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Los argelinos temen que las nuevas purgas del régimen deriven en dictadura militar

La sociedad civil acusa al hombre fuerte del país, el general Ahmed Gaid Salah, de traicionar la voluntad democrática del pueblo y usar la justicia para saldar cuentas personales

Francisco Peregil
Cientos de argelinos participan en una manifestación para exigir un cambio en el régimen actual, el pasado viernes, en Argel.
Cientos de argelinos participan en una manifestación para exigir un cambio en el régimen actual, el pasado viernes, en Argel.MOHAMED MESSARA (EFE)
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Ahora que nadie puede esconderse detrás de la silla de ruedas del expresidente Abdelaziz Buteflika el poder militar, que siempre gobernó Argelia entre bambalinas, es interpelado directamente por el pueblo. El jefe del Ejército, el general Ahmed Gaid Salah, de 79 años, es ya el blanco indiscutido de las principales críticas de la sociedad civil. Le acusan de traicionar la voluntad democrática del pueblo y de utilizar la justicia militar como un arma para ajustar cuentas personales contra clanes rivales de poder.

Las manifestaciones de los dos últimos viernes han conseguido un gran éxito de convocatoria en las principales ciudades del país, a pesar de que ambas se han celebrado en pleno mes de ramadán. En las dos protestas, Gaid Salah ha sido el blanco principal de los cánticos y las pancartas. "Gaid márchate", "Argelia no es un cuartel", "No confundas tu persona con el Ejército", podía leerse.

Desde que comenzaron las protestas, el 22 de febrero, Ahmed Gaid Sala se ha revelado como un orador implacable. Allá donde puso su verbo llegó después un tribunal militar y puso la cárcel. El general prometió en un discurso que la justicia actuaría “en total libertad”, “sin presiones ni órdenes”, contra “toda la banda implicada en los casos de desvío de fondos públicos y abuso de poder”. Desde entonces han ingresado en la cárcel Said Buteflika, el hermano más poderoso del anterior presidente, el general en la reserva Mohamed Mediene, alias Tufik, jefe de los servicios secretos durante un cuarto de siglo (1990-2015) y su sustituto, el general Atmán Tartag, alias Bachir. También continúan en prisión los cuatro hermanos empresarios Kuninef, ligados a Said Buteflika, el constructor Ali Haddad, amigo del expresidente, y el empresario Issad Rebrab, bien visto desde ciertos sectores de la oposición.

El jueves 9 de mayo se produjo un nuevo punto de inflexión cuando el tribunal militar de la ciudad de Blida encarceló a la secretaria general del opositor Partido de los Trabajadores (PT), Louise Hanún. Esta opositora se opuso al quinto mandato de Buteflika, aunque apoyó el tercero y el cuarto, por lo que no goza de mucho respaldo en la sociedad civil. Se trata de la primera dirigente política encarcelada desde la década de los noventa. Y el domingo 12 de mayo fue encarcelado el general en la reserva Hocín Benhadid. Su abogado, Bachir Mechri, asegura que Benhadid está preso por haber publicado una simple carta abierta el 25 de abril dirigida Gaid Salah.

Precisamente el diario El Watan publicaba este martes 14 de mayo un artículo en el que denunciaba un “deriva autoritaria”. “Detenciones, medios de comunicación amordazados, periodistas [de medios públicos] sancionados, debates públicos impedidos, conferencias prohibidas, violencia verbal contra todo aquel que rechace la hoja de ruta de Ahmed Gaid Salah… Desde hace algunas semanas los atentados contra las libertades se han multiplicado y toman proporciones dignas de una dictadura en buena y debida forma”.

Purgas selectivas

Las purgas efectuadas hasta ahora, sin embargo, no tienen visos de afectar al entorno más próximo de Gaid Salah. Un articulista recordaba en el diario El Watan del 11 de abril que Gaid Salah aparecía en un papel de Wikileaks como “quizás el oficial más corrupto del aparato militar”. Esa era la opinión que ofrecía en 2007 a la embajada estadounidense el dirigente islamista argelino Abdallah Djaballah. La embajada añadía: “Esto es algo que nos han dicho también otros contactos”.

Un grupo de vecinos de Annaba, ciudad natal del general, ha solicitado al fiscal general del país que se investiguen los negocios de los hijos del general y también los negocios de su “ilustre asociado”, el “exnarcotraficante” y diputado Baha Edine Tliba, paisano de Gaid Salah y vicepresidente del Parlamento. Los autores de la misiva aseguran que los hijos del general se comportan en Annaba como si la ciudad fuese su “propiedad privada”.

El analista argelino Mohamed Sifaoui escribió el jueves 9 de mayo: “La voluntad de Gaid Salah es tomar el poder de una manera o de otra. El jefe del Estado Mayor no quiere tomar el riesgo de rendir cuentas ni de ver a sus hijos, sobre todo al mayor, rendir cuentas delante de la justicia. El enriquecimiento anormal del que se ha beneficiado -él y sus hijos- es el resultado, según varias fuentes, de comisiones recibidas con los contratos de armamentos por un lado y por otras parte, con los favores que se han beneficiado empresas familiares a través de contactos con el Ministerio de Defensa”.

El otro frente de críticas viene dado por el hecho de que la sociedad civil reclama desde el 22 de febrero una nueva Constitución, mientras que Gaid Salah apoya la Constitución actual y la convocatoria de elecciones presidenciales para el próximo 4 de julio. El diario satírico El Manchar resume la situación en tuit:

–Mi general, la elección del 4 de julio está jodida.

–¿Por qué, qué sucede?

–El pueblo se niega a votar.

–¿Y desde cuándo necesitamos el voto del pueblo para elegir a un presidente?

El senador opositor Ahmed Benbitur, antiguo jefe de Gobierno entre 1999 y 2000, declaró en una radio argelina que las presidenciales del 4 de julio conducirán al país “a la catástrofe”. “Desde la independencia [en 1962] hasta hoy todos los jefes de Estado han sido designados por el Ejército y no por el pueblo”, señaló. “Esperamos que esta vez haya elecciones verdaderas y no designaciones. Si continuamos en la perspectiva de elecciones del 4 de julio estaríamos aún ante un quinto mandato pero sin el candidato habitual [Abdelaziz Buteflika]”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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