Las mid-term de Europa comienzan ahora
El vuelco Demócrata debería despertar de nuevo la indignación general frente a un lenguaje político pseudofascista al que nos estábamos habituando
¿Gana la Unión Europea con el semi-triunfo de los Demócratas en las mid-term estadounidenses? Sí. Pero quizá sea poco más que un premio de consolación: un estado de ánimo más optimista. Porque la Cámara baja no determina la política exterior, y la presión demócrata no es seguro que frene del todo la deriva actual, ni contribuya a articular una mejor estrategia. Es verdad que las investigaciones sobre los vínculos con países como Arabia Saudí o Rusia podrían forzar a esta Administración a posicionarse con mayor claridad sobre la guerra en Yemen, o sobre el tipo de relación que se quiere tener con Moscú. También se cortará de raíz cualquier posibilidad de proveer de fondos para un muro en la frontera mexicana, o para posibles aventuras en el exterior. Por otro lado, alcaldes y gobernadores de medio país seguirán fieles a su compromiso con el acuerdo de París, y actuando por su cuenta. El vuelco Demócrata, en definitiva, debería despertar de nuevo la indignación general frente a un lenguaje político pseudofascista al que nos estábamos habituando. Todo lo anterior tendrá una lectura muy positiva en amplios sectores de las sociedades europeas que están resistiendo la oleada contra-revolucionaria.
Sin embargo, es muy posible que Trump opte por acentuar una estrategia de confrontación, tanto al interior como al exterior, seguro como está de que su base electoral requiere una tensión permanente. Dado que no se pueden abrir todos los frentes, cabe esperar un cierto armisticio con China o la UE en la disputa comercial. Pero podría ocurrir que Trump ponga a Europa en situaciones muy complicadas con su política hacia Irán, Venezuela o Brasil, con una retórica antinmigración, o su política fiscal agresiva a la captura de capitales internacionales.
Hace dos años hubo aún expectativas de que Trump haría de federador externo de la Unión, que precipitaría una unión europea frente al America First y su desprecio por los valores liberales. Pero nada de eso se ha cumplido. Al contrario, Europa se ha mimetizado con su socio: gobiernos, parlamentos sociedades, se han fragmentado y polarizado al extremo. Desde este momento hasta finales de 2020, Europa afronta sus propias elecciones a mitad de camino: el Parlamento Europeo se decide en mayo de 2019. El momento es dramático: establecida ya la ultraderecha en parlamentos, coaliciones y gobiernos de media Europa, el voto nacional populista, aunque apenas superase el 20%, podría poner más trabas para el reflote de la Unión. El otro gran test serán los gobiernos - el Consejo - sin cuyo liderazgo europeísta la Unión será ingobernable.
Dos condiciones parecen básicas para que los progresistas desalojen a Trump de la Casa Blanca. Una es la aparición de un líder carismático de última hora, y otra ganarse a los votantes de la América rural. Si no lo logran, Trump repetirá cuatro años más. Para entonces, Europa tendrá que estar mejor preparada o no sobrevivirá, ni a Trump ni a sí misma.
Vicente Palacio es Profesor Asociado en la Universidad Carlos III de Madrid
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.