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Relato de un desencuentro ‘in crescendo’ en tres actos

El Movimiento 5 Estrellas y la Liga escenifican sus diferencias ideológicas y abren las primeras grietas en un Gobierno en el que Matteo Salvini impone el ritmo

Daniel Verdú
Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, y Matteo Salvini, secretario de la LIga.
Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, y Matteo Salvini, secretario de la LIga. Gregorio Borgia (AP)

La política, decretó en 2001 Arthur Miller en su célebre conferencia para la Jefferson Lecture, tiene un estrecho grado de parentesco con el arte de actuar. Una de las normas básicas, sostenía el dramaturgo, es que el espectador perciba más la personalidad de un líder que sus propuestas. Y la función que desde hace un mes y medio se celebra en Italia cumple a la perfección la premisa. El ruido ensordece la falta de acción, la carencia de cifras que avalen la propaganda y un final de la historia escrito de antemano. Pocos dudan de que el Gobierno formado por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga terminará saltando por los aires cuando a Matteo Salvini, que ya lidera todas las encuestas (32% frente al 29% del M5S) y acapara la voz del Ejecutivo, le convenga. Cómo se llegue hasta ese momento determinará el futuro de ambos partidos.

La base es forzar estereotipos ideológicos. Pero hay peleas en la cuestión migratoria, en el trato a las sentencias judiciales, también en la reforma laboral o sobre quién ostenta las competencias de cada ministerio. Salvini, ministro del Interior, se las ha tenido que ver ya con las titulares de Defensa y de Sanidad. Y el vicepresidente y líder del M5S, Luigi Di Maio, que ve cómo su partido es arrastrado por la corriente ultraderechista, ha rectificado el discurso euroescéptico del titular de Asuntos Europeos. Una fuga hacia delante que empieza a sonar a fractura y que, de momento, sigue sin tocar las cuestiones sustanciales de sus programas o ha exagerado la realidad para cumplir otras. Incluso el presidente, Sergio Mattarella, ha tenido que intervenir para que Salvini permitiera desembarcar a inmigrantes a bordo de un buque de la propia Guardia Costera italiana. “La política tiene que ilusionar pero no es una ilusión; debe afrontar la realidad, pero la realidad de la crisis”, exigía Miller. Esa parte de la conferencia nunca la escucharon.

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Primer acto. Los puertos

El 9 de junio Matteo Salvini colgó en su cuenta de Twitter una foto con los brazos cruzados y el hashtag #Cerremoslospuertos. Imponía así una nueva política contra la inmigración irregular y las ONG que trabajan en el Mediterráneo —justo cuando hay menos llegadas— que pilló con el pie cambiado a sus socios de Gobierno. El heterogéneo M5S, especialmente desde su ala más a la izquierda, siempre fue flexible con el fenómeno y buscó soluciones inclusivas. Además, las competencias de las infraestructuras de Transportes y de la Guardia Costera corresponden al ministro grillino Danilo Toninelli. “Sabemos cómo es Salvini. Vive en campaña”, deslizan en el ministerio. Pero el tono ha ido subiendo con la habitual invasión de campo del líder de la Liga y ha abierto grietas en varias áreas.

La semana pasada, Salvini amenazó con cerrar los puertos también a un barco militar de la misión Sophia de la UE y a una embarcación de la Guardia Costera italiana que llevaba a bordo a 67 migrantes a los que solo quería dejar desembarcar esposados. Algo que despertó la reacción furibunda de la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, y del propio Di Maio, quien recordó veladamente a sus socios que hace falta más realismo y menos eslóganes. Incluso el presidente Mattarella tuvo que llamar al primer ministro, Giuseppe Conte, para que abriese los puertos. “Sabemos que quiere romper la alianza y que, tarde o temprano, sucederá. El problema es cuándo y cómo, eso será clave”, señala un importante representante grillino sobre Salvini.

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Segundo acto. La Unión Europea

Los enemigos son imprescindibles para la política de trincheras. Y la Liga, con una clase dirigente experta y curtida en varios gobiernos, domina mucho mejor que su socio ese aspecto del juego. El escritor Roberto Saviano, el magnate George Soros o la demonización de la prensa italiana mantienen el fuego ardiendo. Pero la caza mayor son la Unión Europea y el establishment comunitario. Salvini dispara y Di Maio, incómodo también con esta estrategia, limpia la sangre hasta donde puede. La Liga logró colocar in extremis al euroescéptico Paolo Savona al frente del Ministerio de Asuntos Europeos. El bad boy del Gobierno (tiene 82 años), una bomba de relojería programada para estallar cuando Salvini lo decida, interpretará a su manera la melodía comunitaria. “Tenemos que estar preparados para todo”, lanzó esta semana en el Parlamento a propósito de una hipotética salida del euro.

El líder del M5S tuvo que salir a desactivarle. “Hoy puedo decir que el Gobierno no trabaja ni piensa en esa opción. No podemos ni imaginarlo por un momento. El Gobierno no quiere salir del euro. Si luego los otros intentasen sacarnos, eso no lo sé. Pero no es nuestra voluntad ni crearemos las condiciones para que lo haga el resto”.

Tercer acto. Reforma laboral e impuestos: la fractura real

Todo lo anterior puede quedar en comedia de slapstick cuando llegue el verdadero problema. Liga y M5S están en las antípodas en la política laboral e impositiva. Los grillinos, asistencialistas y mucho más cercanos a los sindicatos, están desmontando la reforma laboral del ex primer ministro Matteo Renzi y devolviendo la rigidez a la contratación. Los empresarios ya le han dicho que están en contra y el Tesoro, bajo acusaciones de complot de Di Maio, ha puesto cifras a la caída de empleos que puede provocar. El norte, en suma, empieza a sospechar de nuevo del sur. El decreto dignidad, aprobado esta semana con el runrún de fondo de la patronal, junto a la renta básica de ciudadanía, es la gran apuesta del líder del M5S. “El Waterloo de la precariedad”, lo ha definido. Pero Salvini, que ni siquiera asistió al consejo de ministros donde recibió la luz verde, le aguó la fiesta un segundo después. “El Parlamento lo mejorará”, lanzó para tranquilizar a los suyos.

Las discusiones, rectificaciones y cambios de opinión son diarios. También por temas tan exóticos como las vacunas, en el que la ministra de Sanidad, Giulia Grillo, se enfrentó al omnipresente Salvini. Pero el M5S tendrá que trabajar mucho para encajar el discurso del final de los privilegios de la casta —esta semana ha abolido las pensiones vitalicias de los parlamentarios— con la propuesta económica estrella de la Liga: la tarifa fija de IRPF (flat tax). Además de la injusticia fiscal que supone, las cuentas que deberían aprobarse a la vuelta del verano y que difícilmente incluirán una estrategia para compensar dicha rebaja para las clases altas serán difíciles de cuadrar.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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