México, el plan b de la caravana
El país norteamericano se instala como una opción para los migrantes que no logren pasar la frontera con Estados Unidos. La caravana toma fuerza e incorpora a más personas de Guatemala y El Salvador
De las tres fronteras que tiene por delante, la caravana del hambre que salió de Honduras ya tumbó, literalmente, la primera. La policía guatemalteca tuvo que utilizar botes de humo para dispersar una masa que por momentos se volvió agresiva cuando un fuerte dispositivo policial les frenó el paso la madrugada del miércoles. Las instrucciones recibidas eran no dejar pasar a menores no acompañados o sin registrarse previamente en la garita. Cuando Carlos Lobo se subió a unas cajas para pedir calma a la masa el mensaje más suave que escuchó fue: “Te vamos a matar”.
A esa hora de la madrugada unos 2.000 hondureños esperaban su turno y otros 1.000 ya estaban del otro lado. Otros tantos treparon por los montes y colinas aledañas para sortear una frontera que solo existe porque un cartel y una enclenque valla lo recuerdan. Cuando este miércoles amaneció, unas 3.000 personas ya caminaban unidos rumbo al norte. En la cabeza de todos ellos hay una palabra escrita a fuego: Estados Unidos, pero también se extiende la idea de que México es la nueva opción.
Un buen ejemplo de ello es Raúl Aguilar. Casi a la misma hora en que comenzaron a salir cientos de migrantes desde la estación de San Pedro Sula, en Honduras, en un autobús procedente de México llegó él, deportado, y con una bolsa en la mano. Hace 15 días, este hombre de 42 años fue detenido en Palenque (Chiapas) y pasó dos semanas retenido en la estación migratoria de Tapachula, en el mismo Estado. Desde ahí fue deportado y ese mismo día tomó la decisión de pasar por casa a conseguir unos zapatos nuevos para volver a intentarlo.
Cuando abre la bolsa de basura en la que lleva un pantalón roto y dos camisetas enseña emocionado lo único nuevo que va dentro: un desodorante y un cepillo de dientes que le regaló la “migra” mexicana. “Por supuesto que si no puedo llegar a Estados Unidos me quedo en México. Cualquier cosa menos seguir en Honduras”, repite. “Allí hay buena gente y han prometido que habrá bastante trabajo”, explica. Cuando recuerda su experiencia en México dice que le trataron “muy bien” y que pudo comer y dormir en una cama por primera vez en muchos días. Mientras prepara el miserable equipaje para sumarse a la caravana tarareaba una canción de los Tigres Del Norte que muchos aquí se saben de memoria.
Aunque Estados Unidos y luego, a mucha distancia, España son los principales destinos de los hondureños que huyen del país, para miles de emigrantes y refugiados, México ha dejado de ser ese lugar que, con solo pronunciarlo, provoca terror. ”Uno escuchaba que en México había muchos narcos y que la policía secuestraba y extorsionaba. Ahora creo que hay más trabajo y se vive mejor que en Honduras”, añade sin dejar de andar Carlos Lobo, el hombre que intentó apaciguar inútilmente a la muchedumbre.
Unos metros más adelante, agarrada a la mano de su hija, camina Deysi Urrutia, esteticista de 32 años. Ambas han pasado la noche a la intemperie en un monte en la frontera entre Guatemala y Honduras, pero ha logrado su objetivo de sortear los controles. “México es una buena opción. Allí hay trabajo y se puede vivir tranquilo. Lo único que quiero es trabajar y sacar a mi hija adelante, México es un buen país para estar”, dice sin frenar el paso. Si la caravana mantiene este ritmo este jueves habrá llegando a Tecun Umán, la última ciudad de Guatemala antes de atravesar la segunda frontera.
A diferencia de la anterior caravana, esta vez encontrarán un nuevo gobierno, el de Andrés Manuel López Obrador, que ha prometido empleos y servicios sociales a los centroamericanos que ingresen de forma ordenada y por los puntos oficiales de la frontera, dos ideas que ligan mal con una multitud que se caracteriza por desbordar fronteras y desconocer garitas, funcionarios y pasaportes. "Las puertas de México están abiertas para cualquiera que quiera ingresar de forma ordenada (…) pero quien quiera meterse de manera ilegal será deportado”, dijo Tonatiuh Guillén, jefe de Migración de México, quien viajó aceleradamente esta semana a El Salvador y Honduras para coordinarse con sus homólogos.
Para impedir la llegada de una masa de gente utilizada por Donald Trump para extender la idea de que es urgente la construcción de un muro, la Embajada de Honduras se esfuerza en repetir que de los 2.500 hondureños que continúan en México solo el 3% tiene posibilidad de lograr el asilo en Estados Unidos. El embajador incluso recurrió a un argumento que suena inútil cuando odias la tierra que dejas. “Si piensan venir a México a trabajar tomen en cuenta que el salario mínimo es más bajo que el de Honduras. Vendrían a México a ganar menos dinero del que ganarían en Honduras", dijo el lunes Alden Rivera.
“Últimamente los mexicanos nos están ayudando y si ahí hay trabajo, me quedo, explica Carlos Alberto de 35 años, que hasta el martes era motorista en la ciudad de Progreso. “Cualquier cosa menos volver a Honduras”, insiste él también.
Al igual que Raúl Aguilar, Carlos Alberto sabe tararear una canción de los Tigres Del Norte que es un himno: “Son tres fronteras las que tuve que cruzar. Por tres países anduve indocumentado. Tres veces tuve yo la vida que arriesgar. Por eso dicen que soy tres veces mojado”.
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