Vuelve a ser 1991 en Washington
Las denuncias contra Kavanaugh recuerdan el caso de Anita Hill, que acusó de acoso sexual al juez Clarence Thomas
Una clara sensación de déjà vu planea sobre Washington. Ecos de septiembre de 1991 condicionan la política estadounidense. Poco antes del voto clave para el candidato al Tribunal Supremo aparece una mujer que le acusa de abuso sexual en el pasado. La presunta víctima sufre ataques de la derecha, titubea pero se acaba decidiendo a testificar ante el comité judicial del Senado. El candidato niega tajantemente la acusación y pide defender su honor.
Es la historia de Anita Hill hace 27 años. También la de Christine Blasey Ford ahora, la mujer que acusa a Brett Kavanaugh, el candidato de Donald Trump para un cargo vitalicio en la máxima autoridad judicial, de un intento de violación en 1982. Y, como entonces, en un giro de última hora, ha aparecido una segunda mujer que acusa al jurista de comportamiento sexual inapropiado.
Los paralelismos entre ambos casos colocan a Estados Unidos ante un espejo retrospectivo. ¿Ha cambiado la respuesta de la clase política ante las acusaciones de acoso sexual? ¿Votará el Senado del mismo modo que en 1991? Entonces, tras escuchar las versiones de Hill y de Clarence Thomas, la Cámara Alta aprobó por un estrecho margen la designación del juez, que sigue en el Supremo.
Hay también diferencias notables. La denuncia de Hill se refería a un presunto abuso en el puesto de trabajo cuando ella y Thomas eran mayores de edad. En cambio, Ford asegura que el intento de violación ocurrió durante una fiesta cuando ella tenía 15 años y Kavanaugh, 17. Ford ha pedido al FBI que investigue su acusación y que se llame a testigos, como se hizo con Thomas, pero la Casa Blanca y la cúpula republicana del Senado rechazan dar su autorización. Como entonces con George H. W. Bush, el presidente es republicano. Pero, a diferencia de ahora, en 1991 los demócratas ostentaban la mayoría en el Senado, lo que les permitió gestionar a su gusto la comparecencia de Hill.
El contexto, en apariencia, también ha cambiado enormemente. El huracán del Me Too contra el encubrimiento de abusos se ha llevado por delante a hombres poderosísimos en el último año. Muchos republicanos ahora han evitado criticar a la presunta víctima. En 1991, solo había hombres en el comité judicial del Senado. Hoy hay cuatro mujeres demócratas en el panel, pero ninguna republicana. Hay tres senadores que siguen en el comité, incluido su presidente. Uno de ellos, el republicano Orrin Hatch, acusó a Hill de emular frases del libro El Exorcista y cuestionó su veracidad. 27 años después Hatch ha sugerido que Ford podría estar confundida.
“Un curso justo, neutral y bien pensado es la única forma de abordar los testimonios de Ford y Kavanaugh”, escribió recientemente en el diario The New York Times la propia Hill, que es profesora universitaria de Derecho. También pidió aprender del pasado, por ejemplo designar un comité de investigación externo, permitir que sean expertos en acoso los que dirijan las preguntas, dejar de lado la inquina partidista y establecer un protocolo de actuación definido ante denuncias de este calado.
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