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James, Pékerman, Radamel, Falcao, Yerry: los nombres heredados por los niños colombianos

Entre 2014 y el 1 de julio de 2018, 6.650 nuevos nacidos en el país recibieron algún nombre de futbolista

Jorge Galindo
Yerry Mina celebra tras anotar para Colombia el gol del empate ante Inglaterra.
Yerry Mina celebra tras anotar para Colombia el gol del empate ante Inglaterra.Ricardo Mazalan (AP)

Cuando una persona busca nombres para su futura hija o hijo, las fuentes de inspiración son ilimitadas. Podemos seguir una tradición familiar, buscar nombres que estén de moda (o, al contrario, aquellos que no estén para nada de moda), incluso hay estudios que muestran cómo los nombres que otorgamos a nuestra descendencia hablan de nuestras preferencias políticas. Fijarnos en quién admiramos es una opción más. Y una muy habitual.

Podría decirse que Colombia nunca había tenido una selección de fútbol que despertase una pasión ni tan profunda, ni tan unánime. El ciclo que va del Mundial de Brasil al que este fin de semana termina ha dejado alegrías y respeto a partes iguales. Lo cual se ha notado en los nombres que los colombianos han escogido para sus hijos.

Tomando a cuatro de las figuras más reconocibles de la Selección (James Rodríguez, Radamel Falcao, José Néstor Pékerman, Yerry Mina), resulta que entre el primero de enero de 2014 y el 1 de julio de 2018, 6.650 nuevos nacidos en el país recibieron alguno de sus nombres. Es probable que los Yerry y algunos de los James no obedezcan directamente o exclusivamente a los futbolistas. El segundo, por ser un nombre ya relativamente común antes. El primero, porque la verdad es que su fama se ha consolidado en el último partido de este Mundial. Es probable que si miramos datos dentro de un par de años nos encontremos con muchos más Yerrys en las fichas de la Registraduría.

Pero al mismo tiempo las fuentes del Estado Civil registraron nombres únicos en estos cuatro años: hay un James Pekerman correteando por tierras colombianas, y también un Neimar Falcao. El origen futbolístico de éstos parece difícil de cuestionar.

Por supuesto, Colombia no está ni mucho menos sola en esta práctica. En Estados Unidos basta una búsqueda rápida en Google para encontrar páginas especializadas que te ofrecen listados de nombres sugeridos basados en deportistas de élite. Algunas veces, incluso, con la poco disimulada (y poco sólida) esperanza de que el nombre actúe como incentivo para ello.

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En España, la pasada década vio un claro aumento de niños llamados “Íker”, algo que probablemente tenga que ver con Íker Casillas, portero del Madrid y de la selección. Gerard, por su parte, consolidó un ascenso que ya venía teniendo.  

Leo (Messi), sin embargo, ha multiplicado su presencia en la presente década. Hasta el punto de que la edad media de los 14.000 nacidos en España que llevan ese nombre es de sólo cuatro años. Es probable que muchos de los que han llamado así a su hijo no lo hayan hecho expresa o directamente por Leo Messi. Pero la cuestión es que el nombre está en el aire, disponible para ser usado incluso por aquellos que gustan de él aunque no tengan ningún interés en el fútbol.

Luis Enrique, un nombre muy tradicional en España, venía cayendo en popularidad hasta que tuvo un repunte en los años noventa, para después seguir en descenso. Luis Enrique, recién nombrado técnico de la selección española, era por aquel entonces uno de los jugadores más famosos del país. A pocos de los que crecimos entonces siguiendo el fútbol se nos borrará la imagen del jugador con la nariz sangrando en los cuartos de final del Mundial de 1994, después de recibir un codazo del defensa italiano Tassotti que no sería pitado por el árbitro. ¿Tenían esta imagen en la cabeza todos y cada uno de los progenitores de esos 802 niños de los noventa llamados Luis Enrique? Es poco probable. Pero, de nuevo, el nombre estaba en el ambiente.

Como ahora en el de Colombia lo están los nombres de James, Pékerman, Radamel Falcao, Yerry Mina, Juan Fernando Quintero. Dispuestos para quien quiera utilizarlos. Rindiendo así un pequeño homenaje, consciente o no, a la mejor (y tal vez también la más noble) generación de futbolistas que ha conocido este país.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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