mes Hafter no ataca, solo se defiende”, sostiene Mohamed. “Sus hombres corren cuando nos ven venir y abandonan sus armas. Tanto que habíamos oído hablar de Hafter, Hafter Hafter,… Y mira lo que es Hafter, mira cómo huyen. Hasta ahora había tomado Bengasi y Derna, que son ciudades pequeñas. Pero ahora se está viendo que no es tan fuerte como él dice”.

Un combatiente de las brigadas aliadas al gobierno de unidad luchan en una ofensiva por tomar el control del Aeropuerto Internacional de Tripoli.
Un combatiente de las brigadas aliadas al gobierno de unidad luchan en una ofensiva por tomar el control del Aeropuerto Internacional de Tripoli.Carlos Rosillo

Antes de avanzar hacia Trípoli, Hafter tomó la ciudad de Garián, a unos 100 kilómetros de Trípoli. “En Garián vimos que a Hafter lo estaban apoyando fuerzas especiales de Francia”, señala Omar. “Así que le enviamos al Gobierno de Francia un mensaje: más os vale sacar a vuestra gente del frente, no nos digáis después que eran turistas. Y los sacaron hacia Túnez en dos grupos”.

Omar, un miembro de la brigada 319, de Bengasi, ha resultado herido en un brazo. Omar ha combatido en Bengasi entre 2015 y 2016, hasta que Hafter tomó la ciudad y expulsó a sus enemigos. “En Bengasi había gente del Estado Islámico”, explica Omar, “pero también había mucha gente que, además de no ser terroristas, estábamos combatiendo contra el Estado Islámico. Y Hafter nos trataba a todos como terroristas. Igual que ahora, él dice que todos somos terroristas islamistas”.

Para llegar desde el centro de Trípoli hasta el frente donde combaten las tropas de Hafter y de las brigadas aliadas con el Gobierno de la ONU hay que recorrer al menos 10 kilómetros donde el paso a los coches civiles está restringido. Esos 10 kilómetros fueron tomados el 4 de abril por las tropas de Hafter. Ahora, pertenecen a las fuerzas aliadas.

“Con lo que más daño nos ha hecho Hafter hasta ahora”, explica el combatiente Mohamed, “es con los drones chinos Wing Loong, que tienen hasta ocho proyectiles. Los primeros días atacaban por la noche a nuestros coches. A Hafter lo que le interesa es eliminar nuestros vehículos, no las casas. Así que aprendimos a protegernos de ellos escondiendo los coches en las casas vacías".

Los brigadistas consultados en el frente asumen que Hafter dispone de armamento muy moderno. “Se lo regalan los Emiratos Árabes Unidos", comenta Mohamed. “Pero nosotros tenemos ya también unas armas parecidas. Nos estamos entrenando con ellas y aún no hemos hecho uso”. Para demostrar que lo que dice es verdad muestra un vídeo grabado en su teléfono donde se le ve en el interior de un vehículo blindado llamado Tiger como el que acaban de destruir a 800 metros, en el frente de Hafter.

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Sobre la firma

Francisco Peregil, Enviado Especial
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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