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Aumentan los migrantes ahogados tras endurecerse la política de disuasión

Solo en junio y julio, tras el cierre de los puertos en Italia y con los rescates en manos libias, fallecieron 850 personas, un 28% más que en el mismo periodo de 2017

Un grupo de migrantes el viernes antes de ser rescatados por el Aquarius.Vídeo: GUGLIELMO MANGIAPANE (EFE)
Naiara Galarraga Gortázar

La ONU ha hecho sonar la alarma: 850 migrantes han muerto en solo dos meses (junio y julio) en el Mediterráneo, un 28% más que en el mismo periodo de 2017. Esta ola de muertes —los ahogados este año suman 1.500— ha coincidido con la intensificación de la política de disuasión emprendida por los Gobiernos europeos. Acnur y las ONG señalan, además, que la cifra es especialmente preocupante porque muchos menos migrantes emprenden ahora la travesía.

Con la Italia del xenófobo Matteo Salvini al frente, la Unión Europea ha delegado sistemáticamente en los guardacostas libios los rescates, aunque ni los Veintiocho ni Acnur lo consideran un país seguro, y ha multiplicado las trabas a las ONG, que insisten en salvar a quienes intentan alcanzar Europa.

Llegar a Europa es ahora mucho más peligroso. Una de cada 31 personas que han intentado el salto a la UE desde enero murió o desapareció cuando a lo largo de 2017 fue uno de cada 49, según Acnur. Amnistía Internacional acusa directamente a los Gobiernos europeos de este incremento: “Las políticas europeas han capacitado a la Guardia Costera libia para interceptar a personas en el mar, han restado prioridad a los rescates y han obstaculizado el trabajo vital de las ONG de salvamento. El reciente aumento del número de muertes en el mar no es sólo una tragedia; es una vergüenza”, dijo el investigador de la ONG Matteo de Bellis al presentar la semana pasada el informe Between the devil and the deep blue sea [Entre el diablo y el profundo mar azul].

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El Mediterráneo es el mayor cementerio de inmigrantes y refugiados del mundo pero no es igual de peligroso en una zona que en otras. El 3,2% de quienes intentaron cruzar a Italia por el Mediterráneo central en 2018 murió, frente al 1,1% en la ruta oeste que llega a España (que en mayo fue la más letal del mundo), según las estimaciones de Missing Migrants, que documenta para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) las muertes a lo largo del planeta.

Nunca en los últimos años fueron menos los migrantes que lograron llegar a Europa por mar (63.000 personas en 2018, tres veces menos que en un solo mes de 2015). El descenso obedece a que las salidas desde Libia han caído en picado. La estrategia de la UE de reforzar a la Guardia Costera Libia —e intentar apartar a las ONG— ya ha surtido efecto. Este julio solo el 22% de los que emprendió la travesía desde la orilla libia logró pisar Europa, cuando en julio de 2017 fue más del 90%, según los cálculos de Matteo Villa, investigador del ISPI (Instituto per gli Studi di Politica Internazionale), basados en cifras oficiales.

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Desde que Salvini anunció al mundo a través de Twitter que cerraba los puertos a las ONG, se han multiplicado los cambios en el Mediterráneo: una sucesión de naufragios, un espectacular aumento de las llegadas a España, un fuerte incremento de los migrantes que con embarcaciones y formación financiadas por la UE son devueltos a Libia y las crecientes dificultades que los barcos han tenido para llevar a tierra firme a los migrantes rescatados. Los datos recopilados por Missing Migrants sobre quién rescata en el Mediterráneo Central indican que, a medida que los libios han ido asumiendo un papel más activo en aguas internacionales, el rol de la Guardia Costera italiana y el resto de buques militares europeos que vigilan la frontera externa de la UE ha disminuido.

Centros abarrotados

Como todos los interceptados por Libia van directos a centros de internamiento, estos están a rebosar con 10.000 detenidos frente a los 4.000 de marzo. Ése es precisamente el destino que más temen los migrantes africanos, que afrontan penalidades extremas en el país magrebí. Quienes abordan una patera a veces están al tanto de los cambios en la política migratoria.

Joanna, una camerunesa de 34 años con tres hijos, le contó a una investigadora de Human Rights Watch recientemente que una vez en aguas internacionales no llamaron a los guardacostas italianos por temor a que los entregaran a los libios. No obstante, estos llegaron: “Nos tiraron una cuerda, pero al principio nos negamos a atarla a nuestro barco. Los libios dispararon al aire y nos amenazaron: ‘Si no la atáis, os disparamos. La atamos y empezaron a trasladar a la gente —170— a su barco”, relató según el testimonio incluido en el reciente informe.

La OIM expresó su alarma este fin de semana por lo llenos que están los centros de detención, tanto que no puede seguir el ritmo de peticiones que recibe de migrantes que quieren volver a su países.

Human Rights Watch aseguraba en uno de sus recientes informes —”Las disputas sobre los rescates ponen vidas en riesgo”— que “en vez de desalentar los rescates por parte de los barcos de las ONG, mercantes o incluso militares, los Estados y las instituciones de la UE deberían asegurarse de que las personas rescatadas puedan ser llevadas a puertos seguros donde se puedan garantizar sus necesidades de protección”. Esta ONG sostiene que la actual política europea “es una receta para una pérdida de vidas incluso mayor en el Mediterráneo”.

El investigador del ISPI sostiene que el éxito a largo plazo de la estrategia europea dependerá “de lo que ocurra en Libia, en tierra”, sostiene Matteo Villa. “El factor más importante es el comportamiento de las milicias y los otros actores que gestionan el tráfico de personas. Mientras cooperen, las cifras de salidas serán bajas y manejables incluso por la Guardia Costera libia y quizá no deriven en demasiados ahogados. Pero si las salidas aumentan otra vez, la nueva estrategia empezará a resquebrajarse”. Villa resta protagonismo a Salvini en la fuerte caída de llegadas a Italia. “Él ha expandido la estrategia de disuasión del ministro Minniti (del anterior Gobierno socialdemócrata) hasta una de disuasión total”, explica y subraya que Marco Minniti “fue muy exitoso en su estrategia de cooptar a las milicias, convenció a muchos implicados que cambiaran su modelo de negocio, que en vez de traficar con personas las mantuvieran en tierra”.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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