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El peronismo rompe la tregua parlamentaria con Mauricio Macri

La oposición lleva al Presidente argentino a vetar una ley que anula las subidas de las tarifas de los servicios públicos

Federico Rivas Molina
El Senado argentino discute la ley que anula la subida de tarifas, el miércoles.
El Senado argentino discute la ley que anula la subida de tarifas, el miércoles.Reuters
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El peronismo ha vuelto. Es cierto que nunca se había ido del todo, pero la división entre kirchneristas y no kirchneristas le había quitado poder de fuego. Hoy puso fin a la tregua parlamentaria con Mauricio Macri y votó de madrugada en el Senado, por 37 votos contra 30, una ley que retrotrae a noviembre pasado el valor de las tarifas de los servicios públicos. La ley duró apenas unas horas. Macri la vetó tras considerarla "demagógica" y un atentado contra las finanzas públicas. "La ley ya está vetada. Es irresponsable, porque no fundamenta de dónde se paga aquello que se votó", dijo el jefe de Ministros, Marcos Peña, desde la Casa Rosada. El costo político del veto fue un triunfo sin matices para un peronismo que, poco a poco, se une tras un mismo objetivo: el poder.

La oposición presentó la ley como un alivio para las familias, que enfrentan tarifas que se han multiplicado hasta por cinco desde 2016. Pero el Gobierno advirtió que el agujero fiscal de anular las subidas sería de 4.600 millones de dólares. Por eso intentó por todos los medios posibles bloquear la norma. Hasta Macri se puso al frente de reuniones de última hora con algunos legisladores. Pero el peronismo olió sangre cuando falta poco más de un año para las elecciones presidenciales. La crisis cambiaria del último mes y el pedido de rescate al FMI dio alas a un peronismo que se había resignado a una nueva derrota electoral.

Macri se encuentra en un callejón con pocas salidas. Para financiar el déficit fiscal que heredó del kirchnerismo, cercano a 5 puntos del PIB, pidió prestamos en el exterior por más de 50.000 millones de dólares. El dinero le permitió aplicar lo que llamó “gradualismo”, una política de ajuste de largo aliento que, según explicó, se pensó para acomodar las cuentas con el mínimo costo social posible. Como parte de esa política de recortes, el Gobierno decidió eliminar los subsidios estatales que durante la gestión anterior mantuvieron por los suelos el costo de la electricidad, el gas, el agua y el transporte público, sobre todo en Buenos Aires, donde se concentra el 40% de la población.

El transporte, más caro desde el viernes

Confirmado el veto presidencial a la ley, el Gobierno mantiene las subidas programadas para 2018. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, hizo público el miércoles el tercer aumento del año en el transporte público.

Desde el viernes, el billete mínimo de autobús pasará a costar 10 pesos (40 céntimos de dólar), un 66% más de lo que costaba al empezar el año. El billete de tren mínimo será de 3,25 pesos (0,12 céntimos de dólar) y el máximo de 10, un 62% de aumento desde enero de 2018. El aumento del metro se mantiene suspendido por orden judicial.

El costo fiscal de los subsidios en 2016 representó 3,6% del PIB y este año, según previsiones de JP Morgan, habrá bajado a menos de 2%. El peso del ajuste cayó sobre el argentino de a pie: entre 2016 y 2017 la electricidad aumentó 562%, el agua 338% y el gas 223%, contra una subida promedio de salarios del 72% y una inflación que este año puede llegar al 25%. El peronismo apuntó a ese nicho de descontento y asestó la mayor derrota política sufrida por Macri desde que llegó al poder.

En la víspera de la votación en el Senado, Macri intentó una jugada de última hora que no tuvo los resultados esperados. En un mensaje grabado de nueve minutos, pidió a los senadores del “peronismo racional”, como llama a aquellos que hasta ahora consensuaron con la Casa Rosada leyes diversas, que no se sumaran “a las locuras de Cristina Kirchner”. Dio a entender que la ley que anula las subidas de tarifas fue obra del kirchnerismo, sin atender que salió del grupo que responde al peronista disidente Sergio Massa. La estrategia de resucitar el miedo político a Kirchner no hizo más que abroquelar al peronismo, incluso al más dialoguista, como el que representa el jefe del bloque de Senadores no kirchneristas, Miguel Ángel Pichetto.

“Podríamos haber buscado caminos alternativos pero el Gobierno nunca tuvo voluntad. Solo se movió después del dictamen” en Diputados, se quejó Pichetto, cuando ya estaba claro que los votos para aprobar la ley estaban asegurados. "El veto es el fracaso de la política", advirtió en su discurso, el penúltimo de la sesión. El senador peronista recordó que "el Gobierno ya vetó la ley antidespidos", que duplicaba las indemnizaciones, y pidió un cambio de rumbo: "Deben repensar, ver cómo gradúan las tarifas, cómo la hacen más razonable, la gente no va a poder pagarla y van a perder toda conexión con su electorado con la gente que los votó".

El Gobierno no tiene dudas. La norma fue sólo un desafío del peronismo para posicionarse ante las presidenciales de 2019. Como el veto presidencial estaba asegurado, el costo económico era nulo para las provincias que representan los senadores. El ministro de Interior, Rogelio Frigerio, quiso dejarlo claro antes de la votación en el Congreso. “Ellos nos querían dar un mensaje político y se olvidaron de la gente”, dijo. Para el jefe de los senadores oficialistas, Federico Pinedo, el peronismo buscó “más el veto que la baja de tarifas”.

Macri despide a la selección argentina en el predio de la AFA, el miércoles por la noche.
Macri despide a la selección argentina en el predio de la AFA, el miércoles por la noche.Presidencia

Durante el debate, la sombra del kirchnerismo sobrevoló los discursos de los senadores que responden a Macri y son minoría en la Cámara. El ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, insistió desde su banca que la subida de las tarifas es una secuela de los subsidios a la energía heredados. “Estamos acá por una mirada equivocada, por decisiones que llevaron a una situación energética realmente crítica. Esto es consecuencia de la mala política. Pasamos de ser exportadores a ser importadores de energía", aseguró.

"Me parece que ya es hora de que no se le mienta más a la gente", respondió Cristina Fernández de Kirchner cuando llegó su turno, casi al cierre de la sesión, pasada la medianoche. La expresidenta criticó que el Gobierno culpe a la "pesada herencia" de todos los problemas económicos del país: "A esta altura somos el país que más deuda ha contraído en los últimos dos años y medio. ¿Alguien cree que si el país hubiera estado fundido y en crisis los mercados nos hubieran prestado?", se cuestionó.

Lo cierto es que el peronismo llevó a Macri a poner su firma en el veto de una ley aprobada por una mayoría opositora en Diputados y con amplio respaldo en el Senado. No le será fácil al Presidente absorber el costo político, sobre todo porque en septiembre deberá discutir, en ese mismo Congreso, la ley de presupuesto del año que viene. En situaciones normales el presupuesto no suele ser un problema, pero esta vez incluirá los recortes necesarios para cumplir con la promesa de ajuste que Macri hizo al FMI. Puede que el peronismo no garantice entonces todo el apoyo que necesitará el Presidente.

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Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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