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Sorpresa, enfado y pragmatismo tras el ‘no’ de Trump a la cumbre con Kim

Corea del Sur y China instan a las partes a continuar el diálogo y no desaprovechar "una oportunidad histórica"

Macarena Vidal Liy
Manifestantes en Seúl, este viernes.
Manifestantes en Seúl, este viernes.C. S.-J. (Getty )

La baraja se ha roto, pero los jugadores siguen sentados a la mesa y los mediadores intentan recomponer las cartas para seguir la partida. Con renovadas esperanzas de éxito. Un día después de haber cancelado abruptamente su cita en Singapur con el líder supremo norcoreano, Kim Jong-un, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha reabierto la posibilidad de que la reunión acabe celebrándose. La causa, un mensaje sorprendentemente conciliador de Pyongyang, que se ha declarado dispuesto a sentarse a la mesa para dialogar. China y Corea del Sur -esta última, aún reponiéndose de la humillación de un anuncio del que no tuvo aviso previo- han instado a Estados Unidos a no dar por finiquitado el diálogo y echar a perder una “oportunidad histórica”.

La perplejidad inicial sobre el anuncio de Trump, apenas unas horas después de que el Norte dinamitara su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri, ha dado paso al pragmatismo en las cancillerías asiáticas. Corea del Norte, atónita también pero deseosa de mostrarse como un país responsable y fiable, respondió con un comunicado insólito por su tono, suave como nunca y redactado con el lenguaje zalamero que mejor efecto surte con el presidente estadounidense.

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“Habíamos esperado que una solución al estilo Trump fuera una manera muy sabia de calmar las preocupaciones de ambos lados, atender nuestras demandas y resolver problemas de manera realista”, indica el comunicado, difundido por la agencia norcoreana KCNA y atribuido al viceministro de Exteriores Kim Kye-Gwan.

“Que la cumbre se haya cancelado ha sido una sorpresa para nosotros, y no podemos evitar sentir que es una verdadera pena”. "La primera reunión no va a solucionarlo todo, pero arreglar aunque sea una sola cosa cada vez, de manera gradual, haría que las relaciones mejoraran, en vez de empeorar".

En su carta, Trump se quejaba del lenguaje “ofensivo” empleado por Corea del Norte en sus últimos comunicados. Pyongyang había amenazado con retirarse de las conversaciones y calificado de “estúpido” a Mike Pence después de que el vicepresidente estadounidense, como el consejero de Seguridad Nacional John Bolton previamente, hubiera vuelto a sugerir el modelo de Libia para el hipotético desarme norcoreano. Una sugerencia que para el Norte es toda una bofetada: nadie tiene más presente que el líder libio, Muamar Gadafi, murió en una revuelta apoyada por Occidente en 2011, ocho años después de haber renunciado a su programa nuclear a cambio de la colaboración con Estados Unidos y sus aliados.

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En Pyongyang también cundía la impresión de que solo el Norte había hecho concesiones hasta ahora. Desde noviembre, ha suspendido sus pruebas nucleares, se ha mostrado comprensiva sobre las maniobras militares en sus cercanías, ha liberado a tres presos estadounidenses y ha volado Punggye-ri. Estados Unidos, en cambio, solo había ofrecido buenas palabras.

Los halagos parecen haber surtido cierto efecto. Trump tuiteaba este viernes que le parecía “muy buena noticia el cálido y productivo comunicado norcoreano. Veremos pronto a dónde lleva, ojalá a una paz y prosperidad duraderas ¡Solo el tiempo (y el talento) lo dirán!”. Su aparente disposición a reconsiderar su gesto se confirmaba más tarde, en unas declaraciones en las que no descartaba que la cumbre pudiera acabar teniendo lugar el mismo día 12.

Corea del Sur, el país que más carne ha puesto en el asador en el proceso de acercamiento, ha lanzado ansiosos llamamientos para que las negociaciones continúen. Hace falta línea directa entre Kim y Trump, sostiene. La ministra de Exteriores en Seúl, Kang Kyung-Wha, dialogó este viernes con el secretario de Estado, Mike Pompeo, para transmitirle el mensaje. El propio presidente, Moon Jae-in, que se había reunido en Washington con Trump apenas 48 horas antes del anuncio, reconocía su perplejidad tras convocar con semblante sombrío a su consejo de seguridad nacional la noche pasada.

Moon tiene razones para estar preocupado. Un cerrojazo al diálogo pone en entredicho su papel de mediador entre Pyongyang y Washington. Si Estados Unidos no abre la mano para hacer concesiones al Norte, él tampoco podrá acometer muchas de las promesas de ayuda a la apertura económica que ha presentado personalmente a Kim Jong-un. Asuntos como el tratado de paz para la península del que los dos líderes coreanos hablaron en su cumbre en Panmunjom tendrían que seguir esperando. Si el proceso se interrumpe, el surcoreano puede verse forzado a elegir: o continuar su acercamiento hacia el Norte debilitando su alianza con Washington, o aliarse con un Trump impredecible y poco amigo de sus aliados, poniendo a su país de nuevo en el punto de mira del Norte.

Pekín también ha instado este jueves a Estados Unidos y a Corea del Norte a emprender gestos de buena voluntad y tratar de encontrarse en un punto medio. “El proceso de deshielo en la península coreana ha costado mucho y el proceso de solución política tiene ante sí una oportunidad histórica”, ha señalado el portavoz de Exteriores chino, Lu Kang.

La oportunidad puede quedar del lado de Pekín. El país que acapara el 90% del comercio exterior norcoreano tiene la llave para decidir si continúa aplicando las sanciones internacionales contra su vecino y aliado. Un aliado con el que ha estrechado lazos durante el proceso de negociación: Kim Jong-un ha viajado dos veces a China en dos meses.

Ahora Pekín puede alegar que ha sido Estados Unidos quien ha roto la baraja, y relajar su cumplimiento de las sanciones. Una nueva carta que puede poner sobre el tapete en su relación bilateral con Estados Unidos, cada vez más tensa debido a sus disputas comerciales, la retirada de Washington del acuerdo nuclear con Irán o la desinvitación a China a participar en las maniobras militares RIMPAC, las mayores del mundo y lideradas por EEUU. La política de “máxima presión” que defendía Washington puede haber encontrado su tumba.

"La imagen nacional de EE UU se ha visto dañada desde que Trump anunció su retirada del pacto iraní", ha apuntado el diario chino Global Times, de línea nacionalista. "La cancelación de la reunión de Singapur solo aumentará su imagen negativa, con independencia de las explicaciones que dé Washington".

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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