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Las elecciones locales británicas miden el desgaste de May y el empuje de Corbyn

Reino Unido acude a las urnas por primera vez desde las dramáticas elecciones generales del año pasado

Pablo Guimón
Theresa May, durante un acto de campaña.
Theresa May, durante un acto de campaña.Christopher Furlong (Getty Images)

Los británicos acuden hoy a las urnas por primera vez desde las dramáticas elecciones generales del año pasado. Son comicios locales, parciales y solo en Inglaterra, pero los resultados serán examinados con lupa para extraer claves a escala nacional. Servirán para comprobar hasta qué punto las batallas del Brexit y el derrumbe de su política hostil con la inmigración han dañado al Gobierno de Theresa May. También para juzgar si el corbynismo es más que una fiebre pasajera.

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Los dos partidos llegan en baja forma y sus líderes arrastran cuotas de popularidad insólitamente bajas: un 39% de los votantes cree que May es mejor primera ministra de lo que sería Jeremy Corbyn, y un 25% piensa lo contrario. El 35% restante no sabe, no contesta. Si a eso se suma la volatilidad del momento político que atraviesa el país, y el hecho de que ambos líderes se enfrentan a una fuerte contestación interna, se comprenderá que un resultado muy negativo sería peligroso para una y para otro.

Un mal desempeño de los tories podría alentar, dentro de sus propias filas, a quienes se oponen a la línea dura oficial en el Brexit y a los que sueñan con derrocar a una primera ministra cuyo liderazgo no ha dejado de cuestionarse desde que perdió la mayoría absoluta el año pasado. Un fracaso de los laboristas, por su parte, podría dar argumentos a quienes confían en la viabilidad de un nuevo partido centrista que ocupe el espacio abandonado por Corbyn en su giro a la izquierda. Quizá por ello ambos equipos se han dedicado a colocar sus respectivas expectativas bien bajas.

Lo cierto es que, según Tony Travers, profesor de la London School of Economics y uno de los contados expertos en el complejísimo mundo de las elecciones locales británicas, “el resultado más probable es que haya ganancias modestas para los laboristas”. Dicho esto, el experto matiza: “En las elecciones locales, que suceden en mitad de la legislatura, los votantes tienden a castigar al partido en el poder. Y para un partido que lleva ocho años fuera del poder, como el laborista, no ganar por goleada en las elecciones locales constituye un fracaso”.

Los cambios de Gobierno suelen estar precedidos por sonadas victorias de la oposición en las elecciones locales. Una victoria laborista cercana a los 14 puntos porcentuales, que es la que cosechó la oposición en las locales que precedieron a las primeras victorias de Tony Blair (1997) y David Cameron (2010), haría saltar las alarmas en el entorno de May.

Los comicios de hoy son solo en Inglaterra y, principalmente, en grandes ciudades. Se eligen 4.371 asientos en 150 corporaciones municipales. En algunas se vota la junta entera, en otras la mitad y en otras un tercio. Por si fuera poco enrevesado, se elige también a seis alcaldes.

Las elecciones permitirán medir un fenómeno que se detecta desde el referéndum del Brexit. “Se ha visto una polarización del apoyo a los dos principales partidos en función del sentido del voto en el referéndum. Quienes votaron por la permanencia tienden a votar laborista, y quienes optaron por el Brexit se decantan por los conservadores”, explica Simon Hix, profesor de Política de la LSE. Eso podría producir un crecimiento del laborismo en Londres y un mejor resultado de los conservadores en ciudades del Norte, tradicionalmente de izquierdas pero en las que ganó Brexit.

Una incógnita es el destino de los votos que perderá el antieuropeo y populista UKIP, en caída libre desde el referéndum. Y otra, el peso del voto de los ciudadanos de otros países de la UE, que en algún distrito de Londres constituyen un 19% de la población. Probablemente será, cortesía del Brexit, la última vez que estén llamados a las urnas en Reino Unido.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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