Los liberales vuelven como aliados imprescindibles para Merkel
El euroescepticismo de Lindner reducirá el margen de maniobra de la canciller
Christian Lindner estaba el domingo en el bando de los ganadores. El joven y fotogénico líder de los liberales logró la proeza de llevar a su partido desde fuera del Parlamento directamente al Gobierno. El FDP (10,7% de votos y 80 escaños), que hace cuatro años sufrió la humillación de perder por primera vez su espacio en el Bundestag, se ve ahora, junto con Los Verdes (8,9% de votos y 67 escaños), como el aliado indispensable de Angela Merkel. Pero lo que para Lindner es una excelente noticia, puede suponer una complicación añadida para muchos Gobiernos de la eurozona, empezando por el francés.
“Queremos cambiar la tendencia en nuestro país. Si en las negociaciones queda claro que podemos lograr estos objetivos, estaremos disponibles. Si no, nuestra tarea será ir a la oposición”, dijo Lindner después de saber que su partido había superado ligeramente la barrera del 10% de los votos, más del doble que cuatro años antes.
Pese a estos matices, el líder del FDP es consciente de que tras el rechazo socialdemócrata a reeditar la gran coalición no le queda otro remedio que entrar en el Gobierno. Y en la ronda de elefantes —el tradicional programa de televisión en el que los líderes de todos los partidos comparecen para comentar los resultados y dar señales de futuro— ya se intuyó esta nueva alianza de Merkel con liberales y ecologistas. Y con Martin Schulz estrenando su papel como líder de la oposición.
Grecia fuera del euro
El éxito de los liberales —atribuible en gran medida a la popularidad de Lindner— puede generar más de un dolor de cabeza en los Gobiernos europeos. Porque el nuevo líder del FDP ha protagonizado una campaña con un fuerte acento euroescéptico.
Lindner propone, por ejemplo, facilitar que países como Grecia puedan abandonar temporalmente la eurozona, sin necesidad de irse de la UE. Y las medidas de mayor integración económica que propone el francés Emmanuel Macron van a ser más difíciles de sacar adelante con un socio de Gobierno como los liberales. Sobre todo si, como ha insinuado durante la campaña, Lindner exige el poderoso Ministerio de Finanzas como condición para entrar en el Gobierno.
El pasado domingo, Lindner aseguraba a EL PAÍS que, si ellos hubieran estado en el Gobierno los últimos cuatro años, Grecia hoy no estaría en el euro. Y, ante una pregunta sobre las voces que alertan de que el FDP en el poder podría contribuir a reanimar la crisis de deuda europea, respondía: “Acepto como un cumplido que los hedge funds que ganan dinero con los bajos tipos de interés alerten contra nosotros. Eso muestra que no somos los representantes del gran capital, sino de la gente común”.
El FDP, tradicional partido bisagra en Alemania, pagó un alto precio en su última coalición con Merkel. Tras el excelente resultado de 2009, el entonces líder de los liberales, Guido Westerwelle, no cumplió su promesa de rebajar impuestos, y los electores le castigaron en la siguiente cita electoral. Lindner no quiere repetir el error de Westerwelle. Y por ello ha repetido hasta la saciedad que solo participará en un Gobierno en el que se cumplan sus objetivos.
Ahora, una vez terminada la campaña electoral, comenzará un periodo de negociaciones que será aún más complicado de lo habitual porque deberá poner de acuerdo a dos familias políticas tan distantes como liberales y ecologistas.
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