Esas benditas redes sociales
Las redes sociales favorables a Andrés Manuel López Obrador activaron estrategias muy efectivas para ir más allá del apabullamiento de bots y troles
En sus primeras palabras como candidato presidencial ganador, Andrés Manuel López Obrador agradeció a tantos como cabían en su horizonte discursivo para, hacia el final, esbozar una sonrisa especial al articular: “también mi gratitud a las benditas redes sociales”. En ese momento, los habitantes aludidos de la república de Twitter, de las geografías de Facebook y de los espejos de Instagram, se abrazaron en poderosa complicidad y se dijeron: “¡eso es todo!” (o algo más altisonante), “claro que fuimos nosotros los que llevamos a AMLO a la grande”. Porque ya sabemos que la victoria tiene muchos padres y en las redes sociales hay muchos egos.
Y sí, más allá del apapacho festivo, claro que las redes sociales jugaron un papel fundamental en la contienda electoral. A estas alturas de la penetración tecnológica y para el siglo que corre, no tendría por qué haber sido de otra manera.
Ahora bien, ¿qué sucedió durante este proceso electoral para que López Obrador le dedicase una sonrisa especial a las benditas redes sociales? Comencemos por hablar de volumen (que es menos interesante pero confiere dimensión): 37 millones de tuits si se suman elecciones y periodo de campaña, 1.300 millones de interacciones en Facebook durante los 90 días previos al 1 de julio, etc. Son datos importantes, claro, porque hablan de la intensidad del intercambio digital, pero en sí mismo dicen poco de la interacción y su trascendencia. Sabemos de sobra que la activación de granjas de perfiles falsos y automatizados, por ejemplo, incrementa volumen pero solo sirve para ensuciar la conversación. Dice bien José Luis Orihuela, especialista en estrategias digitales, que los Trending Topics (o tópicos tendencia) al final no son más que un estornudo social. Y de estornudos no se construye una narrativa. Por ello, resulta más interesante analizar la manera en que las diferentes comunidades de conversación se comportaron en la esfera digital y lo que lograron activar.
Sin duda, los seguidores y simpatizantes de López Obrador habitan los espacios digitales de forma más orgánica que los de los demás candidatos. Esto se debe a que, en general, llevan más tiempo en estas esferas de expresión dada su condición de oposición a los regímenes anteriores, pero también a que una buena parte de los mismos usan las redes de conversación más allá de la contienda electoral. Son vecinos conocidos, pues: académicos, activistas, artistas, etc. (y sus comunidades). En mucho menor grado, pero esto también sucede con algunos de los seguidores de quien quedó en segundo lugar, Ricardo Anaya, mientras que la tribu priista nunca ha podido trascender su propia esfera de conversación en un entorno que le parece sospechosamente horizontal (los grafos de conversación sobre temas electorales, por ejemplo, muestran con claridad que el entorno priista solo habla consigo mismo, y cada vez menos).
¿Significa lo anterior que las redes sociales del espacio digital llevaron a López Obrador a la presidencia? No, por supuesto que no. Una simplificación así de un proceso mucho más complejo, no se sostiene. Como se ha señalado en análisis previos y posteriores a la jornada electoral, hay desde hace años en México un vasto tejido de resistencias, inconformidades, enojos y hartazgos que puede activarse mediante conectividades digitales, pero no es solo resultado de las mismas. Y fue ese tejido múltifactorial el que llegó a las urnas; los tuits y los favs y los me gusta todavía no votan. Lo que sí hicieron las redes sociales digitales favorables a López Obrador fue activar estrategias muy efectivas para ir más allá del apabullamiento de bots y troles, e infectar la conversación con los temas que les importaban.
Ahora viene otra etapa: la de gestionar el triunfo y no matar la conversación. Es bien sabido que la arrogancia del vencedor puede ser aniquiliadora. Toca a todos aprender nuevas formas de interacción y acomodar los egos para los tiempos que vienen. Toca a los que desde hoy serán oposición aprender a habitar de forma más orgánica estos espacios de acción conectiva. Porque si solo se impone el consenso del triunfador, habremos matado a las benditas redes sociales.
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