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Conte: el ascenso del hombre discreto

La negociación presupuestaria con la UE y su postura en la crisis migratoria permiten al discreto primer ministro italiano crecer y ganarse un papel relevante

Daniel Verdú
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, el 29 de diciembre de 2018.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, el 29 de diciembre de 2018.FABIO FRUSTACI (EFE)

Giuseppe Conte (Volturara Appula 1964) no adora la televisión. Poco habituado a los focos, está convencido de que el lugar de un primer ministro no está en un plató, una anomalía en un político italiano. Hace una semana, sin embargo, se plantó en Porta a Porta, el programa de mayor audiencia del legendario Bruno Vespa, y pidió el balón. No era el guion previsto, pero cómodo, crecido por los últimos éxitos en la negociación del presupuesto con la Unión Europea, el hombre que la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) eligieron como guardés del acuerdo de gobierno, decidió probarse. En pleno prime time, desafió a Matteo Salvini en el tema migratorio: “Si no permite los desembarcos, les iré a buscar en mi avión”, lanzó en referencia al cierre de puertos impuesto por el ministro del Interior, que perdió ese día la batalla en un tema crucial para su electorado. Conte habló por primera vez de límites morales, devolvió la dignidad al gobierno y el M5S, tocado en los sondeos ante las embestidas de la Liga, recuperó el relieve político. En realidad, todo empezó unas semanas antes.

Nacido en una familia humilde de la Apulia, Conte es el primer presidente del Consejo de Ministros procedente del sur de Italia en 30 años (desde Ciriaco De Mita). “Tiene el orgullo de quienes hemos salido adelante con mucho esfuerzo”, apunta una persona de su entorno. Ejerció discretamente como abogado en Roma y fue profesor universitario en Florencia. Ligado a cierta jerarquía eclesiástica -coincidió con el actual secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en la residencia universitaria romana Villa Nazareth-, era completamente ajeno a los salones de poder romanos. Votante de izquierdas, nunca militó en el M5S ni perteneció a sus círculos fundacionales. Llegó del brazo del actual ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, y salió del anonimato cuando Luigi Di Maio, candidato entonces, le incluyó en la lista de futuros ministros. Según aquel plan, con suerte sería el titular de Administraciones Públicas. Pero una accidentada negociación y la necesidad de encontrar una figura neutra para guiar las corrientes eléctricas contrapuestas de dos partidos como la Liga y el M5S lo propulsaron en primer ministro el pasado 1 de junio.

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Los primeros meses de gobierno, bajo la sombra de haber hinchado su currículum y en los que apenas logró hacer oír su voz entre la de los dos vicepresidentes, le granjearon una imagen de hombre de paja. Conte, el 66º primer ministro de Italia de los últimos 73 años, tuvo que interpretar hasta diciembre una partitura ajena sin la cuota de poder político en el partido necesaria para imponer su criterio. “Hubo un momento en que se plantó. Si le han pedido que sea primer ministro, ha decidido que lo hará a su manera. Tiene el carácter”, señala un político que lo conoce bien. La negociación de los presupuestos con la UE, en la que logró evitar un procedimiento sancionador pese a quebrantar las reglas europeas (el exceso de déficit francés también ayudó), precipitó el cambio de guion. El conflicto le permitió mediar con Bruselas, el Palacio del Quirinal y con sus dos “sponsors políticos”, como señala el politólogo Roberto D’Alimonte, graduándose como primer ministro. “Es una persona inteligente. Su nuevo relieve está ligado a los conflictos entre Liga y M5S. Cuando estaban en todo de acuerdo, su papel era de notario. Ahora que crecen las diferencias, él ha empezado a asumir un papel de mediador, pero siempre de forma neutral. Está muy pendiente de no enemistarse con ninguno de los dos”, señala.

Conte, impulsado por un buen equipo de comunicación, es una isla en el ruidoso escenario político italiano. Junto a los ministros de Economía, Giovanni Tria, y el de Exteriores, Enzo Moavero, es el elemento de moderación que aporta sosiego en el momento de mayor tensión entre el M5S y la Liga. Nada de histrionismos, siempre elegante en las formas, ni un solo selfie para la parroquia. Los empresarios, generalmente más inclinados a la Liga que al M5S, ven en él a un buen interlocutor. Su buena sintonía con el presidente de la República, Sergio Mattarella, es un síntoma claro de su crecimiento como hombre de estado. “Con el tiempo la relación se ha consolidado. Han tenido más contacto porque todos los decretos pasan por el presidente, así que ha habido una estrecha colaboración”, señalan fuentes cercanas a Mattarella. “El hecho de que los dos sean juristas y profesores de derecho [Conte lo es de derecho privado y Mattarella de público] les permite hablar un lenguaje común. Por su formación, Conte no solo está atento a la propaganda, sino a los aspectos jurídicos y legislativos de todas las cuestiones, es un hombre de reglas y eso, para un jefe de Estado es básico. Comparten ese lenguaje”.

Un primer ministro que gusta

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El primer ministro también ha convencido a los italianos. Según el último sondeo Ipsos para Corriere della Sera, el 62% tiene una opinión favorable sobre el primer ministro. Cuatro puntos por encima del consenso que obtiene el Gobierno y más alto también que el de Salvini (53%) o el propio Luigi Di Maio (43%), líder del M5S. Un dato que algunos empiezan a interpretar en clave electoral y que podría levantar suspicacias en el propio gobierno. Si hubiera elecciones próximamente, ¿por qué no presentar al propio Conte en detrimento de los hombres del aparato? Fuentes de su equipo, señalan que esa posibilidad no entra dentro de los planes de sus planes. “Tiene solo una vocación de servicio y de contribución al M5S”, señalan. Pero el poder, que se lo digan a su predecesor en el cargo, Paolo Gentiloni, transforma y despierta nuevos instintos. Por muy escondidos que se encuentren.

El horizonte de las elecciones europeas marcará el equilibrio entre ambos partidos y el crecimiento del primer ministro. Italia devora a uno de su especie cada 14 meses desde hace 73 años, y las costuras del acuerdo entre la Liga y el M5S aprietan cada vez más a ambas formaciones. La cuestión ahora es hasta dónde permitirá crecer a Conte esa esperanza de vida media.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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