Finlandia niega una extensión de la renta básica universal más allá de 2018
El Gobierno conservador cerrará el programa en diciembre, como estaba previsto, pero afirma la voluntad de seguir explorando "otras alternativas" de seguridad social
Finlandia ha fallado en su experimento de convertirse en el primer país del mundo en instaurar la renta básica universal: recibir del Estado un dinero —560 euros al mes— porque sí. El proyecto piloto, del que formaban parte 2.000 ciudadanos, comenzó el 1 de enero de 2017 y tenía una duración de dos años, hasta finales de este año, no va a ser renovado, según anunció el Gobierno conservador este martes sin ofrecer ningún tipo de detalle. El Ejecutivo, sin embargo, está dispuesto a explorar "otras alternativas" de modelos de Seguridad Social, según ha señalado a la televisión pública citada por Efe.
El proyecto original consistía en entregar 560 euros al mes libres de impuestos durante dos años o 12 meses (hasta el 31 de diciembre de 2018) a 2.000 parados de entre 25 y 58 años, que fueron elegidos al azar entre 175.000 personas de todo el país que percibían algún tipo de subsidio por desempleo. "Reformar el sistema de Seguridad Social está en la agenda política, pero los políticos también están discutiendo muchos otros modelos de Seguridad Social, en lugar de simplemente la renta básica", ha declarado la investigadora Miska Simanainen, citada por la televisión pública Yle.
El objetivo era extender su alcance a otros grupos de población una vez transcurridos los dos años previstos y analizar los efectos de la renta básica también entre personas empleadas. Pero finalmente esto no va a suceder: "En estos grupos debería haber, entre otros, pequeños emprendedores y trabajadores autónomos, ya que el mundo se mueve en una dirección en la que cada vez más gente crea sus propios puestos de trabajo", afirmó al diario Lapin Kansa el experto de Kela Olli Kangas, uno de los principales responsables del proyecto.
En su opinión, la renta básica podría ser una solución para afrontar los desafíos que plantean los cambios estructurales que está sufriendo el mercado laboral por la creciente automatización de la industria. Sin embargo, el actual ensayo finlandés no es, a su juicio, lo suficientemente amplio como para obtener toda la información necesaria para analizar la viabilidad de la renta básica. "Dos años es un periodo demasiado corto como para sacar conclusiones exhaustivas. Deberíamos tener más tiempo y mayores recursos para lograr resultados fiables", señaló Kangas a la televisión pública Yle. De hecho, justo antes de dar inicio el proyecto, Roope Mokka, cofundador de Demos Helsinki, el primer think tank independiente de los países nórdicos, advertía en conversación con este diario que los primeros resultados tardarían al menos unos seis años en llegar. Pero Finlandia, tras la descomunal crisis derivada del descalabro de Nokia, no remonta y se dejará un 0,4% del PIB en 2019, según las previsiones de la OCDE.
Por ello, Kela (la Seguridad Social) solicitó al Ejecutivo finlandés más fondos para ampliar el experimento a un grupo aleatorio de otras 10.000 personas a partir de 2019, entre las que habría parados, asalariados y trabajadores por cuenta propia, con un coste estimado entre 40 y 70 millones de euros. Pero el primer ministro, Juha Sipilä, ha decidido no conceder la financiación adicional solicitada y ha optado por explorar otro tipo de modelos alternativos para modernizar el sistema de Seguridad Social.
Está previsto que Kela publique los resultados preliminares del ensayo bienal en diciembre de este año, aunque el análisis definitivo no estará listo hasta finales de 2019 o principios de 2020. Además de estudiar los efectos del experimento finlandés, Kela quiere también compararlos con los de los ensayos de renta básica que se están realizando en otros países como Canadá, Holanda, Escocia, Kenia e India.
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