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Museos que no encontrará en las guías de Japón

Uno de ellos está dedicado a los terremotos y a cómo actuar en caso de sufrir uno de estos fenómenos sísmicos, el otro se centra en los territorios japoneses en disputa

Exhibición sobre el peligro de no asegurar armarios y otros muebles. Museo de los terremotos de Ikebukuro, Tokio.
Exhibición sobre el peligro de no asegurar armarios y otros muebles. Museo de los terremotos de Ikebukuro, Tokio.G. Robledo

Después de ver el Tokio exótico en el barrio de Asakusa y la zona friki de Akihabara, los buscadores de lo inusual en Japón visitan museos omitidos en las guías de viajes pero imprescindibles para conocer la vida diaria del japonés medio.

El más popular entre europeos y asiáticos que nunca han experimentado un seísmo es el conocido como Museo de los terremotos, ubicado cerca de la estación de Ikebukuro y administrado por los bomberos del barrio. Quien entra debe estar preparado para sufrir sacudidas de magnitud 9 en la escala de Richter, la misma que se registró en el Gran Terremoto del este de Japón el 11 marzo de 2011.

Sobre una plataforma vibratoria que simula un comedor familiar, el usuario aprende a protegerse debajo de la mesa aferrándose a una de las patas, creando así un sólido techo que le salva de quedar sepultado entre los escombros.

Varias personas en una sala que simula un terremoto de magnitud 9.
Varias personas en una sala que simula un terremoto de magnitud 9.G. Robledo

Otras situaciones de emergencia son recreadas con ayuda de imágenes y sonidos, y el visitante es instruido para reaccionar siguiendo una ordenada secuencia de medidas que se complementan con señales gráficas e instrucciones emitidas por altavoces.

El nombre real del centro se puede traducir como Centro de Aprendizaje de Seguridad para Salvar Vidas y es una versión más completa de instalaciones repartidas en todo Japón donde familias, colegios y empresas, asisten para aprender o refrescar sus conocimientos de qué hacer en caso de un gran terremoto.

El alto grado de civismo que se registra durante los grandes desastres en Japón tiene su origen en centros como este. Y por ofrecer un vistazo a un aspecto vital en la cotidianidad de un archipiélago volcánico propenso a los temblores de tierra, cada vez más turistas extranjeros, en especial de China y el sudeste de Asia, lo incluyen en su itinerario.

Más hacia el centro de la ciudad, en el parque de Hibiya y en el barrio de los ministerios, se encuentra otro recinto cuyas dimensiones minúsculas contrastan con lo ampuloso de su nombre: Museo Nacional del Territorio y la Soberanía.

Está dedicado a explicar por qué Japón tiene razón en las disputas por dos lejanos grupos de islas en las aguas fronterizas con China y Corea del Sur. Exhibe maquetas de las Senkaku, un pequeño grupo de islas y rocas situadas al oeste de Okinawa y reclamado por China, donde las llaman Diaoyu. Las Senkaku fueron nacionalizadas por Japón en 2012 y, en la versión difundida en este museo con folletos en varios idiomas incluido el español, solo atrajeron la atención de China y Taiwán cuando en 1969 se anunció la posible existencia de reservas petrolíferas allí.

Museo Nacional del Territorio y la Soberanía, maqueta de islas Senkaku.
Museo Nacional del Territorio y la Soberanía, maqueta de islas Senkaku.G. Robledo

Una segunda maqueta reproduce los islotes de Takeshima, controlados por Corea del Sur, que los llama Dokdo. Aunque el Tratado de San Francisco de 1951 otorgó a Tokio el control de las islas, el Gobierno de Seúl fijó el año siguiente una demarcación marítima a su favor que se mantiene y que Japón llama “ocupación ilegal”.

Como su nombre lo sugiere, un museo dedicado a la soberanía tiene como propósito inspirar patriotismo en los visitantes japoneses y es previsible que pocos turistas chinos y surcoreanos visiten un recinto que divulga una visión contraria a la historia que se aprende en sus respectivos países. Cuando se le pregunta a uno de los empleados del museo por el número de esas visitas rehúsa dar números pues admite que entre los visitantes extranjeros solo distingue con seguridad a los occidentales.

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