Una brújula para los ‘sin techo’ de Roma
Una asociación católica repartirá en la capital italiana 8.000 ejemplares de la guía 'Dónde 2018' con información útil para personas sin recursos
El invierno es una estación particularmente dura para las personas sin hogar que viven en la calle. Poder prestar ayuda y socorrer a quien duerme bajo la lluvia, no tiene techo ni cómo protegerse del frío y tampoco dónde comer o ir al médico llega a convertirse en una emergencia. En Roma, cerca de 5.000 personas de etnia gitana viven en campamentos a las afueras de la ciudad en condiciones extremas, 7.500 subsisten en alojamientos precarios o en la calle y entre ellas, al menos 3.000 están absolutamente desamparadas.
La asociación católica Comunidad de Sant'Egidio acaba de publicar la guía Dove 2018 (Dónde 2018), una especie de Lonely Planet o Guía Michelin de los pobres, un mapa de la acogida de Roma que recoge en 250 páginas todos los lugares de la capital donde las personas sin techo o en dificultades pueden encontrar ayuda. Incluye desde sitios para dormir hasta comedores sociales, pasando por baños o duchas públicas, hospitales, centros de servicios sociales, teléfonos útiles o lavanderías gratis como la del Vaticano, que se puso en marcha el pasado abril a iniciativa del Papa Francisco.
La idea de crear una brújula con los lugares de interés para los pobres está dedicada a la memoria de Modesta Valenti, que vivía en la céntrica estación ferroviaria de Términi, uno de los lugares con mayor concentración de personas sin hogar de la capital. El 31 de enero de 1983, enfermó y murió sin recibir auxilio. El personal de la ambulancia, que llegó a tiempo, se negó a atenderla y subirla a bordo por el estado de suciedad y descuido que presentaba. Desde entonces, el 31 de enero se ha convertido en un día en memoria de las personas que han muerto en la calle.
Se repartirán 8.000 ejemplares de forma gratuita por toda la ciudad a quien pueda necesitarlo y a trabajadores sociales. El proyecto surge como complemento a las actividades de apoyo que la histórica Comunidad que se ocupa de obras sociales —con sede en el barrio romano de Trastevere, pero presente en todo el mundo— lleva a cabo en la capital italiana. Para ofrecer una idea de la envergadura de la situación: solo ellos, este año, han repartido en la Ciudad Eterna cinco toneladas de alimentos, tres toneladas de ropa, 21.000 mantas y sacos de dormir, 12.000 productos de higiene, 40.000 comidas y 80.000 cenas en su comedor social y 120.000 en las calles.
Cifras para el pesimismo
En este marco, los últimos registros nacionales tampoco lanzan cifras optimistas para Italia que, según los datos más recientes del Instituto Europeo de Estadística (Eurostat), es el país de Europa con mayor número de pobres, en términos absolutos: casi 10 millones y medio en 2016. Detrás de los números se encuentran personas que viven en condiciones de suma necesidad, que tienen grandes dificultades para pagar el alquiler o hacer frente a gastos imprevistos, que no pueden pagar la cesta de la compra o que no pueden permitirse encender la calefacción.
En medio de este horizonte también despunta la solidaridad. “Este año hemos sido testigos de un aumento de la generosidad de los italianos. En la guía registramos el crecimiento de muchos servicios, pero el punto doloroso está de nuevo en la emergencia a causa del frío” explicó el presidente de la Comunidad de Sant Egidio, Marco Impagliazzo, en la presentación del manual. En esta edición solo han incluido 40 alojamientos nuevos respecto al año pasado porque, a pesar de contar con los recursos humanos y el apoyo de un pequeño ejército de 5.000 voluntarios, no han conseguido que las instituciones pongan suficientes estructuras públicas a su disposición.
Impagliazzo señaló las 250.000 viviendas sin ocupar y el gran patrimonio público que está sin usar en la capital. También lanzó una propuesta a la alcaldesa, Virginia Raggi y a todos los organismos: la creación de una especie de “agencia de vivienda pública” que conecte entes públicos y privados que quieran ofrecer casas para personas sin alojamiento. “Las instituciones necesitan apoyar a las personas que quieren un hogar pero no tienen el dinero para pagar el alquiler: son una ciudad dentro la ciudad que no podemos ignorar”, dijo.
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