El fin de 70 años de consenso amenaza con desatar la violencia
Hamás advierte de que la decisión de Trump sobre Jerusalén "abre las puertas del infierno"
La amenaza de una explosión de violencia se cierne sobre Jerusalén. A pesar de las advertencias de los líderes del mundo musulmán y de sus aliados occidentales, Donald Trump dinamitó el miércoles 70 años de consenso en la comunidad internacional sobre el delicado statu quo en la Ciudad Santa. El primer ministro Benjamín Netanyahu ensalzó como una decisión “justa y valiente” del presidente de Estados Unidos el reconocimiento unilateral de la capitalidad en favor de Israel.
Ningún mandatario extranjero se había atrevido hasta ahora a adjudicar a una de las partes enfrentadas en el conflicto legitimidad sobre la urbe para hacerla su capital. Es de temer que tenga consecuencias. El Consulado General de EE UU en Jerusalén ya ha emitido una alerta de seguridad en la que prohíbe a los funcionarios y sus familiares visitar el casco histórico y la zona oriental de la ciudad, así como Cisjordania. La misma recomendación rige para todos los estadounidenses en previsión de que estallen disturbios.
No era visible el miércoles más presencia de las fuerzas de seguridad de la habitual en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Las autoridades informaron a través de la prensa israelí de que los refuerzos policiales y militares han sido movilizados ante la amenaza de tres Días de la Ira de protestas contra la decisión de Trump, convocados por las fuerzas políticas palestinas.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, replicó que “Jerusalén es la capital de Palestina” y que la declaración de Trump solo servirá para “expandir aún más la ocupación”. “EE UU ha socavado deliberadamente todos los esfuerzos de paz y ha abandonado su misión de patrocinador [de los acuerdos] de los últimos decenios”, aseguró Abbas a través de la televisión palestina. El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina, Saeb Erekat, descalificó a EE UU para ejercer como mediador.
La historia de Jerusalén está teñida de sangre. El Imperio Romano destruyó en el año 70 de nuestra era el templo de Jerusalén y desató la diáspora del pueblo judío. Cristianos y musulmanes lucharon por sus santos lugares durante dos siglos en las cruzadas. Árabes y judíos llevan más de siete décadas pugnando por que sea su capital, en todo o en parte. El Muro de las Lamentaciones, llamado Muro Occidental del Templo por los israelíes; la Explanada de las Mezquitas, o Noble Santuario para la fe islámica, y el Santo Sepulcro, basílica que agrupa el lugar de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesucristo según la tradición cristiana, significan una concentración sin parangón de recintos sagrados en menos de un kilómetro cuadrado. “Esta medida no cambiará nada en relación a los lugares santos de Jerusalén”, aseguró el jefe del Gobierno de Israel, quien se comprometió a mantener el actual statu quo religioso.
El movimiento Hamás, que controla la franja de Gaza, llamó a los países islámicos a “adoptar acciones contra intereses estadounidenses”, así como a cortar de raíz todos los “lazos económicos con Washington”. Un portavoz de Hamás advirtió a su vez de que la decisión del presidente Trump “abre las puertas del infierno en la región”.
Una alteración mucho menor del statu quo —la instalación de arcos detectores de metales y cámaras de vigilancia— en el acceso al complejo de la mezquita de Al Aqsa y el Domo de la Roca desencadenó el pasado verano violentos disturbios en Jerusalén. Para los palestinos, la Explanada es el símbolo identitario nacional y religioso en el que coinciden tanto los laicos de Fatah, el partido del presidente Abbas, como los islamistas de Hamás. Para el mundo islámico, es también el tercer lugar más sagrado. El pronunciamiento de Trump a favor de Jerusalén como capital de Israel amenaza con desembocar en una nueva ola de violencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.