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El Senado rechaza retirar la ley sanitaria de Obama

"Tres republicanos y 48 demócratas dejan tirado al pueblo americano", tuitea Trump

El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell (AFP) | Vídeo: Reuters-Quality
Jan Martínez Ahrens

Los republicanos han descubierto esta semana a su peor enemigo: ellos mismos. Después de cuatro días de extenuante pulso, el Senado de EEUU rechazó en la madrugada del viernes por 51 votos contra 49 una iniciativa de mínimos para enterrar el Obamacare, el sistema que ha ampliado la cobertura médica a 20 millones de personas desde 2010. Fue el tercer intento fallido de los conservadores y una señal inequívoca de que Donald Trump, pese a contar con mayoría en las Cámaras, es incapaz de liderar a sus propias huestes.

La tramitación de la reforma conservadora se ha vuelto un suplicio a cámara lenta. Durante siete años, el fin del Obamacare fue la gran bandera republicana. El pegamento que unía a una formación estragada por el Tea Party. Un impulso común que, en caso de victoria, tenía como destino la muerte súbita.

El triunfo de Trump pareció asegurar ese borrón y cuenta nueva. Era el deseo del presidente y de gran parte de sus parlamentarios. Pero cuando llegó la hora de la verdad chocaron con su propia realidad. Los enterradores no se ponían de acuerdo en cómo hacer su trabajo. Una división que ha quedado patente en esta vertiginosa semana parlamentaria.

McCain se agiganta

John McCain, con un tumor recién extirpado, fue decisivo en el resultado. Sin su rechazo, la iniciativa habría salido adelante con el voto de calidad del vicepresidente, Mike Pence. “He constatado una y otra vez que uno de los grandes fracasos del Obamacare fue que los demócratas lo hicieron pasar por el Congreso sin un solo apoyo republicano. No deberíamos repetir los errores del pasado”, declaró McCain, cuya estatura política se ha disparado esta semana.

Opositor de primera hora de Trump y uno de los pocos republicanos que se enfrenta públicamente a sus iniciativas, su postura había quedado ya clara el miércoles cuando en un emotivo discurso recordó que no iba a apoyar la ley. Pese a las presiones, el viernes en un gesto contundente demostró que sin diálogo con la oposición no dará su brazo a torcer. Y voto no.

En tres ocasiones, la fractura entre moderados y radicales ha impedido que las votaciones prosperen. Y la presión de la Casa Blanca se ha mostrado insuficiente. “Adelante senadores republicanos, lo podéis hacer. Después de siete años, esta es vuestra oportunidad de brillar”, había tuiteado Trump la víspera de la sesión. De nada sirvió este entusiasmo ni tampoco el trabajo de punto fino del líder de la mayoría republicana en el Senado, el veterano Mitch McConnell.

Para sortear la fragmentación, McConnell diseñó un texto que mataba el Obamacare, pero poco. La iniciativa eliminaba un requisito que irrita sobremanera a casi todos los republicanos: la obligación de ciudadanos y empresas de contratar un seguro médico. En compensación dejaba intacto el desarrollo del Medicaid, el programa sanitario para los más desfavorecidos, una exigencia de los senadores centristas.

Pese a su aparente lenidad, los cálculos preliminares de la Oficina Presupuestaria del Congreso concluyeron que con estas enmiendas habría 16 millones de personas menos con seguro en una decenio y que las pólizas aumentarían un 20%. El proyecto, asimismo, puso en alerta máxima a las asociaciones de médicos y pacientes, que señalaron que al retirar la obligación de estar asegurado, iba a darse una fuga masiva de clientes, con el consiguiente aumento de precio de las pólizas. Un argumento que han explotado las grandes firmas de seguros, uno de los grupos de presión más fuertes y enfrentados a los republicanos.

Todo ello convergió en la madrugada del viernes. Los demócratas en bloque iban a votar en contra y en las filas republicanas cinco senadores, entre ellos John McCain, había mostrado su rechazo a la propuesta de mínimos. Dos de ellos, presionados por McConnell, cedieron. Pero McCain, consciente de la envergadura de su decisión, se mantuvo firme. Alegó la falta de consenso y también su deber hacia Arizona, un estado tradicionalmente republicano pero donde los demócratas ocupan cada vez más espacio.

Con una mayoría republicana exigua (52 contra 48), el rechazo de McCain y dos senadores más echó por tierra el último y desesperado intento de consenso conservador. “Tres republicanos y 48 demócratas han dejado tirado al pueblo americano. ¡Como dije desde el principio, dejad que el Obamacare se hunda, entonces cerrad el acuerdo!”, bramó Trump por Twitter.

El próximo paso de los republicanos es confuso. McConnell aceptó el fracaso y pidió no quedarse encallados. En las filas republicanas, el proyecto de abrir paso a un diálogo con los demócratas ha ganado puntos. “Pienso que sería apropiado preguntarles cuáles son sus ideas y ver cómo podemos avanzar”, dijo el líder republicano. Los demócratas no rechazaron el planeamiento. Dada la polarización, la posibilidad de acuerdo es remota, pero sea cual sea el resultado, todo proyecto que apruebe en el Senado debería pasar otra vez por la Cámara de Representantes e iniciar un nuevo y agotador proceso negociador. El Obamacare se resiste a morir.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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