Arrestada en Australia Adriana Rivas, secretaria del jefe de la policía secreta de Pinochet
La mujer tiene una orden de extradición pendiente desde 2014, acusada de secuestro
El Gobierno de Chile ha confirmado este martes la detención en Sídney (Australia) de Adriana Rivas, requerida por la justicia del país sudamericano por varios delitos de secuestro ocurridos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Durante esos años, Rivas fue secretaria del fallecido Manuel Contreras, entonces jefe de la policía política DINA, un organismo represor sindicado como autor de numerosas torturas y asesinatos.
Desde que se marchó a vivir a Australia, Rivas ha visitado varias veces su Chile natal y en 2007 llegó a ser aprehendida en el aeropuerto de la capital, Santiago. Tras unos meses bajo arresto, aprovechó el beneficio de la libertad condicional para huir al país oceánico, donde trabajó como cuidadora de niños. Años después, en 2014, la Corte Suprema chilena formalizó una orden de extradición que tramitará ahora su presidente, Miguel Vásquez. El Gobierno de Sebastián Piñera (centroderecha) anunció por medio de su canciller, Roberto Ampuero, que “está siguiendo de cerca” el procedimiento y que apoyará cualquier decisión que tomen los tribunales chilenos respecto al caso.
El fallo de 2014 sitúa a Rivas como responsable como autora del secuestro calificado del secretario general del Partido Comunista Víctor Díaz, desaparecido en 1977 junto a otros seis miembros de la formación política. En aquellos tiempos, el abogado Eduardo Contreras —uno de los querellantes—llegó a calificar a Rivas de “una de las peores torturadoras de la DINA”. La mujer negó siempre haber trabajado como agente de la DINA, pero su supuesta doble vida entre las habilidades taquigráficas y la tortura llamó la atención de Lissette Orozco, una sobrina de Rivas que vio cómo, ya en democracia, la policía chilena detuvo a su “tía Chany”, como la llamaba. Orozco indagó en el pasado de Rivas y contó su historia en un documental llamado El pacto de Adriana, que se estrenó en 2017 y fue galardonado con el Premio de la Paz en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
En la cinta, la autora habla de la admiración que tenía por su tía y el momento en que esa imagen se quebró: “Mi tía sí trabajó en la Fuerza Aérea como me habían contado, lo que no sabía es que también fue parte de la DINA”. Rivas, por su parte, alega inocencia. “No puedo negar que hubo excesos, pero yo en el momento en que estaba ahí no sabía. Lo supe después y lo lloré y cada vez que me han interrogado me he puesto a llorar porque no soporto”, dice en el documental.
La mujer relata a su sobrina que en los años de la dictadura obtuvo un lugar privilegiado gracias a su buen manejo de otros idiomas. “Como yo sabía inglés”, cuenta, “me pusieron a traducir lo que llegaba en microfilm, todos los mensajes entre bandos comunistas que se pillaba en los allanamientos”. También reconoce que gracias a que "era bonita", podía disfrutar de los privilegios de su circunstancial posición: “¿Por qué te digo que son los mejores días de mi vida? Porque esa parte estaba vetada para nosotros. Esa parte de la vida de los ricos estaba vetada para mí”.
La secretaria, sospechada de haber formado parte de la violenta Brigada Lautaro de la DINA, sostuvo siempre que nunca participó en hechos de tortura y se negó a comparecer ante la justicia. O como quedó registrado en la película: “¿Por qué me voy a entregar yo si no he hecho nada malo?”.
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