California paga 21 millones de dólares a un preso inocente que pasó 39 años en la cárcel
Craig Coley fue condenado a cadena perpetua por dos crímenes que no cometió
Allá por el siglo XVIII, el jurista británico William Blackstone creó una fórmula que lleva su nombre que dice así: "Es mejor que 10 personas culpables escapen [a la justicia] a que un inocente sufra". Y sin embargo, más a menudo de lo deseado, las historias de personas que han sido exoneradas por crímenes que no cometieron siguen siendo titulares. Craig Coley, de 72 años, ha pasado casi 40 entre rejas por dos asesinatos que nunca cometió. Este fin de semana el departamento de policía de Simi Valley (a las afueras de Los Ángeles, California) anunció que había pactado el fin de un litigio por el que se concedían 21 millones de dólares (18,5 millones de euros) a Coley por sus 39 años de injusto encarcelamiento por dos asesinatos que no cometió en 1978, el de su antigua novia Rhonda Wicht y el hijo de cuatro años de esta, Donald.
“Aunque no hay cantidad de dinero que pueda compensar al señor Coley por lo que ha pasado, cerrar este caso de esta manera es lo correcto para él y para la comunidad”, aseguró un portavoz de la ciudad en un comunicado. Mientras que muchos casos por encarcelamiento injustificado llevan años de juicios y apelaciones, el caso de Coley ha tenido a todos los niveles de gobierno de su lado: desde el entonces gobernador Jerry Brown, que perdonó a este veterano de la Armada en 2017, hasta el fiscal del distrito o el departamento de policía que decidió reabrir el caso.
En un primer momento, a Coley se le concedieron dos millones de dólares de compensación, 140 dólares por cada uno de los 13.991 días que este hombre pasó entre rejas, "apartado de la sociedad, de un trabajo y de sus seres queridos", dijo Brown. Meses más tarde de aquella concesión monetaria, los abogados de Coley presentaron una demanda federal por haberse violado sus derechos civiles. La ciudad de Simi Valley pagará cerca de cinco millones de esos 21. El resto provendrán de compañías de seguros y otras fuentes, según un comunicado de prensa citado por la cadena CNN.
El caso de Coley es uno más de los muchos que demuestran que el sistema judicial es falible y arruina la vida de personas inocentes, incluso llegando a ejecutar a hombres y mujeres que no eran culpables de los crímenes por los que se les condenó, según el grupo Innocence Project. El detective que entonces llevó la investigación no tuvo en cuenta pruebas que hoy exoneran a Coley de los crímenes e incluso manipuló algunas de ellas, diciendo que contenían el ADN de Coley.
Coley tenía 31 años cuando su vida tomó un giro inesperado para siempre. A pesar de que en todo momento mantuvo que era inocente, la Fiscalía le acusó de asesinato en primer grado y pidió la pena de muerte. En un primer juicio, el jurado no llegó a un veredicto unánime y se declaró el proceso nulo. En una segunda causa, Coley fue encontrado culpable y sentenciado a pasar el resto de su vida en la cárcel.
Dentro de la policía de Simi Valley, un detective, Michael Bender, que examinó el expediente de Coley, se convenció de su inocencia. "No existía nadie más que pudiera luchar por este tipo así que me tocó hacerlo a mí", declaró. "Era lo correcto", puntualizó Bender.
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