Túnez ya cuenta con la primera alcaldesa electa de una capital árabe
Suad Abderrahim, una ejecutiva de 53 años, era la candidata del partido islamista moderado Ennahda
La ambiciosa ley de paridad de género que rigió las elecciones municipales celebradas en Túnez el pasado 6 de mayo, las primeras en democracia, ya está dando sus frutos. Aunque todavía no se han constituido los 350 consejos municipales, de momento, más de 50 pueblos o ciudades ya cuentan con una alcaldesa. Entre ellas, la capital, Túnez, la mayor urbe del país con más de 700.000 habitantes. Su sheija al-baladiya es Suad Abderrahim, una ejecutiva de 53 años que lideró la lista del partido islamista moderado Ennahda. Abderrahim no es solo la primera alcaldesa de la historia de Túnez, sino la primera mujer escogida en las urnas para dirigir una capital árabe.
“Ofrezco esta victoria a las mujeres de mi país, a toda la juventud y a Túnez”, ha declarado Abderrahim la mañana de este martes, visiblemente emocionada poco después de una votación que mantuvo la intriga hasta el último momento. Ennahda fue el partido más votado en los comicios, pero se quedó lejos de la mayoría absoluta al obtener 21 de los 60 concejales. Finalmente, la flamante política se hizo con 26 votos frente a los 22 de su principal adversario, Kamel Idir, del partido conservador Nidá Tunis, con el que Ennahda forma una “gran coalición” en el Gobierno nacional. En la victoria de Abderrahim fue clave la abstención de las dos principales fuerzas de izquierdas del país, el Frente Popular y el Tayyar Democraty en la segunda ronda de votaciones.
Abderrahim no es una figura nueva en el panorama político tunecino. Entre el 2011 y el 2013, fue diputada de Ennahda en la Asamblea Constituyente, en la que presidió la Comisión de Derechos y Libertades. En los últimos años, ha ocupado un cargo directivo en una importante compañía farmacéutica, una labor que deberá abandonar para consagrarse al gobierno de la ciudad, tal como estipula la ley. “Mi prioridad será hacer más bella la ciudad, más verde, más ecológica”, declaró en una entrevista a EL PAÍS durante la campaña electoral. Las elecciones municipales representan la primera etapa en el proceso de descentralización, percibido como el principal antídoto contra enorme la desigualdad regional que tensa las costuras del país.
A pesar de su larga vinculación con Ennahda, Abderrahim es independiente, y su candidatura forma parte de un esfuerzo del partido para integrar nuevas sensibilidades. “Ennahda ha abierto sus puertas a la sociedad, a los independientes, basándose en sus calificaciones. Sus listas hoy representan mejor cómo es la sociedad tunecina”, sostiene la política, que nunca utiliza el hiyab o velo islámico y rechaza la etiqueta de “islamista”. “La religión es un asunto personal de cada uno, y ningún partido se la puede apropiar... No creo en los partidos de base religiosa”, apostilló. De hecho, en su último congreso, Ennahda eliminó de sus estructuras internas cualquier acción proselitista y empezó a definirse como “islamo-demócrata” en lugar de islamista.
“La mujer puede aportar una visión más consensuada de la política. El tender puentes entre adversarios políticos”, argumenta la flamante alcaldesa. Aunque durante la campaña hizo a menudo bandera del feminismo, Abderrahim suscita más bien recelos entre las organizaciones feministas clásicas, con una gran influencia en la sociedad tunecina. No en vano, durante su singladura como diputada hizo gala de una mentalidad netamente conservadora. Sobre todo, levantaron polvareda unas declaraciones en las arremetía contra las madres solteras y que se mostraba contraria a que recibieran ayudas estatales. “Esas declaraciones fueron malinterpretadas y manipuladas por algunos”, fue la frase a la que recurrió en defensa propia en diversas ocasiones en la batalla electoral.
Túnez ha sido un país pionero en el reconocimiento de los derechos de la mujer en el mundo árabe desde 1956, cuando el presidente Burguiba aprobó un nuevo código personal. A pesar de los temores que despertó la victoria de los islamistas en las primeras elecciones tras la Revolución, el país magrebí no se ha apartado de esta senda. En aplicación de la Constitución de 2014, que introduce como objetivo la paridad de género en la política, se aprobó una ley electoral que obliga a los partidos a repartir a partes iguales entre hombres y mujeres los puestos de cabeza de lista. La medida consiguió su propósito, pues un 47% de los concejales son mujeres, un salto espectacular frente al 7% de diputadas elegidas en la Asamblea Constituyente.
La paridad en la herencia, próxima batalla
Tras la reciente aprobación de una histórica ley contra la violencia de género y el avance de las candidatas en las elecciones municipales, las asociaciones feministas han situado en su punto de mira la legislación que regula la herencia. En Túnez, este es uno de los últimos ámbitos legales en los que rige la sharia o ley islámica, si bien solo aquellos casos en los que el difunto no dejó un testamento escrito. Este código religioso recoge una variada casuística que, en la mayoría de casos, favorece a los descendientes varones con un mismo grado de parentesco.
En junio, una comisión presidencial propuso reformar el código de familia para garantizar la igualdad de género en la herencia, algo que diversas instancias religiosas han rechazado con vehemencia. Se espera que el Parlamento discuta su aprobación el próximo curso político, que se antoja caldeado, pues en 2019 se celebrarán tanto las elecciones legislativas como las presidenciales. El partido ganador de los anteriores comicios, Nidá Tunis, recibió un severo correctivo en las municipales, mientras que Ennahda fue el más votado, y las listas independientes se convirtieron en la gran sorpresa, haciéndose con cerca del 30% de los concejales municipales.
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