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Berlusconi asegura que no pactará con Renzi

El líder de Forza Italia garantiza en el primer y último acto público de la coalición de derechas que no pactará con otras formaciones

El líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi (izq.) con el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini (der.) en Roma (Italia) este jueves 1 de marzo.
El líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi (izq.) con el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini (der.) en Roma (Italia) este jueves 1 de marzo.ALESSANDRO BIANCHI (Reuters)

La singular coalición conservadora formada por Silvio Berlusconi, de Forza Italia; Matteo Salvini de la ultraderechista Liga Norte y Giorgia Meloni de la xenófoba Hermanos de Italia, empezó la campaña con una foto privada de los tres y un escueto “juntos vencemos”. Después, cada uno se fue por su lado. Han jugado al despiste y se han movido entre consignas de ‘ahora sí’, ‘ahora no’ o ‘tal vez’, que alimentaban las frecuentes sospechas de infidelidad. Hasta este jueves, cuando, a tres días de las elecciones, se presentaron unidos en público por primera vez. Berlusconi, capitaneando la coalición, disipó las sombras que han sobrevolado la alianza y cualquier posibilidad de pactos fuera de sus filas. “Tomamos el absoluto compromiso de no abrirnos a coaliciones con otros partidos, incluso si no alcanzamos la mayoría”, sentenció.

Lanzó esta declaración de intenciones en medio de una puesta en escena en el Templo de Adriano, en pleno centro de Roma, lejos de los baños de masas y frente a las cámaras de televisión buscando la fuerza de una imagen de unidad que durante toda la campaña ha estado en tela de juicio. Sus discrepancias en asuntos como la cuestión europea o el Euro han llevado a especular sobre un posible acercamiento entre Forza Italia y el Partido Demócrata de Renzi por un lado y entre la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas por otro si los números no cuadraban para una mayoría absoluta, como todo apunta a que sucederá —los últimos sondeos les otorgaron en torno al 35% de los votos—.

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Las posibilidades de una unión entre Berlusconi y Renzi se han diluido cada vez más, pero el espectro del Pacto del Nazareno, que ambos firmaron a inicios de 2014 y que catapultó a Renzi al Gobierno —se rompió en 2015 con la elección del presidente de la República— y su connivencia para elaborar la actual ley electoral hace unos meses aún pesan en el ambiente. Este jueves el exCavaliere marcó distancias. “Seremos una única fuerza de agresión a la izquierda. Hace falta una revolución y nosotros somos revolucionarios”, determinó. “Nuestros programas son incompatibles”, subrayó.

La única de los tres polos de la coalición que siempre ha mostrado un rechazo rotundo a la tentación de buscar acuerdos en otras formaciones ha sido Giorgia Meloni, a la que los sondeos le otorgan en torno al 4% de los votos. Hace un par de semanas organizó una representación “anti pactos secretos”, bajo el lema “yo no traiciono”, repetido al unísono y por doquier únicamente con los candidatos de su partido. Ni Berlusconi ni Salvini se habían dejado ver por allí. Tampoco dijeron una sola palabra después. Entonces se declaró “perpleja”. Este jueves saboreaba el triunfo de su empeño. “Finalmente hemos conseguido hacer juntos una manifestación pública anti pactos”, apostilló interrumpiendo a Berlusconi. 

El Caimán, que aunque está inhabilitado hasta 2019 para ejercer cualquier cargo público y no ha podido presentarse a estas elecciones, se las ha arreglado para que al menos lo parezca. En su enésimo renacimiento conserva intacto el tirón que hace que tan solo con poner su nombre en las papeletas electorales a Forza Italia le lluevan 2,5 millones de votos más. Su gancho político resulta evidente también cuando se deja ver con sus aliados. Un Berlusconi tan Berlusconi como siempre eclipsó a unos secundarios Salvini y Meloni y dejó claro quien llevará la batuta en la formación, aunque sobre la mesa acordaron que fuera quien obtuviera más votos. Este jueves se autonombró moderador del evento y cómodo, como de costumbre, en su papel de showman. Fue él quien dirigió la comparecencia, dio la palabra a los demás y repartió los tiempos de intervención. Cruzó bromas fieles a su particular gusto con el resto y estuvo presente hasta cuando las cámaras no le enfocaban a él, impostando sonrisas a tutiplén, ayudando a Salvini con la chaqueta para la foto o secándole el sudor después, cuando finalmente le cedió el micrófono.

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