Un conato de motín interno contra May enfrenta a sus ministros
El titular de Economía admite que una segunda consulta es posible y respetable
Theresa May tiene la virtud, o la suerte, de sacar fuerzas de la debilidad e indecisión de sus adversarios. Hasta 11 ministros han hablado este fin de semana, siempre desde el anonimato, con varios medios para anunciar un inminente golpe interno —tan pronto como este mismo lunes— para reemplazarla por un primer ministro provisional que pudiera salvar el Brexit. May ha convocado este domingo de inmediato a los líderes euroescépticos para poner orden y ha logrado que pesos pesados de su Gobierno reprocharan en público a los supuestos conspiradores su deslealtad.
“El final se aproxima. No será primera ministra más allá de 10 días”; “Su sentido del juicio ha comenzado a ser caótico. No puedes formar parte de un Gobierno que entierra su cabeza en la arena”. El diario The Sunday Times ha publicado un ramillete de declaraciones anónimas de más de una decena de ministros que daban a entender que la dimisión forzada de May era inminente. La maniobra, según explicaba el periódico, consistiría en sustituir a la primera ministra por un candidato provisional de consenso que fuera capaz de sacar adelante el Brexit, y diera tiempo al Partido Conservador para elegir con calma un nuevo líder y jefe de Gobierno.
El nombre elegido era el de David Liddington, actual jefe de Gabinete de May. “Si algo te proporciona trabajar codo con codo con un primer ministro es que te cura de inmediato cualquier esbozo de ambición de querer ocupar ese puesto”, respondía de inmediato el propio Liddington a las puertas de su domicilio para cortar en seco las especulaciones. Pero la mayor descalificación de la supuesta trama la pronunciaba el ministro de Economía, Philip Hammond, quien conserva dentro del Ejecutivo la auctoritas que muchos de sus colegas han perdido en los navajeos del Brexit. Hammond ha calificado de “autocomplacientes” y extemporáneas todas las filtraciones anónimas reflejadas en la prensa.
Rechazo a la conspiración
Ian Duncan Smith, en su día líder del Partido Conservador y hoy uno de los más ardientes euroescépticos de su formación, ha arremetido también contra los supuestos conspiradores y les ha llegado a acusar de quebrantar la responsabilidad colegiada a la que están obligados todos los miembros del Gabinete. “Sería algo completamente inaceptable para los miembros de mi partido”, decía. “Si debe haber un cambio de liderazgo, ha de realizarse por el procedimiento debido, con la participación de los afiliados, y no a través de una horrible camarilla de cinco o seis personas”. Incluso el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, a quien las informaciones sitúan como principal promotor del motín y aspirante a la sucesión de May, se desmarcaba ofendido de los rumores: “No ha llegado el momento de cambiar al capitán del barco”, protestaba.
El denominador común de todas estas intervenciones en defensa de la primera ministra no era el qué, sino el cuándo. Ninguno puso la mano en el fuego por la supervivencia política de May, aunque todos cuestionaron la idoneidad del momento y la chapuza de la conspiración.
Porque hoy por hoy todavía existen serias dudas de que la primera ministra se atreva a llevar al Parlamento por tercera vez su plan del Brexit, y casi todos los miembros de su Gobierno admiten que los números siguen sin salir. “Soy realista y sé que es muy probable que no consigamos una mayoría para el plan de la primera ministra. Si es así, el Parlamento tendrá que decidir no solamente aquello en lo que está en contra, sino también aquello en lo que está a favor”, reconocía el ministro de Economía a Sky News.
May reunió este domingo a los euroescépticos más relevante en Chequers, la residencia oficial de descanso de la primera ministra, para escucharles y conocer de primera mano qué posibilidades tiene de contar con su apoyo. El exalcalde de Londres, Boris Johnson; los exministros para el Brexit, David Davis y Dominiq Raab; los diputados Jacob Rees Mogg y Damian Green, y el propio Michael Gove acudieron a su llamada. La mandataria calcula su margen de maniobra antes de que, en los próximos días, el Parlamento le arrebate el control sobre el proceso de salida de la UE.
Westminster debatirá el martes una moción presentada de modo conjunto por diputados laboristas y conservadores para poner en marcha el mecanismo de las “votaciones indicativas”, un proceso de descarte por el que el Parlamento podrá votar las distintas alternativas al plan de May, que van desde la aceptación de un Brexit salvaje a la revocación de todo el proceso para volver a la casilla de salida, pasando por un segundo referéndum o la posibilidad de un Brexit más suave que el diseñado hasta ahora.
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