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Los muertos a causa de un camión bomba en la capital de Somalia superan los 200

Un camión bomba y un vehículo explotan en el centro de la capital, Mogadiscio, en un ataque terrorista atribuido a la milicia yihadista Al Shabab

Lugar del atentado con camión bomba que ha dejado más de 200 muertos en Mogadiscio (Somalia).Vídeo: MOHAMED ABDIWAHAB (AFP)
José Naranjo

Unas 230 personas han fallecido y otras 350 han resultado heridas este sábado en el peor atentado terrorista de la historia de Somalia. Dos vehículos bomba hicieron explosión con poco tiempo de diferencia en el centro de la capital, Mogasdicio, dejando tras de sí decenas de cadáveres calcinados, edificios destruidos y hospitales a rebosar de heridos. Aunque aún no ha sido reclamado, los expertos y la prensa local coinciden en señalar a Al Shabab, la milicia yihadista que tiene en jaque a la región con constantes ataques.

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El atentado tuvo lugar este sábado por la tarde. La primera y más sangrienta explosión, provocada por un camión bomba, tuvo lugar sobre las 15.00 hora local (14.00 hora peninsular) en la zona conocida como PK5, cerca del hotel Safari, en una de las calles más concurridas de la ciudad llena de comercios y restaurantes y a una hora en la que había numerosos puestos callejeros ocupando las aceras, informa Efe. Testigos relataron que la onda expansiva se dejó sentir en toda la ciudad y que provocó una columna de humo negro de tres kilómetros de altura. La segunda detonación, de menor intensidad, tuvo lugar instantes después cerca de un mercado en el distrito de Wadajir.

La mayoría de las personas fallecidas, cuya cifra podría aumentar en las próximas horas, son civiles. El portavoz del Senado somalí, Abshir Mohamed Ahmed, declaró a la emisora internacional Voice of America que había más de 230 muertos, pero las fuerzas de seguridad aún no han hecho pública una cifra oficial a la espera de un recuento más detallado. El paisaje tras el ataque era dantesco. “Es muy difícil tener una cifra precisa porque los cadáveres fueron trasladados a diferentes centros médicos y algunos fueron retirados directamente por sus allegados para ser enterrados”, dijo un portavoz policial a la agencia France Presse (Afp).

Muchos murieron calcinados dentro de sus vehículos particulares o autobuses cuando atravesaban la zona. Otros fueron aplastados por el derrumbe de numerosos edificios, entre ellos el propio hotel, a consecuencia de la intensidad de la explosión. Los servicios médicos están teniendo numerosos problemas para identificar los cadáveres dado que se encuentran quemados o desmembrados. La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja ha confirmado que al menos cinco voluntarios de la Media Luna Roja somalí se encuentran entre los fallecidos.

Los hospitales de la ciudad se vieron desbordados para atender a los heridos, por lo que el presidente somalí, Mohamed Abdullahi Mohamed, conocido como Farmajo, hizo un llamamiento para pedir donaciones urgentes de sangre y declaró tres días de luto oficial con las banderas a media asta. “El horrible ataque de hoy [por el sábado] muestra que nada detendrá a nuestro enemigo a la hora de provocar a nuestro pueblo dolor y sufrimiento. Mantengámonos unidos contra el terror”, dijo a través de su cuenta de Twitter, añadiendo un lacónico “No vencerán”. En un discurso televisado insistió en que el ataque iba dirigido contra “civiles inocentes” y no contra responsables del Gobierno, una muestra de su “falta de piedad”.

Este domingo, cientos de habitantes de Mogadiscio se echaron a las calles de la ciudad en una marcha convocada contra la violencia terrorista y para expresar su cólera por el atentado del sábado. Muchos manifestantes, que corearon eslóganes contra la violencia, llevaban trenzas rojas y blancas en el pelo en señal de duelo por los fallecidos, informa Afp.

Las reacciones internacionales de condena no se han hecho esperar. Uno de los primeros fue el Gobierno de Qatar, cuya embajada quedó prácticamente destrozada por la explosión. Asimismo, el Ejecutivo turco, que aporta apoyo militar a Somalia, envió con rapidez un avión militar medicalizado para atender a los numerosos heridos.

En las horas siguientes, la Unión Europea instó al Gobierno somalí a mantener la unidad para derrotar al terrorismo, Estados Unidos calificó el atentado de “ataques cobardes” que refuerzan la voluntad estadounidense de apoyar a Somalia en su lucha contra los radicales y hasta el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, expresó su “enérgica condena” de este atentado a través de Twitter. Tanto Francia, como Gran Bretaña y la Unión Africana manifestaron su apoyo a este país africano.

Al Shabab es un grupo terrorista de corte islamista radical cuya fundación tuvo lugar hace una década y que en 2012 manifestó su adhesión a la nebulosa de Al Qaeda. En la actualidad y tras su expulsión de los principales centros urbanos y sobre todo de la capital, controla zonas rurales de Somalia y se estima que puede estar integrado por unos 7.000 combatientes. Sus acciones más sonadas son atentados terroristas con coches bomba como el del sábado y ataques a edificios, que han provocado miles de muertos en los últimos siete años.

Sin embargo, no es sólo Somalia quien está en el visor de la violencia. En 2013, Al Shabab fue el responsable del ataque al centro comercial Westgate de Nairobi, en la vecina Kenia, que se saldó con 72 muertos y 200 heridos, y el 2 de abril de 2015 llevó a cabo una masacre en la Universidad keniana de Garissa, provocando 143 fallecidos entre los estudiantes.

Huir de la violencia

La presencia de Al Shabab ha incrementado la inestabilidad en Somalia. El pasado mes de febrero, Farmajo fue elegido presidente del país y se dio un plazo de dos años para acabar con este grupo terrorista. Mientras tanto, sus ciudadanos son grandes protagonistas del éxodo migratorio hacia Europa de los últimos años debido a la violencia y la pobreza. Somalia es uno de los países que sufre el veto migratorio hacia EE UU establecido por Donald Trump.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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