Los ataques de un Anaya arrinconado no hacen mella en López Obrador
El líder de Morena resiste en Mérida la ofensiva del candidato del Frente a 19 días de las elecciones
Ricardo Anaya huyó hacia adelante. El candidato de Por México al Frente llegó a Mérida bajo la sombra de la sospecha. Un video publicado la semana pasada en las redes sociales lo vinculaba indirectamente con una supuesta trama de lavado de dinero para financiar su campaña. Esto lo colocaba en una situación desfavorable para el tercer y último debate presidencial. Sin embargo, el aspirante se defendió sacando los guantes y enseñando los dientes. Su objetivo era Andrés Manuel López Obrador, quien se mostró relajado y confiado gracias a la distancia en las encuestas a 19 días de las elecciones presidenciales.
“Andrés Manuel, te has convertido en lo mismo que el PRI. También tienes contratistas favoritos", le espetó Anaya al aspirante de Juntos Haremos Historia, que tiene hoy un 49% de intención de voto. El candidato del Frente, arrinconado por los cuestionamientos en su contra, dijo que José María Rioboó, un ingeniero que ha rechazado junto al líder de Morena la construcción del nuevo aeropuerto de México, se benefició durante el Gobierno de López Obrador en la capital mexicana por la adjudicación directa de un contrato de 170 millones de pesos. “¿Si te muestro los contratos renuncias a tu candidatura?”, le preguntó Anaya. Como respuesta obtuvo una sonrisa del puntero en las encuestas, quien se mostró la mayor parte de las dos horas confiado y relajado.
Anaya intentó disputarle a López Obrador el monopolio del cambio en una elección marcada por el rechazo al Gobierno del PRI. La figura del presidente Enrique Peña Nieto —que es aprobado solo por dos de cada diez mexicanos— es un pasivo tóxico con el que los dos candidatos principales han tratado de atacarse. López Obrador mostró fotografías de un sonriente Anaya junto al mandatario. Anaya insistió en la idea de que López Obrador ha pactado con Peña Nieto su eventual triunfo a cambio de ofrecerle impunidad por los escándalos de corrupción que han marcado la Administración. “No te voy a meter a la cárcel ni a ti”, llegó a decirle López Obrador a Anaya en un momento de agobio.
José Antonio Meade, el candidato del PRI, mostró un perfil más discreto que el que tuvo en el segundo debate presidencial, en Tijuana. El multisecretario de dos administraciones pareció por momentos resignado de su tercer puesto en los sondeos. El aspirante presidencial se enfocó en responder a las preguntas de los moderadores con cifras y datos y hasta buenos deseos a la selección mexicana en el Mundial de Rusia en un encuentro que habló de pobreza, educación, salud, tecnología y desarrollo sustentable. No hizo referencia una sola vez, a pesar de que se le percibe como el gran beneficiario, del video de 52 minutos publicado en las redes sociales solo minutos antes del inicio del debate y que tiene como objetivo manchar la reputación de Anaya. Le bastaron tres segundos para hacer su ataque más directo: “El único que está indiciado aquí por un delito es Ricardo [Anaya]”. También intentó vincular a López Obrador al escándalo de Odebrecht asegurando que su propuesta para el ministerio de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, es socio en México de la constructora brasileña.
El tercer debate fue el que más propuestas tuvo. Los moderadores lo prepararon con base en las 11.000 preguntas que ciudadanos lanzaron a los cuatro candidatos en las redes sociales. A lo largo de dos horas, e impulsados por la diversidad de temas, los aspirantes hicieron una cascada de promesas. Desde la plantación de un millón de hectáreas en el sureste de árboles frutales y maderas preciosas de López Obrador, pasando por la promesa de regalar tabletas y teléfonos celulares a los estudiantes de preparatoria y universidad de Ricardo Anaya. Y la promesa de Meade de generar condiciones para que la fuga de cerebros que se fue al extranjero retorne a México. Jaime Rodríguez, mejor conocido como El Bronco, también propuso incrementar la inversión en I+D del 0,5% del PIB al 1,2% reduciendo a la burocracia.
López Obrador también aprovechó el encuentro de Mérida para clarificar su postura sobre la reforma educativa, uno de los pilares del mandato de Peña Nieto. Sin ambiguedades, el líder de Morena dijo que la echará abajo pues es una "receta" importada para darle gusto al Fondo Monetario Internacional. El candidato dijo que prepara un plan educativo nuevo que será consensuado con maestros, alumnos y padres de familia. Y para ahondar en su imagen de jefe de Estado, se permitió también hacer nombramientos para impulsar a la ciencia. El organismo que impulsa la investigación quedaría en manos de María Elena Álvarez Buylla, quien fue premio nacional de ciencias en 2017. Tan solo 19 días separan a López Obrador de gobernar de verdad y no en la sombra. Eso si Ricardo Anaya logra quitarse una losa de la espalda y arrebatarle la última palabra.
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