“No hay nada más subversivo que el hambre en un cuartel”
Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas y líder opositor, cree que Nicolás Maduro y su régimen están “unidos por el delito”
El exalcalde de Caracas Antonio Ledezma (San Juan de los Morros, 63 años) lleva 14 meses exiliado en España. Tras su espectacular huida de la capital venezolana, donde cumplía arresto domiciliario por organizar un supuesto golpe de Estado contra Nicolás Maduro, llegó a Colombia viajando de incógnito y posteriormente a Madrid, desde donde participa activamente con la oposición en su país. Ledezma, socialdemócrata, forma parte del sector más intransigente con el chavismo, dentro de la alianza Soy Venezuela. En entrevista con EL PAÍS, asegura que el régimen está acorralado y que eso lo hace más peligroso.
Pregunta. ¿Qué va a pasar en Venezuela? Juan Guaidó aseguraba en EL PAÍS que no creía que hubiera riesgo de guerra civil…
Respuesta. Para que haya una guerra civil, tiene que haber dos bandos armados y como dice Juan Guaidó, en Venezuela casi el 90% de la población está unida en torno a la idea de que Maduro se vaya, de que no siga usurpando el poder. A nuestra población no la anima la violencia, sino la lucha por defender valores y principios. De otro lado, hay un brazo armado, el de Nicolás Maduro, que ya no tiene respaldo popular, que ya no tiene petrodólares porque han dilapidado esa fortuna, ni el reconocimiento internacional. ¿Qué le queda? La hegemonía de la violencia, el control de un aparato represivo feroz que no se reduce solo al estamento militar o policial, sino que se apoya también en milicias o brotes hamponiles que, so pretexto de ser artífices de la revolución, actúan a sus anchas.
P. ¿Cómo cree que va a responder el Ejército?
A Maduro solo le queda la hegemonía de la violencia
R. En Venezuela hay un proceso de sublevación en las guarniciones militares porque el hambre llegó a los cuarteles. Y no hay nada más subversivo que el hambre en un regimiento militar. Lo que le queda a Maduro es una élite que son estos oficiales a los que Maduro chantajea y extorsiona porque, tanto él como Chávez, fueron involucrándolos en actos de corrupción. Hay denuncias de cómo algunos oficiales están metidos en los negocios de la comida y terminaron embolsándose millones de dólares. Hay denuncias de cómo han venido contrabandeando gasolina, hay denuncias contra el famoso cartel de Los Soles, que son oficiales de la Fuerza Armada Nacional. Esa élite está comprometida con el régimen. Pero la inmensa mayoría de la tropa vive en un estado de irritación y la prueba es que Venezuela es el país con más militares presos del mundo, 220, más que en Cuba, Rusia o Irán. Pero no estamos en la idea de proponer una confrontación armada entre ellos. A lo que aspiramos es a que esta élite deponga las armas, que los militares en general se acojan a la ley de amnistía que propone Guaidó.
P. ¿Qué piensa de la posición del Gobierno español?
R. En su viaje a República Dominicana, Pedro Sánchez ya calificó a Maduro de "tirano". Sánchez fue uno de los primeros que recibió a mi esposa cuando me hicieron preso en 2015. Se solidarizaron también con la situación en Venezuela los presidentes Aznar, González, que ha sido muy consecuente, también Mariano Rajoy. Si algo logró el sufrimiento de los venezolanos fue unir a muchos españoles. Pero Sánchez debería ser consecuente y reconocer a Guaidó como presidente legítimo.
P. ¿Cómo definiría a Guaidó, hasta hace poco un perfecto desconocido?
Juan Guaidó es el rostro de la Venezuela que viene
R. Es el rostro de la Venezuela que viene. Es la prueba de nuestra diferencia, como oposición, con el caudillismo. Ellos siempre dependen de un caudillo, de un mesías, de un predestinado. Si no es Chávez, es Maduro. Como en Cuba, si no es Fidel, es Raúl. Son liderazgos enquistados. Nosotros estamos demostrando que hay relevo, que pueden matar o secuestrar a dirigentes de la oposición, tenernos presos o aventarnos al destierro, pero siempre hay alguien allí que puede recibir el testigo.
P. Hay quien cree que su aparición ha eclipsado a otros líderes opositores como Leopoldo López, Henrique Capriles o a usted mismo…
R ¡Bienvenido ese eclipse! Son momentos en la Historia. Yo llevo en política muchos años, he sido diputado, alcalde, gobernador, senador… Pero ahora lo que nos corresponde es remar para llevar la nave hacia el puerto de la libertad. Y entender que hay un capitán al mando, que es Juan Guaidó. Tenemos que hacerlo con grandeza de alma. Es como cuando a Iniesta le tocó meter el gol en Sudáfrica, le tocó a él. En este momento, el que está en la zona de penalti es Guaidó. Hay una gran expectativa. Y además hay un “plan país”.
P. En ese plan ¿cómo ha participado usted desde España? ¿Han trabajado juntos?
Lo que más temo es fallarle a mi país
R. Tanto que le puedo decir que este momento que estamos viviendo es parte del trabajo que se ha hecho. En una reunión, el 12 de enero, había algunos actores que estaban en contra de que Juan Guaidó asumiera el artículo 233 de la Constitución, que había que ir a un proceso de diálogo para unas elecciones. Otros no estábamos de acuerdo, como por ejemplo María Corina Machado y yo, en unas conversaciones privadas que algún día se harán públicas. Ha habido testigos que son presidentes, expresidentes y líderes políticos de todo el mundo. No voy a dar nombres, pero no quiero entrar en una rebatiña de méritos porque lo fundamental, primero, es consagrar la victoria porque esta película no ha terminado.
P. ¿Cree que Maduro y su régimen están derrotados?
R. Están acorralados. Pero son como las mafias, que siguen siendo peligrosas y son mucho más amenazantes en la fase terminal. Los une el delito.
P. ¿Es posible la reconciliación en una sociedad tan polarizada?
R. Sí. Yo creo que eso es lo que está en el ánimo de Guaidó cuando habla de una ley de amnistía. Él no quiere ser la cabeza de una cacería de brujas, sino ser la punta de lanza de un proceso de transición que pavimente la ruta para que nos encontremos con la senda del crecimiento. Ahora, en la oposición tenemos que administrar estos avances con mucho sentido de la responsabilidad. Creo en la reconciliación y a veces hay que perdonar lo imperdonable en pro de una causa superior que, en este caso, es liberar a Venezuela de esta narcodictadura. Pero una cosa es la concordia y otra, la impunidad. Y esto no ha terminado todavía. Este síndrome del chavismo está latente, apabullado, muy desconcertado y muy fracturado. Tras los bastidores, hay una confrontación fratricida.
P. ¿Qué es lo que más teme?
R. Quedarle mal a la gente. Jugarle sucio a Venezuela. Hay un daño extremo, mayor que el económico, el daño ético y moral que ha sufrido el país.
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